La segunda victoria del Recreativo de Huelva en catorce jornadas de Liga (2-3) dejó herido a un Mallorca cada vez más cerca de la zona peligrosa de la tabla y que, una vez más, ha sido generoso con un rival que llegaba a Palma como colista absoluto. El Ono Estadi da vida a los equipos que pelean en la zona baja, como lo han demostrado aquí el Sporting de Gijón y el Athletic de Bilbao.

El Recreativo, que no ganaba desde la primera jornada, ante el Betis (0-1), jugó un partido perfecto y aprovechó las dudas de su rival. Los blanquiazules no sólo remontaron un marcador adverso en dos ocasiones, sino que además supieron defender el 2-3 marcado por Javi Fuego en la segunda parte.

El enfado mayúsculo del público se materializó con una gran pañolada dirigida al presidente del club, Vicente Grande. De la ira de los aficionados no se salvó nadie, situación que contrastó con la enorme alegría de un Recre resucitado en la capital balear.

Mallorca y Recre no se caracterizan, precisamente, por su solidez defensiva. El equipo balear ha encajado 22 goles y el andaluz, 20.

En el primer tiempo se supo por qué. Los dos equipos cometieron errores defensivos de libro y se fueron al descanso con un 2-2, y eso que el técnico local Gregorio Manzano había cambiado los dos laterales habituales, ya que jugaron Scaloni y Ayoze por Josemi y Corrales, respectivamente.

El Mallorca siempre fue por delante en el marcador en la primera parte, pero el Recreativo le remontó en dos ocasiones. Si el venezolano Juan Arango fue decisivo en los dos goles, con sendas asistencias, esa tarea la imitó a la perfección Camuñas.

Lejos de achicarse por las sucesivas ventajas del Mallorca, el Recre avanzó sus líneas, sin importarle lo más mínimo su condición de colista.

En la reanudación, Lucas Alcaraz varió su defensa. Lamas entró por Iago Bouzón con el objetivo de seguir más de cerca a la pareja de delanteros Webó-Keita.

El gol de Javi Fuego (minuto 50) permitió al decano del fútbol español ponerse en ventaja por primera vez, circunstancia que generó gritos de protesta de un grupo de aficionados, los más radicales, en contra del presidente del Mallorca, Vicente Grande.

También se escucharon cánticos para censurar la actuación del meta argentino Germán Lux. El público no estaba para bromas y el enfado se canalizó en los jugadores, cuyos fallos generaban abucheos en las gradas. Al final, las protestas se dirigieron al palco con una gran pañolada.