Liga adelante

El más tonto de la clase (1-1)

  • El Córdoba se deja empatar ante un rival al que tuvo en inferioridad numérica más de media hora para sentenciar. Sin ideas ni capacidad para controlar la situación se dejó comer por el arreón gijonés.

En la jungla en la que se convierte toda clase con alumnos que no alcanzan la adolescencia siempre hay un empollón que se gana con su trabajo el respaldo del profesor; un gamberro que busca la mínima excusa para hacer pellas; un listillo que se conoce como nadie las artimañas para sacar el curso sin dar golpe... Pero también está el alumno callado, ése que por no meterse en líos y pasar desapercibido todos toman por tonto. Ése al que los mayores roban el bocata en el recreo. El que se lleva las collejas en el pasillo en el cambio de clase. El que siempre se la queda si toca jugar al esconder... Es uno que, sin saber bien porqué, es metible para el resto. Una diana fácil. El hazmerreír del resto. Al que le pasan todas las desgracias, ya las busque o le vengan por sorpresa. Ahora mismo, en la Liga y por mucho que duela, este papel lo ha cogido a la perfección el CCF. Se ha adaptado a las mil maravillas a un rol para el que nadie lo había propuesto y del que es incapaz de salir. Entre otras cosas porque tampoco está poniendo de su parte todo lo que debiera. Al menos en un último mes en el que los cantos de sirena le han nublado la perspectiva, sacándolo de su verdadera lucha, que es entrar en la pelea por ascender a Primera. Todo lo demás es secundario. Incluida la visita del Barcelona por la que todos suspiran, desgraciadamente, más incluso dentro que fuera del club. Y por ahí hay que empezar a atajar las vías de agua.

Porque lo ocurrido ayer ante el Sporting no hay por dónde cogerlo. No tiene explicación alguna. Y eso que todos los que estaban en el campo lo veían venir. O casi todos, porque ni en el banquillo ni en el terreno de juego pusieron soluciones para evitarlo. El CCF jugó la última media hora en superioridad y con el marcador a favor ante un rival que no renunciaba al ataque y dejaba unos agujeros tremendos a sus espaldas. Estaba la cosa para matarlo, para marcar un segundo gol y cerrar el choque y las heridas abiertas en este último mes en el que entre la Real y el Barcelona se ha complicado un punto más de lo deseado. Pero justo en ese instante, los blanquiverdes decidieron irse de El Arcángel. No es que antes hubieran estado especialmente finos, pero al menos habían sido ligeramente mejores. En esos momentos de la verdad, los locales desaparecieron, se dejaron comer la tostada por el Sporting para cosechar un nuevo fiasco en El Arcángel. El tercero consecutivo, tras las derrotas con el Hércules y el empate de la semana pasada en el derbi andaluz con el Xerez. Un enfado más al que respondieron los aficionados con una leve pitada, los primeros silbidos del curso en casa. Mala señal. Y eso que ese objetivo llamado play off está sólo a tiro de una victoria. Pero eso no es lo peor. Lo peor son las sensaciones que transmite un equipo al que le falta mucho para ser el aspirante que debe ser. El conjunto que pareció durante una fase brillante que culminó en Ponferrada y de la que ya no quedan siquiera retazos a los que aferrarse para no perder la confianza. Si todo es como consecuencia de lo que espera en el futuro, de que la cabeza está más para allá que para acá, pensando en las copas de entre semana, mucho peor aún. Porque eso estaría lejos de la grandeza que debe transmitir la entidad cordobesista. La que se ha ganado en su más de medio siglo de vida. En un historial que se merece que vengan los mejores cada quince días, no en un caso excepcional. Eso es lo que habría que aprender, cuanto antes mejor, para que el tren en el que tiene sacado el billete, no se acabe de marchar en sus narices.

