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Ana carmona. catedrática de derecho constitucional de la hispalense

"El concepto plurinacional es producto del marketing político"

  • Miembro de la prolífica escuela constitucionalista sevillana, está considerada como una de las mejores especialistas en una materia que, debido al 'procés', está en primera línea informativa

Ana Carmona, en la Facultad de Derecho de la Hispalense, durante un momento de la entrevista.

Ana Carmona, en la Facultad de Derecho de la Hispalense, durante un momento de la entrevista. / fotoS: josé ángel garcía

Ana Carmona (Sevilla, 1965), como tantos, llegó a la carrera de Derecho sin mucha vocación. Sin embargo, poco a poco, fue enganchándose al derecho público y político hasta que se topó con su maestro, Antonio Porras Nadales, uno de los gurús de la escuela constitucionalista sevillana. El resultado fue el premio extraordinario de la Hispalense a la mejor tesis doctoral. Lectora atenta de Locke y El Federalista, aunque sin olvidar a los grandes maestros franceses -Montesquieu, Rosseau, etc- esta catedrática de la Hispalense, que ha enseñado e investigado en universidades de Argentina, Italia y Alemania, es una mujer tranquila que habla de los temas más polémicos con reposo y una sonrisa que interpretamos como escéptica. Aunque fue propuesta en su día por Podemos Andalucía para ser magistrada del Tribunal Constitucional, en ella, que declara su más estricta independencia política, no se observa rastro de la fogosidad que identifica a algunos representantes de la formación morada. Colaboradora asidua en medios de comunicación (su primera vocación, de hecho, fue el periodismo), ha trabajado en estrategias de participación regional en la UE y protección de los derechos fundamentales en el marco europeo.

-Dígame un clásico fundamental para el derecho político.

-Locke, me gusta mucho Locke. Más que Montesquieu o Rousseau.

-Es decir, que prefiere la tradición anglosajona -siempre pragmática y realista- a la francesa, más abstracta e utópica.

-Los anglosajones siempre hacen una teoría más apegada a la realidad. El espíritu de las leyes no es más que una versión burguesa y liberal de la distribución de poderes que ya existía en Gran Bretaña y que después se implantó en el Continente.

-¿Y los padres de nuestra Constitución, la de 1978, a cuál de estas dos tradiciones se acogieron?

-Se acogieron a lo que pudieron. La Transición está siendo ahora sometida a una revisión histórica y olvidamos hasta qué punto fue un gran avance... Veníamos del Franquismo, con un Ejército muy potente y un establishment muy arraigado... Nuestros constituyentes se fijaron, sobre todo, en el constitucionalismo que se implantó en Europa después de la II Guerra Mundial: el Estado social, la democracia, el pluralismo... Se mira mucho a Alemania y a Italia, que son dos tradiciones muy distintas, pero que beben de esas mismas raíces.

-¿Y cree que la Constitución, como dicen ahora sus detractores, fue dictada bajo el miedo?

-Esa lectura, cuarenta años después, es políticamente interesada. Al igual que el catedrático de Constitucional de la Universidad de Santiago de Compostela, Roberto Blanco Valdés, creo que la Constitución fue un éxito si se tiene en cuenta que se redactó y aprobó en una época en el que aún existían un Ejército franquista, una burocracia del régimen, unas clases privilegiadas que no veían muy claro el cambio... ¿Fue la Constitución óptima? Seguramente no, pero en ningún sitio se parte de cero y en todos los países hay compromisos entre lo que hay y lo que se quiere construir. Siempre se quedan cosas por resolver... Fíjese en EEUU, hizo su proceso constituyente y al poco tiempo de aprobarse la Constitución estalló una guerra civil.

"Una solución para que Cataluña se sienta a gusto dentro de España pasa por la asimetría del Estado"

-Ahora todo el mundo dice que hay que reformar la Constitución. ¿Usted cree que es necesario?

-Sí, hay que reformarla. Lo primero el tema territorial...

-¿En qué sentido?

-Hay que incorporar toda la experiencia del Estado autonómico y dar un paso más. Tenga en cuenta que todo el tema de la descentralización se introduce en la Constitución para dar respuesta a las inquietudes de Cataluña y del País Vasco... después todas las regiones se subieron al carro. Tras cuarenta años vemos que no sólo no se ha mejorado la integración de Cataluña en España, sino que estamos en este proceso de clara ruptura.

