santos juliá Historiador

"No hay nada parecido al expolio que denuncian los nacionalistas catalanes"

"No hay nada parecido al expolio que denuncian los nacionalistas catalanes"

"No hay nada parecido al expolio que denuncian los nacionalistas catalanes" / javier albiñana

-dado que ya Azaña se refirió a la Transición en 1937 para reclamar una solución democrática, ¿se podría decir que desde entonces la política española ha estado más pendiente de lo que habría de venir después que de lo que sucedía en el presente?

-Algo de verdad hay en eso. Después de la Guerra Civil, el franquismo se vio siempre como una fórmula provisional que se mantendría únicamente hasta que España fuese capaz de establecer un sistema con mayores garantías. Así lo entendió todo el mundo menos el propio Franco, claro. Por eso hubo durante muchos años una dictadura que no promulgaba leyes fundamentales y que renunciaba a poner en marcha estructuras duraderas, porque parecía evidente que con una sociedad escindida de tal manera aquello no podía prolongarse mucho. La historia, finalmente, fue muy distinta.

Ningún Gobierno ha respondido a las víctimas del franquismo, pero la Constitución no tiene la culpa de eso"

-La Constitución del 78 sí presentaba desde el principio aspiraciones de perdurabilidad, pero ¿cuándo señalaría usted que empezaron a salirle canas?

-La Constitución entrañaba un proceso que requería mucho tiempo. Ten en cuenta que se sustentaba en un encuentro de gentes que venían del bando de los vencedores y del de los vencidos, con Fraga, por ejemplo, por un lado y con Carrillo por el otro. Era una cuestión muy compleja, pero lo que salió de las Cortes daba a entender que la Guerra Civil quedaba definitivamente clausurada y que con ello se ponían los fundamentos de en Estado nuevo. A partir de aquí se adoptaron procedimientos para la distribución territorial del poder, pero lo que ha sucedido desde entonces ha dependido más de las políticas adoptadas que de la Constitución.

-Respecto a los vencedores y los vencidos, la izquierda reivindica aún la generosidad con la que renunció entonces a cotas de poder a priori legítimas para garantizar la paz. ¿Tiene sentido mantener aún este discurso?

-Eso depende también de las políticas desarrolladas desde la Transición. Lo que se reivindicaba entonces desde la izquierda, la derecha y el centro era que la Ley de Amnistía cerraba del todo el pasado. Pero la Ley tardó mucho en promulgarse, y si lo hizo fue por sacar al resto de presos de ETA que quedaban en la cárcel. No era una ley de punto final. Al mismo tiempo, la UCD metió a los funcionarios que habían cometido delitos, así que aquello se entendió al final como una amnistía de todos para todos. Pero absolutamente nadie reivindicó una reparación por los crímenes del franquismo.

-Hasta que empezaron a abrirse las fosas.

-Veinte años después, por una reivindicación de las familias que exigían un enterramiento digno de las víctimas del franquismo. Lo de las fosas se ha hecho tarde y mal, pero, de nuevo, esto no tiene nada que ver con la Constitución sino con el hecho de que ningún Gobierno ha respondido a la reivindicación de las familias, ni el del PP entre 2000 y 2004 ni el del PSOE, que en lugar de convertirlo en cuestión de Estado se dedicó a subvencionar a entidades privadas para que se hicieran cargo.

-¿Se habría producido una reparación por los crímenes en la Transición si alguien la hubiera pedido?

-Se hicieron algunas cosas. En algunos pueblos se abrieron fosas y hubo exhumaciones. Hubo aportaciones periodísticas valiosas, como los reportajes que publicó Interviú sobre aquellos crímenes. Pero todo terminó en 1981 con el 23-F. Y en 1982, la victoria del PSOE en las elecciones generales se interpretó como una llamada a mirar hacia adelante, a construir la España del futuro. Y la llamada tuvo éxito: ningún Ayuntamiento de izquierdas pidió a partir del 82 que se abrieran las fosas, aunque algunos sí lo habían hecho en el 78.

-¿Considera posible y deseable un Estado que tenga su eje en los ciudadanos en lugar de los territorios?

-Si se refiere a las balanzas fiscales, que por cierto no existen en los Estados federales, donde lo que hay es una distribución de los recursos, mejor pregúntele a Borrell, que es el que sabe de esto. Lo que sí puedo decirle es que no hay nada parecido al expolio que denuncian los nacionalistas catalanes. No es más que un cuento basado en mentiras.

-Pero, ¿no era ya España un Estado federal, al menos en la práctica?

-El Estado de las Autonomías es federal sólo tendencialmente. Y, como decía Azaña, España no puede quedarse siendo algo tendencialmente toda la vida. Lo que necesitamos son instituciones que garanticen el desarrollo del federalismo. El Estado dispone de ellas y puede ponerlas en marcha cuando quiera: el Senado, las fiscalías, las administraciones territoriales... Todos estos instrumentos están previstos en la Constitución y bastaría con adoptarlos. Lo que pasa es que los nacionalistas del País Vasco y de Cataluña no los quieren porque prefieren una relación con el Estado en clave bilateral. Cuando Pujol afirmó que no quería ver Cataluña convertida en un lander alemán lo dejó muy claro.

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