EL COLOR DEL CRISTAL · MANUEL SÁNCHEZ PARRA

"Si nos falta capacidad para inventar, pues vamos a dedicarnos a copiar"

  • Manuel Sánchez Parra, gestor deportivo · Se forjó en el mundo del atletismo · Valora el deporte porque "en ningún ámbito social" se da una máxima: "Admirar al primero y respetar al último"

De algún modo, es un pionero. Un soñador, por descontado. Y también un tipo peculiar, que sería capaz de transmitir optimismo a un ciego perdido en medio de un campo de minas. Cuenta con fervientes admiradores y con furibundos detractores, algo que no le traumatiza en absoluto porque ha conseguido algo que no resulta nada sencillo: componer un ideario propio tras digerir sus experiencias y no limitarse simplemente a coleccionarlas. Ramón Calderón, el presidente del Real Madrid, le pidió a Schuster que alcanzará "la excelencia" al frente del equipo blanco. El alemán fue despedido hace unas semanas. Esa petición, casi una obligación moral para el mejor club del siglo XX, se la formula a sí mismo cada día Manuel Sánchez Parra (Villanueva del Duque, Córdoba, 1967) cuando se mira al espejo y sale a competir. ¿No es vivir el deporte más apasionante? "Todo lo que sé acerca de la moral y de las obligaciones de los hombres se lo debo al fútbol", escribió Albert Camus, ideólogo y Premio Nobel de Literatura. El deporte es una universidad de valores. Sánchez Parra sale a ganar, sin reservar fuerzas ni especular con el resultado. "La desesperación es un buen motor", asegura con una sonrisa, seguramente una de sus argucias recurrentes para mantener el equilibrio en situaciones auténticamente descabelladas. A lo largo de los años ha vivido algunas de corte surrealista, capaces de hundir en la depresión al espíritu más bragado. Él sigue ahí, sacando de su maletín carpetas repletas de ideas y proyectos, siempre convencido de que su camino es el correcto. O, al menos, el más atractivo y singular.

"El futuro pasa por los gestores deportivos y por los clubes modernos, que atiendan todas las facetas: desde la base hasta la alta competición", asegura. Se forjó en el mundo del atletismo y después pasó al ciclismo, donde contribuyó a encarrilar al Ciclos Cabello hacia el universo del profesionalismo en que ahora se mueve. De este club salió de forma intempestiva, pero eso lo toma como un gaje del oficio. "Los gerentes, o gestores, somos los que damos la cara en el proceso de ascender a una entidad deportiva en todos los órdenes; cuando esto se consigue, pasamos a un segundo plano. Lo asumo". Ahora anda como loco con la mountain bike y con Juan Pedro Trujillo, un competidor "de primera línea" y "un ejemplo de superación". Pero volvemos a Sánchez Parra, gestor deportivo.

-¿En qué consiste eso de gestor deportivo? ¿Cómo encaja esto en Córdoba, donde el deporte está como está?

-El concepto de gestor deportivo es relativamente nuevo. Se trata de una figura profesional seria, con una asociación a nivel andaluz, Agesport, cuya función es ejercer como nexo de unión entre todos los elementos del mundo del deporte, que es una realidad poliédrica. Tiene muchas caras, a veces contradictorias. Hay alta competición, formación, promoción... A veces esto nos lleva a discusiones bizantinas porque cada uno habla de lo que él cree que es el deporte, pero en el fondo todos hablamos de lo mismo. La visión de uno es la que vale y la de los demás, no. Ése es un camino equivocado. El futuro pasa por los gestores deportivos y por el concepto de club deportivo, que abarca todas las caras del deporte: de la base a la elite.

-¿Y qué se hace con el directivo tradicional?

-Encontramos personalidades admirables, pero es una figura que ha quedado sobrepasada por el signo de los tiempos. Ya no puede ser que un club funcione con un presidente que sea a la vez el secretario, el entrenador, el chófer y el sustituto del padre para los jugadores. Puede existir, claro, pero con unas miras muy cortas.

Parra insiste contínuamente en la articulación de los clubes con patrones modernos, que garanticen su estabilidad más allá de la vocación o la dedicación -una especie de sacerdocio, sin duda- de personas que se desviven por un proyecto suyo. Tan suyo que, a veces, resulta imposible traspasar los límites para que se conviertan en referentes sociales. En Córdoba se han vivido algunas situaciones de ese tipo. Clubes presidencialistas, con directivos de corte paternal y recetas añejas. Pero eso "puede cambiar", apunta, siempre y cuando "se entienda que hay que invertir en captación de recursos externos y comunicación", al tiempo que "exigir a los poderes públicos que tutelen y apoyen con los medios a su disposición". Que no son tan exiguos como a veces dan a entender.

-¿El deporte en Córdoba está estancado porque no hay dinero? ¿Es una versión muy simplista?

-El dinero es una parte más. Si no se encuentran recursos externos, se entra en una dinámica conformista, de autosuficiencia. Eso aleja al deporte de su esencia, que es el afán de superación. Ésa es mi forma de verlo. El ideal es llegar a la excelencia. Si estás en Segunda, llegar a Primera. Si haces una marca determinada en los 200 metros, mejorarla unas décimas. Cada cual en su ámbito. El deporte tiene facetas muy distintas: se puede estar en una cancha o en un despacho, pero se comparte una misma pasión por elevar el listón de la exigencia.

No es casualidad que el atletismo y el ciclismo sean sus modalidades predilectas. Hombres contra sí mismos y contra los elementos. "Hay que saber encajar los golpes y buscar siempre el lado positivo. Pero, sobre todo, hay que tener vocación", insiste.

-Y del fútbol, ¿qué me dice?

-Que la situación se puede mejorar mucho, pero que peor están en Granada. El fútbol forma parte de la cultura popular, es una pasión imparable, y que el Córdoba esté en lo más alto y le vaya bien es algo que repercute positivamente en el resto de modalidades. No se trata de elevar a unos y hundir a otros. Ésa es una visión mediocre.

-Pero en Córdoba se da.

-Sí, como también es muy fácil pensar que la culpa de las desgracias de uno siempre las tiene otro. Todos somos parte del problema y parte de la solución. Tú también lo eres. Como yo. Lo que hay que pensar es que podemos salir. En algunos casos, si no tenemos la capacidad de inventar, pues vamos a dedicarnos a copiar. La crisis es un nicho de trabajo ideal y, desde un punto de vista profesional, puede ser una plataforma ideal para nuevos proyectos. Hay que viajar, ver cosas, investigar, adaptar... Si somos capaces de copiar lo bueno, se puede dar un cambio tremendo a la situación.

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