-¿Defiende un Estado asimétrico?

-Está claro que una solución en la que Cataluña se sienta a gusto pasa por la asimetría. El problema está en cómo se percibe eso en el resto de España.

-España ya es un Estado asimétrico, fíjese en el País Vasco. ¿Por qué los vascos sí y los catalanes no?

-El sistema foral en el País Vasco siempre ha estado vigente, aunque con altos y bajos, a lo largo de la historia. Sin embargo, en Cataluña no se mantuvo esa tradición foralista. Allí, el foralismo consiste en el régimen matrimonial, las herencias... cuestiones que pertenecen al derecho privado, pero no al público... Eso marcó mucho la diferencia en el tratamiento que le da la Constitución a Cataluña y al País Vasco. La Constitución introdujo el concierto para el País Vasco porque era algo que ya existía cuando se estaba redactando, condición que, sin embargo, no se daba en el caso catalán... Cuestión distinta es si el concierto sigue teniendo cabida en la Constitución. No deja de ser un privilegio.

"El 155 es como 'que viene el coco', la gran amenaza, pero ¿solucionaría de verdad el problema?"

-No creo que exista ahora mismo nadie dispuesto a eliminar el concierto vasco.

-Estoy de acuerdo. Eso no hay quien lo toque.

-¿Cree que España es plurinacional?

-Culturalmente sí, pero políticamente no. El concepto plurinacional está de moda, es producto del marketing político, pero ¿a qué nos estamos refiriendo realmente? ¿Cuántas naciones hay? ¿De qué hablamos cuando hablamos de naciones? Es un debate muy tramposo con mucho humo. Ahora mismo, es imposible tener una respuesta clara a su pregunta.

-¿Qué más hay que reformar de la Constitución?

-Si vamos a mantener la Monarquía hay que revisar el orden sucesorio para ajustarlo lo máximo posible a la lógica democrática. También habría que hacer una reforma intensa del Tribunal Constitucional para reforzar la independencia del órgano.

-¿Ahora mismo no es independiente?

-Ahora mismo hay muchos mecanismos que están pensados para fomentar la independencia del Constitucional, pero hay que introducir otros para mejorar la calidad democrática...

Ana Carmona, durante la entrevista Ana Carmona, durante la entrevista

Ana Carmona, durante la entrevista

-Muchos creen que la composición del TC, en estos momentos, responde más bien a un simple mercadeo político.

-Habría que reforzar más el perfil técnico y de excelencia jurídica de los componentes del tribunal. También habría que hacer de verdad algo que se hace en EEUU, donde los candidatos al Tribunal Supremo pasan por los exámenes de las cámaras. Aquí existe algo parecido, pero es poco creíble. Cosas así acercan las instituciones al pueblo.

-Usted fue propuesta por Podemos como magistrada al TC.

-Sí, por Podemos Andalucía, pero soy independiente, no pertenezco a ningún partido.

-¿Y cómo cree usted que se está portando el TC con el tema catalán?

-El TC tiene una posición muy difícil. Algunos le achacan que hace cumplir las leyes, pero es que no puede hacer otra cosa. ¿Qué va hacer este tribunal ante cuestiones que son de una inconstitucionalidad flagrante?

-¿Y le parece bien que el Gobierno acuda constantemente a este tribunal?

-Es que tampoco puede hacer otra cosa. Cuestión distinta es que la única respuesta del Ejecutivo ante el desafío soberanista sea la vía judicial.

-Ahora se habla mucho de la aplicación o no del artículo 155 de la Constitución.

-Uffff... el 155.

"Cuando se estaba redactando el nuevo Estatuto de Andalucía, se miraba constantemente a Cataluña"

-¿Es usted partidaria de aplicarlo?

-Algunos constitucionalistas sí lo son. Yo creo que el 155 es como "que viene el coco", la gran amenaza, pero ¿de verdad solucionaría el problema? Creo que no es la respuesta. La coerción federal está pensada para no aplicarse nunca.

-Muchos ciudadanos no entendemos eso. La Constitución no debe ser un paripé. Todo su articulado debería ser válido y aplicable.

