Málaga

¿Quién dijo que la escuela mata la creatividad?

  • Más de 3.000 alumnos y 400 profesores sacan a la calle todo lo bueno que no se enseña de un sistema acosado por los recelos, las críticas y los recortes

Basas, fustes, equinos, volutas y ábacos descansan sobre el tablero de juego. "En la época clásica había columnas de tres estilos: corintio, dórico y jónico. Este juego, que no sé si existía o si se lo ha inventado la seño Olga, pero consiste elegir bien las piezas para construir cada tipo de columna". Aicha Zannouti, alumna de segundo de ESO del instituto Mediterráneo, levanta a la velocidad de la luz una columna jónica. Alrededor arquitecturas clásicas, tablillas y pergaminos invitan a viajar "desde la prehistoria hasta el renacimiento", apunta la seño, Olga Garzo, profesora de Historia del centro y promotora del proyecto. "Cada clase se encarga de hacer algún elemento. Los más pequeños las cosas más fáciles, los mayores las más complicadas", agrega Erica Naranjos, que junto a Aicha se ocupan de explicar a los visitantes de Expoeducación los pormenores de la iniciativa que ha alcanzado tal envergadura que después de ocho años ocupa una sala de 50 metros cuadrados en el centro. Aicha, Erica y Olga son tres de los 3.000 alumnos y 400 docentes de Málaga que han participado en la exposición Vive la educación, para mostrar la vida que bulle en los colegios e institutos, invisible detrás del pim, pam, pum político, el debate interminable cargado de reproches al sistema, los recortes y el malestar.

"Nos gusta la historia. Somos buenas en historia, en realidad somos de las mejores de la clase", anota azorada Erica, bajo la mirada de Mercedes Luque, profesora del centro, ataviada para la ocasión de egipcia. Aicha confirma su placer por la historia, aunque matiza que el estudio del mundo árabe le ha resultado más fácil. "Es que soy musulmana, pero también me ha parecido muy interesante la parte relacionada con el catolicismo", subraya.

El proyecto, en el que participan también docentes de cultura clásica, tecnología y plástica, convierte la historia en una materia viva, tangible y retadora para los alumnos, más allá de la mera memorización de lecciones, fechas, nombres e hitos.

Justo al lado, se levanta imponente un acueducto romano, mosaicos elaborados con trozos de papel, lámparas de aceite y reproducciones de las cinco tablas de la Lex Flavia Malacitana que dieron sustento jurídico a la incorporación plena de Málaga al Imperio romano. Las tablas se encontraron en 1851 en El Ejido, justo donde hace 25 años se construyó el colegio Lex Flavia Malacitana que ayer mostraba con esta pequeña muestra de materiales fabricados por los alumnos la imbricación del centro en su propia historia. "Son parte del trabajo que se hizo el año pasado para celebrar el 25 aniversario", aclara la profesora Maribel Estades, mientras recuerda cómo se construyeron frisos y otros elementos para decorar el centro.

Mientras, Olga Anaís Yagual y Daniel Alejandro Yang Avilés, de nueve años, zigzaguean entre el gentío congregado ayer por la mañana en el entorno de El Palmeral de las Sorpresas, en el Puerto de Málaga, donde se organizó esta primera edición de la muestra escolar. Grabadora en ristre ponen en un brete a los transeúntes. "¿Por qué te gusta el arte? ¿Qué es para ti el arte? ¿Si fueses un artista, quién te gustaría ser? ¿Picasso, por qué Picasso?". Su colegio, Nuestra Señora de Gracia, desarrolla desde hace diez años un proyecto interdisciplinar denominado Puertas Regaladas. Los alumnos de cada aula deben decorar la puerta de la clase de otros compañeros con elementos representativos del tema que se elige cada curso. En esta ocasión la materia de estudio han sido los museos de Málaga. El asunto no es menor. Los estudiantes han visitado las pinacotecas, "han entrevistado al director del Museo Ruso y al arquitecto del Centro Pompidou", indica Maribel Serralvo, maestra de apoyo de Educación Primaria, se han acercado a los contenidos y a los continentes museísticos de la ciudad hasta decidir cómo debía a ser la puerta regalada a sus compañeros. El proyecto los ha conducido a estudiar matemáticas y geometría para comprender El Cubo del Pompidou y hasta conocer la movilización ciudadana que reclamó el uso museístico de La Aduana, un edificio cuyo exterior conocieron justo el mismo día que lo inauguró el Rey.

