alfredo tejada, Cantaor ganador de la última Lámpara Minera

"Cuando uno se mete a flamenco no lo hace buscando dinero; es vocación"

"Cuando uno se mete a flamenco no lo hace buscando dinero; es vocación"

"Cuando uno se mete a flamenco no lo hace buscando dinero; es vocación" / maría de la cruz

-Acaba de ganar la Lámpara Minera, el máximo galardón del Festival del Cante de las Minas.

-Sí, me ha parece un honor y también una responsabilidad. Espero saber defenderla. Me presenté hace seis años, pero no iba preparado. Sólo quería saber cómo funcionaba el certamen. Me gustaría agradecer este galardón sobre todo a mi amigo y cantaor Jeromo Segura, que ha sido mis pies y mis manos a la hora de aprender a interpretar los cantes mineros. Él ha hecho que yo sepa apreciarlos desde la raíz.

-¿En qué radica la dificultad de cantar uno u otro palo flamenco?

-Del timbre de cada cantaor. Dificultad tienen todos. En mi caso, tengo una garganta que me permite dominar tanto los palos más cortos, como los palos más alargados, es decir, las granaínas. Soy un pequeño privilegiado dentro del mundo flamenco. Normalmente, las gargantas más gitanas, más afillas -tipo de voz dentro del cante flamenco ronca y rasgada- les cuesta mucho más interpretar unas malagueñas, unas granaínas.

-¿Cantaor o cantaora que le haya influido decisivamente a lo largo de su carrera?

-Hay muchos. Empecé escuchando flamenco en mi casa. Mi madre era cantaora, mi abuelo también. Y mi padre era bajista. La primera vez que escuché a Camarón me quería morir. Me pareció un extraterrestre. Seguí investigando y descubrí a Antonio Chachón, Manuel Torres, la Ñiña de los Peines, Tomás Pavón, Fosforito, Mairena, Naranjito de Triana, Enrique Morente, que es uno de mis ídolos. A Miguel Poveda y Mayte Martín los escuchó muchísimo.

-Usted se ha criado en un entorno propicio para dedicarse a esto, pero ¿un cantaor nace o se hace?

-Se hace. Primero tienes que tener el instrumento, la voz. Si no cantaríamos todos. Después, afición y lógicamente no se aprende sabiendo. Todo es a base de esfuerzo, lucha, trabajo, de que tu garganta vaya cogiendo tesitura, de que te vayas encontrando a ti mismo. Porque al principio vas a copiar a cantaores, eso es normal, pero al final tienes que ir formando tu propia personalidad habiéndote cultivado previamente.

-¿Es decir, un cantaor para serlo tiene que conocer al dedillo cada uno de los palos?

-Eso es indiscutible. Uno puede tener ese don de cantar bien, pero si tú no lo trabajas ni lo estudias es imposible.

-Antes ha mencionado a Enrique Morente, un as de la fusión. ¿Le parece flamenco lo que hace Rosalía y Raül Refree o el Niño de Elche?

-No. El único que hacía flamenco cuando mezclaba era Morente. Esto es muy sencillo. Para poder innovar tienes que conocer. A mí me parece maravilloso innovar, que la gente tenga inquietudes y no se quede sólo eso. Soy un loco enamorado de Pat Metheny, de Ryuichi Sakamoto, de la música. Pero es verdad que el flamenco tiene unas pautas y unas bases que hay que aprenderlas. Morente hizo una antología de flamencos grandísimos antes de explorar por otros caminos.

-¿Cuál es el límite a la hora de mezclar músicas?

-No hay límite ninguno. El límite es hacer las cosas bien. Hay mucha incultura y es muy fácil engañar a la gente.

-"Hemos hecho una broma del flamenco; el turista ve algo que no tiene nada que ver", me decía el otro día Belén Maya. ¿Qué opina?

-El español de por sí es mentiroso. Tenemos una picardía que no la tiene Europa. Me incluyo el primero. Sálvese quien pueda. En la música, como en la vida, hay que ser honesto. Es muy fácil engañar a las personas que no tienen cultura musical o cultura. Lorca decía: "A un pobre no le des una peseta, regálale un libro". La base de un país es la cultura. Sin ella, estamos perdidos. Es muy fácil engañar a una persona que no conoce el flamenco regalándole al oído cosas nuevas digamos. Cuando escuchaba temas de fusión de Morente percibía aires de bambera. Este hombre innova desde la raíz, el conocimiento.

-¿Piensa que en cinco años seguirá sonando la música de Rosalía?

-Creo que no. Yo he mezclado flamenco con tango argentino, con música andalusí. He trabajado en una ópera.

-Siempre que hablo con flamencos me dicen que se valora más esta música fuera de España que dentro. ¿Cree lo mismo?

-He dado la vuelta al mundo un par de veces y he trabajado con compañías tan grandes como las de Eva Yerbabuena, La Lupi, Antonio Gades y Mario Maya. El mundo entero respeta el flamenco. En España no se le da ese valor, no. Los mismos políticos son los primeros que tienen que apostar por él.

-¿Los flamencos se van de España o viven en la precariedad?

-Hay muchísima precariedad. Yo me tuve que mudar a Madrid para poder vivir de esto. En Andalucía era imposible. Ganaba una cantidad absurda y vivía de manera mediocre. La culpa es primero de la gente que contrata por tan poco dinero y segundo de los artistas que lo aceptan. Yo casi ni llegaba a fin de mes. Debería haber un convenio de artistas. Hasta hace poco no se daba de alta a la gente y se pagaba en negro. Los artistas tenemos que cotizar. Eso sí, cuando uno se mete a flamenco no lo hace buscando dinero, es vocación. Ahora, tendremos que comer de algo, no del aire.

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