El héroe de Eindhoven ya está en casa, y como tal fue recibido. Rafa Muñoz llegó por fin a Córdoba después de un mes frenético, el más importante de su carrera deportiva, en el que ha dado el salto definitivo hasta convertirse en la gran estrella de la natación masculina en España. Porque sus dos medallas de bronce en el Campeonato de Europa y la mínima para Pekín habían sido éxitos en la distancia, pero ayer se dio cuenta de que Córdoba le quiere.

A las 21.20 subió las escaleras mecánicas del AVE que le trajo de Madrid, donde apenas un par de horas antes había posado para un reportaje en la revista MAN. Es lo que tiene convertirse en uno de los deportistas más admirados de España. Pero una cosa es la fama y otra el cariño, y de eso también recibió a toneladas. De ello se encargó su club de siempre, el Navial, con el que aprendió a nadar hace apenas diez años y que movilizó a todas sus bases para recibir a su leyenda, como rezaba una de las pancartas que portaban los más pequeños, los que ahora ven a Rafa como un ídolo.

Desde Vista Alegre hasta la estación, las futuras estrellas del Navial marcharon hasta invadir de forma pacífica los accesos a los andenes, ansiosos por recibir a ese chico del Parque Cruz Conde al que de pequeño le daba miedo lanzarse a la piscina.

Sus padres, amigos, familiares... Todos estaban allí para recibir al hombre del momento, al niño que creció hasta convertirse en estrella. Todos los que le vieron chapotear en la piscina de Vista Alegre estaban allí, conscientes de que momentos así dan por bueno todo el trabajo de años.

"No me lo podía esperar", decía Rafa, que tras una sonrisa de oreja a oreja escondía la emoción del momento. "Desde que me he bajado del tren me están temblando las piernas", reconocía al tiempo que vivía intensamente unos momentos "que lo compensan todo, porque me siento muy arropado por mi club". Después de muchos días lejos de Córdoba, Rafa Muñoz, el héroe, ya está en casa.