El italiano Ricardo Ricco, del Saunier Duval, hizo cumbre en la primera llegada en alto del Tour de Francia con una exhibición que le permitió estrenar su palmarés por delante de Alejandro Valverde, mientras que el luxemburgués Kim Kirchen (Columbia) se convirtió en el cuarto líder del Tour.

Ricco, conocido como la cobra, mordió su primer éxito en la sexta etapa, en un alarde de talento y brillantez, delante de la plana mayor de la carrera, que no pudo impedir la victoria de la perla del ciclismo italiano, del hombre que fue segundo por detrás de Alberto Contador en el pasado Giro de Italia.

El italiano firmó su hazaña por velocidad, entró un segundo por delante de Valverde, que mostró su mejor cara con sus heridas aún sangrantes, y del australiano Cadel Evans. Otros ciclistas como Franck Schleck y Kirchen pasaron a 4 segundos, Carlos Sastre y Denis Menchov, junto al checo Kreuziger, a 7.

Kim Kirchen, ganador de la Flecha Valona, puso la cuarta cara al maillot amarillo, siendo el primer luxemburgués que se hace con él desde el mítico Charly Gaul, que lo lució en la primera etapa del Tour de 1959.

Cadel Evans, quien se atrevió a dar un manotazo a un gendarme que iba en moto en plena carrera, pasó a la segunda plaza a 6 segundos de Kirchen, Stefan Schumacher retrocedió al tercer lugar, a 16 segundos. Entre los ilustres Denis Menchov figura séptimo (a 1.03), Alejandro Valverde es de nuevo el primer español, octavo (a 1.12) y Óscar Pereiro, magnífico en el ascenso a Super Besse, es décimo (a 1.21). Carlos Sastre quedó duodécimo a 1.34.

En las cuestas de la primera dificultad de la etapa se deshizo el trío de franceses que formó la escapada de turno desde los albores de la carrera. Sylvain Chavanel (Cofidis) y Freddy Bichot (Agritubel) soltaron a Benoit Vaugrenard (FDJ) en busca de la cima, donde coronaron con un minuto de ventaja.

También se descompuso el pelotón, donde el Caisse d'Epargne en pleno ejerció el mando para marcar el ritmo de las operaciones hasta la cima, el posterior descenso y la batalla final. Valverde, con sus vendajes en el brazo y la pierna, marchaba a buen recaudo en espera del momento clave, sin signos de debilidad tras una noche de insomnio y dolor por la caída del día anterior.

Los hombres de Eusebio Unzué, quien descartó optar a la victoria de etapa en vistas de la avería de su líder, acabaron la faena de caza. Cedió Chavanel, eso sí, como nuevo dueño del maillot de lunares, poco después Bichot, que aún se puso flamenco con una admirable resistencia tras 177 kilómetros escapado.

Llegó el momento de la verdad. Una subida a Super Besse que ofrecía un primer tramo de 7,4 kilómetros con un 5,7% de pendiente y una rampa final de kilómetro y medio al 10. Se produjeron varios ataques, el más significativo el de Piepoli y Vandevelde, pero el dúo italo-americano sucumbió al paso del Caisse d'Epargne.

Olía a etapa para Valverde. Pereiro le condujo hasta el mano a mano con los hombres fuertes de la carrera. Con todos en un palmo de asfalto, arrancó Ricco, se llevó a Valverde, pero el italiano explotó toda la fuerza que lleva dentro y se alzó con la victoria.

Premio para la calidad, la ambición y el descaro de un corredor apuesta personal de su director del Saunier Duval Josean Fernández Matxin, quien se enamoró de Ricardo Ricco cuando ganó siendo aficionado la Semana Lombarda ante profesionales. Lo que hizo en la cima de la Super Besse se veía venir.