La inmersión no ha dejado indiferentes a Olga Anaís Yagual y y a su compañero de cuarto de Primaria Daniel Alejandro Yang Avilés, hijo de madre guatemalteca y padre chino. "El museo que más me gusta de todos es el de Jorge Rando", dice ella. "Cómo expresiona sus sentimientos en el arte, ¡me encanta!", añade él.

"Yo soy una Sinsombrero". Blusa con encajes, perlas, falda negra por debajo de la rodilla y pelo recogido, Mónica Vera, de 11 años, alumna del colegio Clara Campoamor de Alhaurín de la Torre aclara: "Las Sinsombrero eran las escritoras de la Generación del 27. A nadie les interesaba y las olvidaron, pero eran grandes escritoras", explica aludiendo a aquella generación de creadoras ninguneada por la historia que irrumpió en un universo tan masculinizado como el del arte y la cultura que en el mejor de los casos relegaba a la mujer a lo que se conocía como sección femenina o arte de mujeres. "¿Por qué sin sombrero? Porque querían ser libres en una época en la que las mujeres no eran nada", resume con acierto. Los alumnos de sexto curso del centro realizaron el año pasado un proyecto sobre las Sinsombrero que se alzó con el segundo premio Joaquín Guichot a la innovación educativa. "¿Clara Campoamor? Sí que sé quién es. Ella hizo que las mujeres pudieran votar", apostilla Mónica Vera.

Claudia Gámez tiene ocho años y dos coletas que a duras penas contienen la rebeldía de sus rizos mientras cuenta con lujo en los detalles cómo son las curas de urgencia en su colegio, el Rosa de Gálvez. Tienen siempre a mano la caja de las palabras bonitas: perdón, gracias y ayuda ocupan un lugar de honor. "Son palabras que cuando las dices curan", precisa. Después está el botiquín que contiene, entre otros remedios imprescindibles, las palabras convivir y escuchar. "Hay que recordarlas cada día", dice la niña. Y finalmente el bote del Día de la Paz con pequeños trozos de papel en el que los alumnos anotaron sus deseos para después leerlos en voz alta.

Manolo Ortiz, Jesús Collado y Juanjo Mohatas son lo que parecen. Adolescentes de 16 años desconcertados porque su interés en subrayar el desapego y la suficiencia que se les presume a estas edades es incoherente con el ahínco que despliegan para atraer al público y que se detenga a oír el concierto de flauta dulce de sus compañeros del instituto Guadalmedina. "¡Pero venga, venid, quedaos a escuchar!", claman. Explican que la profesora de música, Rocío Cuenca, es la responsable de este proyecto que se mantiene desde hace seis años, en el que la música es la estrategia a través de la que se inoculan valores. "La orquesta es de alumnos de primero y segundo de ESO, pero también hay voluntarios de tercero y cuarto. La mayoría toca la flauta, pero si a alguno se le da bien otro instrumento, la profesora les deja también que lo toquen".

Una de las particularidades que ha tenido Expoeducación, organizada por la Delegación de Educación y celebrada ayer en el Puerto, reside en que ha puesto a disposición de los centros del sistema público 108 expositores para que sean los propios colegios e institutos los que decidan qué mostrar y cómo. Por tanto, ha permitido que el público general conozca cómo se enseña y cómo se aprende. Esta es la primera vez que se saca a la calle la escuela pública con un formato similar al de las ferias que realiza el sector privado para presentar su oferta educativa. La iniciativa, en la que han participado 85 colegios e institutos de 25 municipios de la provincia, tiene lugar además después de un largo periodo de recelos hacia el sistema educativo, que con o sin razón lo ha conducido al centro de la diana de los problemas del país.

Exhibiciones de robótica, gafas que permiten un recorrido virtual por la iglesia de La Victoria, fabulosas caracterizaciones de drag queens completaron un recorrido que si no pone en entredicho el informe Robinson, sí al menos hace albergar esperanzas frente a la teoría con la que el experto británico Ken Robinson puso en duda el sistema educativo occidental, inmortalizado en la charla TED Talk La escuela mata la creatividad que suma millones de visionados en internet.

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