Raúl Alda. Subdirector de 'Días de Cine'

"El sistema de subvenciones de amiguetes que había está condenado al fracaso"

  • Expresa que "el cine no debe tener servidumbres políticas, sino ser intelectualmente libre y contar lo que nadie se atreve".

Raúl Alda.

Raúl Alda. / Canterla

-¿Cuál es el secreto de que Días de Cine lleve 25 años en antena?

-Hay consenso en el hecho de que el programa conserva unas señas de identidad que han permanecido inamovibles, de modo que lo que ha cambiado es la forma de contar -más ágil y dinámica- por exigencias del cambio tecnológico.

-¿Cuáles son esas señas?

-Son el rigor, enseñar a ver buen cine y transmitir mucha pasión por el cine. En una entrevista, Antonio Gasset se refirió a ese lado pedagógico y didáctico, que es importante.

-¿El espíritu crítico y libre del programa se ha topado con algún tipo de censura en estos años?

-No. Tenemos una norma no escrita -un principio, que se ha mantenido intocable- que es la libertad absoluta para los integrantes del equipo cuando tienen que elaborar contenidos y opinar sobre una película o director. Hay una salvedad, que es una política de empresa y que yo entiendo y comparto, y es que con el cine español tenemos que ser más asertivos.

-¿Cuál es el mejor método para combatir los prejuicios sobre el cine patrio?

-El cine español es bueno y malo, como todos los cines. Tiene una producción suficientemente numerosa como para que haya un poco de todo. Es verdad que puede haber un prejuicio a favor o en contra.

-¿Usted que opina?

-Que habría que ser lo más imparcial y honesto posible con respecto a esto. Pero el cine español de los últimos años está dando unas obras impresionantes. Este año en concreto es uno de los mejores que recordamos. Hace unos días vi el remake de Los últimos de Filipinas, que se estrena a finales de diciembre, y es impresionante. Confío en que será muy respaldada por el público.

-¿Existe la película perfecta?

-Creo que el cine, como el arte en general, es un fenómeno subjetivo. No existe la película que ponga de acuerdo a un 100% de la audiencia. Siempre alguien te va a decir que no, que no le gusta. Fíjate en Ciudadano Kane, que está considerada la mejor película en las listas, pero hay críticos que te dicen que es un coñazo. Bueno, es una película que hizo avanzar mucho el lenguaje del cine, pero es tan densa que... El cine apela a experiencias propias y subjetivas, que es lo que te provoca un indescriptible fenómeno de identificación con lo que ves.

-¿Qué director ha sido el más importante para usted?

-Stanley Kubrick hizo que me gustara y me metiera en el mundo del cine. Escribí un libro sobre 2001: Odisea del espacio y todo lo que ha hecho este hombre me parece una lección de cine, con un lenguaje superelaborado y perfeccionado. Pero el cine es muy amplio y yo no soy de los que tienen ideas fijas e inamovibles, sino que van cambiando con el tiempo.

-Dígame una película.

-Desde el punto de vista formal me fascina Taxi driver. Si hiciera una película o tuviera que copiar un estilo copiaría ese. Taxi driver está muy inspirada en los métodos de filmación y rodaje de la Nouvelle Vague francesa, que para mí fue la gran revolución del cine que todavía está vigente. Descubrió, mediante la ruptura del lenguaje tradicional, una nueva forma de narrar llena de frescura.

-¿Mejorarán las relaciones del Gobierno con el sector?

-Hay un malestar de la industria del cine que me parece legítimo, sobre todo con el IVA tan alto. Ahora, te digo una cosa y sé que habrá gente que no esté de acuerdo: ese sistema que había de subvenciones, que era de amiguetes y para hacer un cine políticamente correcto, está condenado al fracaso porque el cine, como todo el arte, tiene que estar por encima de eso. No debería tener servidumbres políticas, sino ser libre intelectualmente y decir cosas nuevas que nadie se atreva a decir. Cuando una sociedad está en crisis mira a sus intelectuales y mira también a sus cineastas.

-Si no va a contracorriente, ¿el cine se vende o deja de tener sentido?

-No, lo que pasa es que si tú haces un cine subvencionado y haces como un corralito de amiguetes donde todo es más o menos previsible, al final el espectador te acaba dando la espalda. Se ha armado mucho ruido con esto, pero yo escribí un artículo que se publicó en Taiwán, porque tengo allí un amigo profesor de español en una universidad, y dije lo que pensaba. Dije que presagiaba que la ruptura de esa especie de paternalismo traería una nueva ola y frescura. Y está pasando.

-Entonces, ¿el cine debería dejar de ser subvencionado?

-No. Ahí está el modelo francés. Es un cine muy apoyado por su público y es un cine en el que las subvenciones se hacen bien. Es todo muy riguroso. Y, si te fijas, la producción francesa, que es muy extensa, abarca todo tipo de películas. El peor enemigo de nuestra cultura es la corrupción y el amiguismo y si eso se reproduce en el cine, pues va a pasar lo que va a pasar.

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