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Por juego y por tradición

  • Lanzado El Cajasur derrota al Salsas Musa en un gran día de sus tiradores Caras opuestas Los granates ascienden a la segunda plaza y el Ciudad encadena su cuarta derrota

Escorado, sin posición, y sobre la bocina, Juan Antonio Fuentes clavó un triple imposible que permitió al Cajasur entrar en el último cuarto con el partido visto para sentencia (61-50). El escolta se echó el dedo a la boca para dedicarle la canasta a su hijo recién nacido y el banquillo granate explotó en un grito de rabia, apoyando a un jugador que ayer renació de sus cenizas. Parecía que el partido había terminado, que la victoria ya estaba sentenciada y de hecho, aunque faltaban diez minutos, así era. Puede que esos gestos fueran la clave de un duelo vibrante que tiñó de granate el esperado derbi de la LEB Bronce. A estas alturas de liga, el Cajasur se cree mejor de lo que es, con una confianza plena en sus limitados recursos, mientras que el Salsas Musa es un manojo de dudas, un proyecto asaltado por la ansiedad y un equipo acuciado por cuatro derrotas consecutivas.

Fue el desenlace de una emotiva batalla de sentimientos y sensaciones, de un duelo en el que sólo uno podía quedar vivo. El primero en golpear fue el Ciudad, pero disfrazado de Cajasur. Amparado en la espectacular puesta en escena de Juanma Martínez, el equipo negro empezó viendo el aro como una piscina con cuatro triples que pusieron el marcador 6-14 antes de que los jugadores empezaran a sudar. Era el mundo al revés. El equipo defensivo, el rácano, desarbolaba a la máquina atacante con sus propias armas. Cuando San Emeterio puso el 20-28 en el arranque del segundo cuarto, los papeles parecían definitivamente cambiados.

Fue sólo un espejismo. El Cajasur, con Gelsi ofuscado en un combate nulo ante Suka, no había entrado en el partido, mientras que la mejor versión del Ciudad había dejado a su enemigo en pie. Con un cuarto de retraso, los granates entraron en faena y el Salsas Musa se bloqueó, incapaz de mantener una intensidad ofensiva para la que no está preparado. Garrido tomó la iniciativa secundado por Teo Aguirre, Mallory empezó a pedir bolas y el Ciudad, simplemente, desapareció. Los triples granates -espectacular 11/19, un 58% al final del partido- impactaban como bombas en la frágil moral negra hasta construir un escandaloso parcial ¡22-2! que puso el marcador en un concluyente 42-30 a poco más de dos minutos para el descanso.

La amenaza de fractura planeaba sobre un partido enloquecido. Al borde del abismo, Gomariz se encomendó a Griffin, lanzando al americano contra las torres granates. Ante la desquiciante endeblez de Mallory y los problemas en defensa de Aguirre, el pívot del Ciudad aprovechó sus kilos para mantener vivo a su equipo (43-39 al descanso) antes de que el partido saltara roto en mil pedazos.

Pero todo había cambiado. El Cajasur tenía el partido justo donde quería, manteniendo la iniciativa con cierta comodidad y jugando con la ansiedad de su rival, el guión soñado por Nacho Criado. El Ciudad se mantenía en la pelea, pero los rostros asesinos habían desaparecido, sus estrellas no estaban, las canastas entraban con cuentagotas y, sobre todo, el peso de las tres últimas derrotas empezaba a lastrar la mente de sus jugadores. Gomariz decidió quemar las naves y dio entrada a Almazán faltando 15 minutos, arriesgando una posible lesión del granadino como única respuesta a una situación que se tornaba irreversible. Con Martínez desaparecido (sólo seis puntos en la segunda parte), Rosefelt inédito (no jugó ni un segundo), Cazorla errático (2/8 triples) y Suka inmerso en su particular y estéril pelea con el mundo, sólo Griffin mantenía con vida a un equipo sin ideas.

Y para colmo, apareció Teo Aguirre. El pívot, condenado durante el primer tercio de competición a un rol forzadamente secundario, se destapó con el mejor partido de la temporada, demostrando los motivos por los que Criado lo convirtió en su primer fichaje. Con sus puntos, el Cajasur mantuvo sin problemas una ventaja en torno a los diez apuntalada sobre la bocina por el triple de Fuentes (61-50).

Y ahí empezó el espectáculo granate: triple de Bataller (64-50), triple de Aguirre (64-52), triple de Fuentes (70-54), triple de Faletto (73-56, minuto 35). El duelo se había roto. "Lo que más me preocupa es su capacidad para castigarte, su facilidad para sacarte del partido en un abrir y cerrar de ojos", había avisado Gomariz, que ni en su peor pesadilla podía esperar algo semejante. El derbi estaba sentenciado del lado granate. Por tradición pero, sobre todo, por juego.

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