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La versión sufrida del 'showtime'

  • La franquicia californiana fue la primera en ganar el anillo en dos años seguidos desde los Celtics de los 60, un 'back-to-back' costó sangre, sudor y lágrimas

"¡El año que viene volveremos!". En plena euforia, tras derrotar a los Celtics en seis partidos en la final de 1987, Pat Riley, entrenador de los Lakers, lanzó el reto. El objetivo de Los Angeles era repetir título, algo que ningún equipo lograba desde que los Celtics, en 1969, revalidaran el anillo conquistado en 1968. El equipo californiano había cerrado un año glorioso, con Magic Jonson como MVP de la temporada, con un récord de 65 triunfos y 17 derrotas -el mejor de la historia de la franquicia hasta la fecha- y finiquitando los play off con apenas tres derrotas. Además, el patrón de juego de los angelinos, el showtime, había alcanzado cotas de perfección inenarrables. Aunque quizá no era el mejor momento para plantear el reto de repetir título.

Los Lakers afrontaron el curso 87-88 con el mismo esquema que el curso anterior, con todas las limitaciones que ello implicaba: un quinteto titular inamovible (Magic, Scott, Worthy, Green y Jabbar) y tres veteranas piezas desde el banquillo (Cooper, Mychal Thompson y la aportación testimonial de Kurt Rambis). La edad ya empezaba a hacer mella en algunos de sus pilares: Kareem, que cumplió 41 años esa temporada, ya no era el pívot dominante de un par de años atrás; Cooper, mejor defensor el curso anterior, vivió una temporada aciaga en el tiro -no llegó al 40% de acierto en lanzamientos-, además de perderse la cuarta parte de la temporada por lesión. Sólo el paso delante de Byron Scott permitía creer en la evolución del equipo.

utah entra en escena

Con todo, los mimbres fueron suficientes para firmar un 62-20 que fue el mejor récord de la Liga. El sufrimiento llegó en el play off. Tras superar a los Spurs por un cómodo 3-0, el showtime angelino se enfrentó a los Utah Jazz. El primer encuentro se cerró con un triunfo cómodo en el Forum, pero en el segundo, la sociedad que formaban John Stockton y Karl Malone entró en escena. Relativamente desconocidos hasta entonces, sus imparable dos contra dos y la muralla humana que formaban Mark Eaton (2,24) y Thurl Bailey (2,11, uno de los mejores sextos hombres del momento) cortocircuitaron el ataque de los Lakers, que perdieron la ventaja campo en el segundo encuentro. Ya en Utah, Eaton sometió a Kareem como ningún otro jugador lo había hecho antes y llevó a los suyos a la victoria, dejando al mejor ataque de la Liga -quizá de la historia- en apenas 89 puntos. L.A. reaccionó en el cuarto y recuperó la ventaja campo en el quinto por un ajustado 111-109. En Salt lake City, Eaton volvió a ser un muro infranqueable y los Lakers se quedaron en 80 puntos, llevando la serie a un épico séptimo encuentro, en el que la genialidad de Magic Jonson puso el 4-3 a favor de L.A.

En la final de Conferencia, los agotados Lakers se encontraron con los Mavericks de Aguirre, Blackman y Tarpley. Superados por su juventud y el ambiente, L.A. puso la eliminatoria 2-0 a su favor, pero en dos encuentros en el Reunion Arena de Dallas, los de John McLeod igualaron la eliminatoria. De vuelta al Forum, fue otra vez Magic Johnson el que lideró el triunfo local, igualado 48 horas después por Derek Harper, que anotó el tiro de la victoria para Dallas y llevó el cruce al séptimo encuentro. Dallas mandó en el marcador hasta cinco minutos del final, donde de nuevo Magic y la labor reboteadora de Kareem activaron el contrataque para volver a la final.

'bad boys' a la espera

Los Lakers llegaron a la serie por el título agotados, tras disputar 17 partidos en un mes y tras superar la tensión de dos series a siete partidos, aunque esta vez no les esperaban los Celtics. Los jóvenes Pistons, su rotación de nueve hombres y su temible defensa (Laimbeer, Rodman y Mahorn formaban su trío de bastiones interiores) aprovecharon la confusión y el agotamiento de los Lakers para firmar la gran sorpresa y ganar el primer envite en el Forum, con un Adrian Dantley inconmensurable (34 puntos), cediendo la batalla del rebote clamorosamente y yéndose ya al descanso 15 puntos arriba gracias a un par de triples de Thomas y Laimbeer. Con Kareem en dificultades, Mychal Thompson anulado y Magic Johnson sufriendo el acoso de Rodman, fue James Worthy quien salvó los muebles en el segundo y el tercero, antes de que en cuarto de la serie, disputado en el Silverdome de Pontiac, Detroit humillara al campeón derrotándole por 25 puntos. El dominio se extendió hasta el quinto de la serie, donde L.A. no encontró respuesta, se quedó de nuevo por debajo de los 100 puntos y se encontró, 104 partidos después, a una sola derrota de la eliminación.

El sexto encuentro citó a lo mejor de Hollywood. L.A. dominó hasta el descanso, pero, de súbito, surgió Isiah Thomas. Con un esguince de tobillo, una rotura fibrilar en el muslo y un golpe en su ojo derecho, Pocket Magic desarboló a los Lakers en un segundo cuarto, literalmente, de record. Él solo anotó 25 puntos, por 26 de los Lakers, rompió la máxima anotación de la historia en un cuarto en unas finales y puso a Detroit cinco puntos arriba con doce minutos por jugar. Sólo la genialidad de Magic y las buenas canastas de James Worthy -Scott estaba desaparecido desde el segundo de la serie- llevaron a los Lakers a ganar por 103-102, después de que Laimbeer fallara un triple precipitado a 20 segundos del final.

El último encuentro de la temporada 87-88 fue brutal. Con una igualdad sin precedentes, ninguno de los dos equipos logró marcharse en el marcador hasta que Worthy -MVP de la Final- y, por fin, Byron Scott pusieron a los Lakers 10 arriba al término del tercer cuarto. Detroit, a base de defensa, fue minando la resistencia de L.A. hasta que un triple de Laimbeer puso el 106-105 con seis segundos por jugar. En plena presión, Worthy encontró su décima asistencia de aquel 12 de julio de 1988 para que A.C. Green pusiera el definitivo 108-105. El intento triple desesperado de Isiah Thomas no evitó el back-to-back de los Lakers.

Así, con un sufrimiento inenarrable, tras 106 partidos y después de superar tres series que se extendieron hasta el séptimo, los Lakers lograron lo que nadie pudo desde 1969: repetir anillo. Y cuando a Riley, en rueda de prensa, le preguntaron si repetirían anillo en el 89, antes de que pudiera contestar, Kareem le puso una toalla en la boca. Él, a sus 41 años y con 19 temporadas de experiencia en la Liga, sabía mejor que nadie lo duro que había sido.

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