El futuro del Lucena sigue tiñéndose de sombras. Ni la notable temporada desempeñada por el equipo el año de su debut en Segunda B ni la vuelta a la normalidad en el seno de la directiva han servido para instaurar el estado de optimismo dentro de un club que tiene mucho trabajo por hacer para allanar el futuro.
Y no sólo en el aspecto deportivo, donde la disminución del presupuesto puede hacer que muchas de las piezas codiciadas por la cúpula directiva provenzal -Toni García y Sergio Iglesias, ambos con contrato ya han dicho que no tienen clara su continuidad- opten por cambiar de aires. Si no, y lo que es más importante, en el tema económico.
La entidad, de manos de su mecenas y vicepresidente Francisco Ramírez Aceituno, pagó el miércoles gran parte de los atrasos a la plantilla. Pero aún hay más. Para cerrar el ejercicio, la entidad aracelitana necesita algo más de 200.000 euros… a los que hay que sumar una cantidad cercana a ésta correspondiente a las deudas contraídas con el plantel que consiguió el ascenso a Segunda B -salarios y primas- y que ya reclamó parte de sus emolumentos en el pasado mes de diciembre.
Muchos de ellos, a los que el Lucena abrió la puerta de salida pese a tener contrato para el ejercicio 2008, ya denunciaron al club en diciembre a través de la AFE, a través de la cual cobraron esa parte de sus emolumentos. Pero ahora, con la finalización del campeonato, deberán denunciar esta segunda mitad de temporada, lo que obligará a los rectores lucentinos a buscar dinero debajo de las piedras para evitar el descenso administrativo de la entidad.
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