Deportes

El sufrimiento de 300 valientes en Anoeta

Anoeta registró la mejor entrada de toda su historia en una jornada primaveral: 27.447 espectadores en las gradas y otros 5.117, la mayoría niños, distribuidos por las pistas de atletismo. Era un compromiso crucial para la Real Sociedad y la afición respondió en masa. Además, las muestras de cariño no se limitaron a la jornada de ayer: durante la semana, una vez superado el mal trago de Mendizorroza -la Real se dejó gran parte de sus opciones de ascenso al sufrir la remontada del Alavés en el descuento- , San Sebastián se tiñó de azul y blanco con infinidad de banderas y bufandas en coches, ventanas, bares... Sin embargo, no fue un monólogo txuri-urdin.

Unos 300 cordobesistas se pegaron la paliza (860 kilómetros para ir y otros tantos para volver) por carretera para apoyar a su equipo en el duelo definitivo. Los hinchas blanquiverdes se dejaron notar con cánticos en los aledaños del estadio y recibieron a técnicos y jugadores a su llegada al recinto. Los futbolistas fueron desfilando con gesto serio y concentrado, ajenos a los gritos desafiantes ("¡A Segunda B!") de un grupo de realistas. Asen fue de los últimos en bajar del autocar y dirigió gestos de ánimo a los aficionados, que le correspondieron con una sonora ovación. El calentamiento de ambos equipos resultó silencioso -nada que ver con lo ocurrido en El Molinón, prácticamente lleno desde una hora antes del comienzo del partido-, ya que la gente se lo tomó con calma para acceder a unas instalaciones ejemplares, propias de Primera. Los visitantes se juntaron en la grada baja del Fondo Norte y aparcaron la fatiga del viaje, vibrando con el desarrollo de un choque no apto para cardíacos. Al final se produjo una masiva invasión de campo, mientras los fieles del Córdoba aguardaban el desenlace del Hércules-Cádiz. Los nervios obligaron a la Ertzaintza a intervenir. Cumplido el objetivo, el regreso mezcló cansancio y sonrisas por doquier. Vaya alivio.

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