-Tiene razón, pero creo que es una solución muy radical que sólo debería usarse en casos muy extremos.

-¿Y no es un caso extremo un referéndum ilegal de independencia de uno de los territorios que componen España?

-Sí, lo es. El problema es que el 155 no explicita qué medidas se deben tomar. Es un artículo que se inspira directamente en el artículo 37 de la Ley Fundamental de Bonn y en Alemania nunca se ha usado.

-Por suerte o desgracia para ellos y nosotros, la realidad española y la alemana son muy distintas...

-Pero tengo la impresión de que estamos en un momento del conflicto catalán en el que no basta sólo la respuesta jurídica.

-¿Fue un error que el nuevo Estatuto de Andalucía, ese que no fue a votar nadie, nos definiese como nacionalidad?

-Recuerdo un artículo de Antonio Porras que lo definió como el estatuto fotocopia. En los ambientes jurídicos se comenta que, cuando se estaba redactando el Estatuto, se miraba constantemente a Cataluña y no se sacaba un papel sin que antes lo hiciesen allí.

"En Alemania o EEUU llevan con naturalidad que haya unas regiones más ricas que otras"

-El papel de Andalucía en la España de las autonomías ha sido siempre, y sigue siendo, el de la región que vigila y actúa para evitar la asimetría y la desigualdad entre territorios. ¿Deberíamos seguir ejerciendo ese papel?

-Cuando se habla de asimetría inmediatamente se piensa en desigualdad, pero la igualdad es algo entre ciudadanos, no entre territorios. La asimetría no tiene por qué romper la igualdad entre ciudadanos. Lo que no es justo es que los territorios que más contribuyen sean penalizados a la hora del reparto. Por supuesto, siempre hay un límite, que es la solidaridad y la igualdad. En Alemania o en EEUU se lleva con naturalidad que haya regiones más ricas que otras.

-Uno de los temas sobre los que usted más ha trabajado son los derechos fundamentales. Ahora se repite mucho que hemos retrocedido en derechos. ¿Es cierto?

-Estamos perdiendo muchos derechos sociales por el brutal impacto de la crisis: en educación, en sanidad... y ahora que estamos saliendo del bache no veo que los estemos recuperando. Por otra parte también hay pérdida de derechos políticos, especialmente por el efecto de la Ley Mordaza.

-¿Y aparecerán nuevos derechos en el futuro?

--En los países desarrollados y ricos se observa una tendencia clara al reconocimiento del derecho de los animales. De hecho ya hay sentencias en España que condenan a personas por maltrato animal. Fíjese el caso de la orangutana Sandra, en Argentina, donde un juez llegó a dictar un habeas corpus para librarla de las pésimas condiciones en las que vivía en el zoológico. Eso sí, no soy partidiaria de poner al mismo nivel a personas y animales, porque la dignidad humana nunca será equiparable a la de los animales.

-Eso nos lleva a un asunto espinoso: los toros. ¿Es compatible la Fiesta con estos derechos de los que estamos hablando?

-Los toros son un maltrato animal evidente. Nunca he sido capaz de ver esa trascendencia en la Fiesta que otros observan.

-Usted ha escrito sobre la necesidad de europeizar nuestra Constitución.

-Es otra de nuestras asignaturas pendientes. Es algo tan sencillo como que nuestra pertenencia a la UE y la consiguiente cesión de competencias soberanas no están recogidas en la Constitución. Por ejemplo, la potestad presupuestaria, el artículo 134 de la Constitución, que trata de cómo se hacen los Presupuestos Generales del Estado. La Constitución no recoge una norma básica europea actual: que antes de que el Gobierno presente los PGE al Parlamento deben pasar por la Comisión Europea, que controla si se ajustan a las exigencias de la zona euro. La Constitución debe ajustarse a la realidad, si no estamos ante un fenómeno que Pedro Cruz ha calificado como autismo constitucional. La Constitución está pensada para una España que es un ente aislado, pero la realidad es que actualmente pertenece a la UE, lo que ha transformado gran parte de nuestras estructuras constitucionales. En este asunto vamos muy retrasados, porque la gran mayoría de los países tienen lo que se llama una cláusula europea.

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