Eso precisamente, es a lo que se aferran los modestos. Que las posiciones de honor siguen estando ahí. Pero la lectura del partido de ayer debe ir mucho más allá. Con un capítulo extra para la labor arbitral, que ayer no sirvió de excusa barata porque dentro de lo mal que lo hizo Sureda Cuenca perjudicó más a los asturianos que a los blanquiverdes. En un choque limpio, de guante blanco y con las faltas normales, despachó hasta 16 cartulinas, con un concierto insoportable de pito que dejó a unos con diez y a otros con nueve. Esta vez la ventaja era para el CCF. Pero esa renta hay que saber administrarla, leyendo bien el partido, sabiendo qué hacer en cada momento para no dar opción al rival. Y ahí se le ven las vergüenzas a este equipo. Al menos ahora mismo.

Dejando a un lado experimentos de otras veces en la alineación, el Córdoba salió decidido a romper su mala racha y, de paso, sentenciar a un teórico enemigo directo para el que la Liga no termina de enderezarse. Pero un equipo mucho mejor de lo que dicen los números. Descarado y atrevido, que dibujó un encuentro a toma y daca, de ida y vuelta. Muestra fue el saque inicial, con un ataque directo gijonés que acabó con el balón en la esquina. Al menos, la batalla se preveía entretenida. Con llegadas en cada área, con alternativas de distinto color. Dominio local, presión visitante. Posesión cordobesista, contra asturiana. Y ambos avisando a través de la pizarra, con testarazos de Iván Hernández y Rennella, y un disparo lejano de Carmona.

La presencia de Caballero daba un punto más de continuidad al juego del CCF. Pero el madrileño sólo podía recibir en su propio terreno de juego, lejos de donde de verdad hace daño. Parecía cuestión de paciencia. El Sporting lo intentó tras un fallo de Kiko Olivas que no aprovechó Carmona antes de que la expulsión de Rennella y la posterior de Mandi terminaran de volcar el duelo del lado cordobesista. Con ambos con diez jugadores, el Córdoba pasó a ser notablemente superior, acusando menos su baja. Y no tardó en adelantarse en el marcador tras una jugada a pelota parada. Luego pudo incluso sentenciar, pero Fede Vico no alcanzó un centro de Dubarbier desde la línea de fondo.

Pero ahí empezó a perder el encuentro el conjunto local. Porque el paso por los vestuarios encendió al Sporting, que salió bastante más decidido que un rival que, extrañamente, se echó un paso atrás para buscar la contra. Algo que se acrecentó, para más sorpresa, al quedarse con nueve los asturianos, lo que no influyó en su ímpetu, pues a base de bemoles se hizo con el balón y acabó encerrando a un CCF desconocido, incapaz de hacer daño arriba -salvo un mano a mano de Dubarbier- y controlar el balón pese a que Berges metió gente para eso. Así, al final pasó lo que tenía que pasar, llegó el 1-1 y se chafó la fiesta prevista.

Ficha técnica:

1 - Córdoba: Alberto García; Fernández, Gaspar, Kiko, Fuentes; López Garai; Pedro (Abel Gómez, m.71), Caballero (Ayina, m.86), Dubarbier; Fede (Pepe Díaz, m.62) y Rennella.

1 - Sporting: Juan Pablo; Luis Hernández, Borja López, Iván Hernández (Lora, m.61), Canella; Mandi, Nacho Cases (Bilic, m.46), Carmona; Sangoy (Barrera, m.31); David Rodríguez y Trejo.

Goles: 1-0, M.33: Pedro. 1-1, M.82: Canella.

Árbitro: Surera Cuenca (Comité Balear). Expulsó por doble amarilla al local Rennella tras ver la segunda en el minuto 25) y también a los visitantes Mandi (min.28) y Barrera (min.57). Además amonestó a los locales Gaspar, Fernández, Caballero, Dubarbier y Fede y a los sportinguistas Sandoval, Borja López, Nacho Cases, Bilic y Sangoy.

Incidencias: Partido de la decimoséptima jornada de la Liga Adelante disputado en el estadio El Arcángel ante unos dieciocho mil espectadores. Terreno de juego en malas condiciones.

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