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Despedida con sólo media entrada

  • El mal horario del partido en pleno día laborable desluce el último choque copero de los blanquiverdes en esta temporada

  • Los socios debieron pasar también por taquilla

con sólo media entrada

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El fútbol español camina a dos velocidades contrapuestas. Por un lado, la Liga de Fútbol Profesional no para de expandirse en todo el mundo, abriendo mercados e incrementando de manera espectacular sus ingresos por derechos televisivos en países emergentes económicamente. Para ello, poco le importó al organismo que rige el designio del fútbol patrio condicionar los horarios de los partidos, adelantar duelos a los viernes o atrasarlos a los lunes y cambiar radicalmente los hábitos de los aficionados que acuden a los estadios. Todo se justifica en base a la necesidad de competir en todos los mercados e incrementar los ingresos en favor de los clubes. La economía mundial y los operadores televisivos dominan el fútbol de hoy en día y, hasta cierto punto, muchas de las medidas de la LFP están justificadas en base a ese condicionante. Sin embargo, el choque de ayer de los octavos de final de la Copa del Rey -competición que organiza la Real Federación Española de Fútbol- se disputó en un horario poco entendible como las siete de la tarde, en pleno día laborable.

Esta vez, ni siquiera los horarios orientados al continente asiático servían de justificación, pues los operadores televisivos (con la permisividad del ente federativo) utilizaron el choque entre el Córdoba y el Alcorcón como telonero al gran partido de la jornada, el Barcelona-Athletic Club. Y ante eso, ni siquiera la ilusión que la Copa del Rey ha vuelto a despertar en Córdoba es suficiente. Porque el aficionado que tuviera la obligación de trabajar (casi un lujo y en todo caso un motivo de satisfacción en los tiempos que corren) tuvo imposible ocupar su localidad en el estadio.

A la asistencia al coliseo ribereño tampoco ayudó demasiado la decisión del club blanquiverde de cobrar cinco euros a sus aficionados, un precio bajo y teóricamente asequible pero que levantó cierto malestar en un sector de la afición cordobesista, que esperaba un gesto de buena voluntad con la llegada de la nueva directiva, como comienzo de ese acercamiento a la masa social que Alejandro González se ha fijado como uno de los objetivos para mejorar uno de los grandes puntos negros de la gestión de su padre. Pero nada más lejos de la realidad, la directiva prefirió hacer pasar a los aficionados por taquilla, restando un poco de fuerza al empuje de la afición durante los 90 minutos.

Y a pesar de todos los impedimentos habidos y por haber, el aspecto de las gradas de El Arcángel no fue demasiado alarmante e incluso fue mejorando a medida que el choque avanzaba y algunos aficionados iban sumándose a la contienda. Eso sí, si complicado lo tenían los cordobesistas, para los aficionados del Alcorcón la misión de estar en El Arcángel era prácticamente imposible. Eso provocó que apenas una decena de valientes se atreviera a acompañar a su equipo en el desplazamiento hasta Córdoba.

Para colmo, el Alcorcón truncó el que habría sido el tercer pase histórico del Córdoba a los cuartos de final de la Copa del Rey, cortando de raíz la probabilidad de volver a ver a un equipo de Primera División en El Arcángel. Un anhelo que tendrá que esperar, como mínimo, a la próxima temporada.

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