Tour de Francia

Palabras convertidas en dardos

  • La guerra interna del Astana evoluciona hasta el conflicto dialéctico · Armstrong muestra de forma abierta su ambición por ganar, mientras que Contador afirma no tener que "demostrar nada a nadie"

Obligados a respetarse en la carretera por el pacto de "no agresión" que le impone estar bajo el paraguas del mismo equipo, Alberto Contador y Lance Armstrong llevaron su guerra en este Tour de Francia al terreno de las pequeñas frases sibilinas cargadas de dinamita.

Resulta difícil saber cuándo comenzó el conflicto entre el español y el estadounidense, pero el anuncio del retorno del tejano al equipo que se formó en torno al madrileño creó las primeras ondas de distorsión. Ambos reconocieron que hay "tensión" en el seno del equipo Astana y reivindican sus opciones para ganar la ronda gala. "Honestamente, hay algo de tensión en el equipo", afirmó el tejano en vísperas de la jornada de descanso.

Contador confesó que no se siente el líder del equipo, pese a que así lo designaron. "Si fuera claramente el líder no hubiera habido ningún tipo de polémica", señaló el español, algo cansado de la ambigüedad de la situación.

Antes de llegar a Francia, Armstrong ya mandó algún mensaje a Contador: "Es el mejor escalador del mundo. Tiene mucho talento y juventud, pero aún es demasiado nervioso. La estrategia la decidirá la carretera".

Aprovechó para aclarar que su intención era ganar el Tour, tras tres años de ausencia de la alta competición. A través de internet, el estadounidense dejó ver su disgusto por que Contador saliera con el dorsal 21, el que designa al primer corredor del Astana.

El inicio de la carrera trajo un amago de alto el fuego. "Alberto podría inquietarse si yo estuviera en el Saxo Bank o en el Columbia. Es el mejor en una prueba por etapas, pero no hay que olvidar a otros y que yo no venía a ganar, sino a divertirme", afirmó el tejano en Mónaco, lugar de salida del Tour.

En los días previos al inicio de la prueba, el Astana mantenía la ambigüedad sobre quién sería su líder. "Yo no tengo nada que demostrar a nadie", replicó Contador para marcar su territorio. El español fue el mejor en el prólogo monegasco, pero eso no eliminó el suspense. Sin mostrar de forma abierta su ambición, el estadounidense alimentaba la duda.

Contador, por su parte, prefirió bromear sobre el maillot de líder de la montaña que se enfundó en Mónaco.

La temperatura subió al término de la tercera etapa, cuando Armstrong se benefició de un abanico que le permitió superar a Contador en la general. Armstrong no sólo fue más astuto, también gozó del trabajo del Astana en una decisión que no gustó al clan Contador. "Sobre la táctica del equipo no digo nada, que cada uno lo valore", aseguró el de Pinto evitando la polémica.

La proximidad de la contrarreloj trajo un tregua aparente. Tenían que trabajar por el bien común, un esfuerzo que finalmente se tradujo en la victoria del equipo. Pero el éxito estuvo manchado por un detalle, 22 centésimas que separaron a Armstrong del maillot amarillo.

Aquella diminuta diferencia dejó a Contador un margen de maniobra. No obstante, Contador dejó entrever que el equipo trabaja para Armstrong y mostró su desacuerdo al respecto.

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