Entrevistas

"La gente olvida la crisis en los bares y el teatro"

-¿Ha llegado la crisis también al teatro?

-Por ahora no ha llegado. Las funciones que estamos haciendo Los Ulen se llenan de público, y los teatros de Madrid y de Barcelona también. La gente trata de olvidar la crisis yendo a los bares y al teatro.

-¿Los ayuntamientos invierten menos en cultura?

-Sí, los ayuntamientos contratan menos. Se nota. Lo primero que recortan en caso de apuro económico es la cultura. ¡Lo fundamental es lo primero que recortan!

-Doce años después, en plena crisis económica, han recuperado Maná-maná, una obra sobre la pobreza estrenada en 1996.

-Maite Sandoval, Paco Tous y yo [fundadores de la compañía] queríamos estar de nuevo juntos. Hacía tiempo que no coincidíamos los tres y nos apetecía celebrar los veinte años, que después han sido 23, de Los Ulen.

-¿Y por qué con esta obra?

-Es la que más alegrías nos dio y con la que empezamos lo que nosotros llamamos la comedia radical, escenificando situaciones como la vida de un grupo de pobres o el bar de un cementerio. Supuso salir del terreno del payaso blanco al del bufón.

-Maná-maná es la historia de tres pobres. ¿Cómo reacciona el público de hoy, el espectador de la crisis?

- El público la acoge magníficamente, mejor que antes, porque la crisis y la obsesión de los medios informativos por hablar de ella hace que el espectador piense en qué le ocurriría si se convirtiera en pobre. Hoy cualquiera puede caer en la miseria. El público recibe la obra con sonrisas amargas. Las circunstancias hacen que el tono melodramático esté más presente. Nosotros también estamos más viejos y con más mala leche y eso se nota.

-¿Los pobres van al teatro?

-Los pobres del estilo de Maná-maná nunca. No los dejan ni pueden permitírselo. Van a otro teatro de calle, el de las aceras y los altares de cartón. Pero a una sala no los dejarían nunca entrar. Me refiero a los pobres al estilo de Lombri, el personaje mío.

-¿Habría que hacer descuento a los pobres?

-¿Hacerles descuento? No serviría de nada. Nadie se sentaría a mi lado con la mugre que llevo.

-¿Y quién es Lombri?

-Soy el primer pobre de España con casta y abolengo, y un árbol genealógico lleno de pobres. Soy un cínico y me gustan las mujeres pobres que viven en los portales de Correos y las busco por la noche con dos tetrabrik. Soy un pseudointelectual de los parias.

-¿Y dónde hay que invertir, señor Lombri?

-Hay que invertir en países emergentes y en casos de solidaridad, en la construcción de hospitales, y apoyar zonas destrozadas del planeta en vez de invertir en fondos bancarios.

-¿Cree en la Navidad, señor Lombri?

-La Navidad es un invento de los indecentes que nos echan de los escaparates y nos quitan los cartones. El día 26 es el mejor. Por las sobras. Hemos cogido hasta centollas vivas.

-Y en el Año Nuevo, ¿cree?

-Sí, creo que el Año Nuevo va a ser exactamente igual que este.

-¿La risa da hambre?

-Una jartá, porque mueves mucho el estómago.

-¿Qué piensa de Madoff, el gestor de fondos que ha estafado a numerosos potentados de todo el mundo?

-Es muy listo. Ha hecho el timo más estúpido del mundo, el de la pirámide, y han picado los más poderosos: japoneses, cántabros y alanos. Madoff tiene setenta años y tiene dinero para, en los tres próximos, alicatar la cárcel de oro y hartarse de Moët Chandon. Lo peor es cuando se piensa dónde puede estar el dinero estafado. Creo que los paraísos fiscales habría que quitarlos de en medio.

-Los bancos piden dinero al Estado. ¿Siente misericordia de ellos?

-Ninguna. Me gustan los bancos limpios, pero los del parque.

-¿Cuáles son los proyectos que tiene para 2009, el año duro de la crisis?

-¿Los proyectos de Lombri? Intentar cenar con las sobras de los contenedores de Navidad y en marzo, después de las rebajas, como la gente suele comprar tantas tonterías, pescar objetos inverosímiles en los contenedores.

-¿Y los proyectos de Pepe Quero? ¿Cuáles son?

-Seguir con Maná-maná y volver a preparar el espectáculo de Isla Mágica en Sevilla. Y seguir con mi historia en Madrid de la zarzuela y todo lo que surja. Televisión no me apetece lo más mínimo.

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