el broche de plata

Ante todo, mucha calma

  • Los nervios se desatan en Tenerife o Sevilla con diez jornadas por delante

¡Cómo está el patio! Apenas quedan diez semanas para que acabe la competición en Segunda -una nimiedad en comparación con todo lo que ya se ha vivido- y los entornos en los que se mueve el fútbol se agitan inquietos ante lo que está por llegar. Con furia. Con coraje. En algunos casos, sin sentido.

Porque no hay excusas que avalen la incursión furtiva de un grupo de seguidores del Tenerife el pasado domingo. Encapuchados, algo que define su valentía, recibieron al autocar de su equipo, que regresaba después de empatar a uno en Tarragona, a patadas e insultos. Unos ademanes intimidatorios que no se pueden amparar ni siquiera en que sus profesionales, que en su mayoría tienen sueldos de Primera, vayan a devolver seguramente a los chicharreros a Segunda B 24 años después. La sangre no llegó al río, pero sirve de aviso a navegantes. A nadie se le olvida -ni en las Canarias ni en el resto de España- la dantesca escena protagonizada en 2002 en las inmediaciones del Heliodoro por un desquiciado y el entonces futbolista del conjunto insular Lussenhoff, cuyo coche fue apedreado con él dentro.

En un grado mucho menos violento pero igualmente excitado se exhibió el entrenador del Celta, Paco Herrera, a la conclusión del 1-1 con el Betis. Un mal árbitro, el extremeño Gil Manzano, expulsó a dos de los jugadores celestes -Roberto Lago e Iago Aspas- por motivos más o menos discutibles. Herrera estalló ante las cámaras de Canal Plus, todavía demasiado caliente y a voz en grito: "¡Cada partido acabamos con varios expulsados! Todos los encuentros lo mismo... ¡Esto es una vergüenza, es una vergüenza! Llevamos cinco partidos en que nos están echando a todo el mundo". Al técnico catalán, normalmente flemático, le fallaron los nervios y el aplomo precisamente en el peor momento. Justo cuando su equipo encadena la racha más negativa de la temporada (lleva seis partidos sin ganar) y ve a cuatro puntos de distancia ya el maná de la segunda plaza. Que empiecen a hervir agua para las tilas.

comunión

Es un gesto común en los campos alemanes, pero no se estila en España entre otras cosas por la propia idiosincrasia (fría generalmente y caliente sólo para lo malo) de la mayoría de las hinchadas patrias. Cuando acabó el Valladolid-Rayo, con las gradas de Zorrilla ya vacías, los futbolistas vallecanos se fueron al sector de la grada ocupado por los seguidores -un millar- que se desplazaron hasta Pucela. Allí, después de su titánico esfuerzo para empatar un 2-0 ante uno de los equipos más en forma del campeonato, se fundieron en una comunión perfecta en los cánticos de su afición. Corearon la canción de la vida pirata entre saltos, olvidándose por unos momentos de todo. De los impagos, de la tensión del campeonato, del incierto futuro... Se vieron líderes y se sintieron respaldados en un momento tan agridulce. Por ellos siguen compitiendo en lugar de retirarse. Explicaba ayer mismo Movilla (su capitán) en una entrevista en El País que "de la fe no se vive", pero también que quería "volver a Primera para que mi hijo vuelva a comprar esos cromos, que me vuelva a pedir cambiar camisetas con sus ídolos". Es justo lo que esperan a cambio de ese gran apoyo aquéllos con los que cantaron el sábado.

zancadillas por abajo

Los de abajo, suele pasar en estas fechas, cada vez que se enfrentan entre sí se matan un poquito. Este fin de semana se han dado los resultados adecuados para circunscribir la lucha por la permanencia. El Albacete, en el choque más agónico de la jornada, destrozó su racha de doce partidos sin ganar en el momento oportuno: ante el Salamanca. Mario Simón, su entrenador de circunstancias, alineó un once bastante parecido al de antes de que llegaran los fichajes, y su escuadra respondió incluso con un jugador menos. Tato marcó el 1-0 final, un tanteo que deja de paso muy mal a los charros, ya que el punto obtenido por el Nàstic frente al Tenerife (otro que se hunde) les deja a cuatro de la salvación. De cualquier modo, lo único que parece claro -aunque en el fútbol y en Granada todo es posible- es que bajarán cuatro del elenco formado por Ponferradina, Tenerife, Albacete, Salamanca y Nàstic. Los demás -hasta el Córdoba- empezarán a dormir el sueño de los justos, a pesar de lo barato que está este año meterse en la lucha por subir.

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