motociclismo

La norma se incumple y la brecha se extiende

  • La prueba argentina dejó en entredicho el reglamento del Mundial que tuvo de colofón el pique Rossi-Márquez

Si algo dejó claro el Gran Premio de Argentina de MotoGP es que los reglamentos están, pero están para ser interpretados de cualquier manera y, si a eso se une la trifulca final entre Valentino Rossi y Marc Márquez y sus séquitos, la polémica está servida y deja al aire una herida todavía abierta y hasta sangrante.

Y nadie se acuerda del australiano Jack Miller, quien fue el único valiente que se presentó en la formación de salida con neumáticos de seco cuando todo el mundo, 23 pilotos de 24, había montado en sus motos neumáticos de agua.

Lo correcto entonces, por reglamento, hubiese sido que todos los pilotos hubiesen dado la vuelta de calentamiento y, al ver el estado del asfalto, hubiesen entrado en sus talleres para cambiar de moto, lo que les obligaba a salir desde la calle de talleres, pero eso habría generado el mismo conflicto que hace unos años en Alemania y por eso se optó por una penalización que retrasó a todos los pilotos 25 puestos en la formación de salida.

Resumiendo, se les puso a todos cincuenta metros por detrás de Jack Miller, o, lo que es lo mismo, ¡nada! Y todo ello en aras de la seguridad, pero que duda cabe que es un error que se debe enmendar en el reglamento.

El siguiente error se cometió al aceptar que, tras pararse el motor de su moto, Marc Márquez regresó a su puesto en la formación de salida, cuando lo que dice el reglamento es que debe salir desde la calle de talleres. Entonces se le penalizó con un paso por la calle de talleres y ahí es donde el vigente campeón perdió definitivamente el norte y sólo pensó en la remontada.

La actitud de Márquez resultó lógica. Se ve sancionado por algo que no entiende, pues el oficial de pista no lo mandó a la calle de talleres, y sabedor de la importancia de un buen resultado protagonizó una de sus siempre espectaculares remontadas, pero con una pista que no estaba para demasiadas florituras debido a las numerosas zonas que todavía continuaban encharcadas.

El propio Márquez lo reconoció en sus declaraciones, admitiendo que entró más deprisa que Aleix Espargaró en la zona en la que se tocan y que el error fue suyo. Márquez pidió disculpas. Al llegar a Valentino Rossi la situación fue distinta. Márquez intentó colarse un poco más por el interior, en una zona que podía, pero había agua y la rueda de su moto deslizó, tocando la de Rossi. La reacción posterior del italiano demostró que la herida de 2015 sigue abierta y sigue sangrando.

Márquez tiene culpa, sí, pero no más que aquélla que su combativo espíritu de 25 años lo incitó a intentar remontar todas las adversidades que se le plantearon en unas condiciones de carrera que, desde luego, no son las mismas que se dan en una partida de ajedrez en el salón de casa.

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