Economía

Iberia afila el cuchillo

El desencuentro entre Iberia y sus pilotos es todo un clásico. La tensión actual no es más que la enésima reproducción de un problema aparentemente irresoluble. La empresa acusa al Sepla de orquestar una huelga encubierta con funestas consecuencias para su caja: los retrasos y las cancelaciones de vuelos se acumulan. Y la paciencia, claro, se acaba. Brillan los cuchillos.

Fuentes de la negociación aerolínea-sindicato admiten que Iberia baraja la adopción de medidas contundentes: despidos, indemnizaciones y sanciones administrativas por actuaciones contrarias a la ley de seguridad aérea. Si se demuestra que existe una huelga de celo, la guerra está una vez más servida.

El problema nace en 2000. Tocaba negociar el séptimo convenio colectivo (el sexto, firmado en 1999, acababa de caducar). No crean que se trataba de batallar por un marco aplicable a todos: Iberia es una rareza desde el instante en que dispone de tantos convenios como gremios. Está el del personal de tierra, el de los tripulantes de cabina y, por supuesto, el de los pilotos, acostumbrados a amasar un enorme poder cuando la compañía era pública.

En agosto de 2001, el Gobierno impuso la vía del arbitraje. El laudo se aplicó hasta diciembre de 2004. Era un oasis. Se reabrieron los contactos entre amplios vacíos legales. ¿Se aplicaba el sexto convenio entretanto? Al apaño sucedió otro apaño y las cosas fueron tirando gracias a la normativa general y de navegación aérea. Agosto de 2006. Huelga. Batallas y renegociación sin final feliz. El pacto provisional consistía en sobrevivir con la "normativa actual" hasta que los dioses auspiciaran la entente. La cláusula era venenosa porque alentaba la ambigüedad, y la ambigüedad es explosiva en tiempos de tormenta.

Muchos se acuerdan de Marx y su Historia repetitiva cuando echan un ojo hoy a la situación. Las expectativas de unos y otros se estancan y los puentes caen. Los pilotos tienen a mano el convenio del 96 y lo enarbolan de cuando en cuando para, por ejemplo, exigir que su asiento esté más alto y reventar de paso el vuelo. Iberia traga saliva. Por ahora.

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