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Historias de la historia

  • Los Celtics-Lakers reunieron a gran parte de los mejores jugadores de la NBA

Todo empezó hace 49 años. El curso 1958-59 concluyó con el enfrentamiento más esperado: los jóvenes Celtics, campeones por sorpresa en 1957, se enfrentaban a los Minneapolis Lakers, entonces, el equipo más laureado de la NBA -cinco títulos en once años- en su primera final tras la retirada del mítico George Mikan. Elgin Baylor, alero novato de los Lakers, nunca pudo con el poderoso juego de los Cousy, Russell, Sharman, Heinshon y compañía, que barrieron al futuro cuadro angelino por un claro 4-0. Desde entonces, Celtics y Lakers se midieron en nueve rondas definitivas más, la última en 1987. La Final más repetida de la historia abre esta noche su undécimo capítulo. Las hemerotecas tiñen de verde la eliminatoria.

nace el mito celtic

Tras el fiasco del 59, Lakers y Celtics se volvieron a ver las caras en 1962. Los primeros, ya afincados en Los Ángeles, habían sumado a Jerry West, un base capaz de hacer sombra al celtic Cousy, al poder de Baylor. Boston, por su parte, contaba con el grueso del equipo que ya sumaba cuatro títulos en un lustro y que jugaba el mejor baloncesto -también el más moderno- del planeta. Auerbach lideraba desde el banquillo un equipo que empezaba en el poder reboteador de Bill Russel, seguía en la genial conducción del balón de Bob Cousy, el Houdini del baloncesto, y culminaba en la impenitente anotación de Heinshon y Sam Jones. Los Lakers, no podía ser de otro modo, cayeron por 4-3 en la final. Carentes de un pívot que compitiera con Russell, los californianos sucumbieron en el séptimo de la serie en el Boston Garden, donde se alimentaba la leyenda de los fantasmas del estadio que, cuentan, hacían imposible que los Celtics perdieran un partido decisivo en su cancha. Los mismos protagonistas, más John Havlicek como sexto hombre de lujo en los de Massachussets, repitieron final en 1963, con un más cómodo 4-2 para los Celtics. En el 65, Boston, aún sin el retirado Cousy, doblegó a los Lakers por 4-1. La retirada de Heinshon igualó aunque no decidió la contienda en el 66 (4-3 para los Celtics), aunque en el 68, en el sexto duelo de la saga, el dominio de los Orgullosos verdes, que el año anterior habían perdido ante los Warriors su primera final en nueve años, volvió a ponerse de manifiesto por un claro 4-2. Los Celtics de entonces habían evolucionado hacia el juego de conjunto, aun con Jones, Havlicek y Russell como estrellas, pero con la profundidad de banquillo que les otorgaban Don Nelson y Tom Sanders. Los Lakers, con Goodrich sumado al talento de West y Baylor, aún seguían careciendo de un pívot que pudiese competir con el gran Bill.

ni con chamberlain

Precisamente por eso, Los Angeles rompió esquemas en 1969 contratando a Wilt Chamberlain, el hombre que discutía a Russell el dominio de la zona en la década de los 60. Todo apuntaba al fin del reinado de los ya muy veteranos Celtics, entrenados por el propio Russell, pero la magia del Boston Garden volvió a decidir la final para el cuadro de Massachussets. El 4-3 final a favor de Boston fue un mazazo para los Lakers. La emotiva exhibición de Jerry West -42 puntos, 13 rebotes y 12 asistencias en la derrota en el séptimo encuentro- hizo que, tras el choque, Russell y Havlicek entraran en el vestuario de los Lakers para felicitar al que fue MVP de aquellas finales. Nunca antes se había entregado el premio, y nunca después fue para un jugador perteneciente al subcampeón.

los años dorados

Tuvieron que pasar 15 años para que la Final Celtics-Lakers, repetida en siete campañas entre 1959 y 1969, volviera a darse. Para entonces, los nombres propios eran otros. Larry Bird era la estrella de los Celtics; Magic Jonson, la de los Lakers, Su rivalidad, que arrancaba de los tiempos universitarios, llegaba al mejor de los escenarios posibles en un duelo, el de los dos equipos más representativos de las costas de EE UU, que ya entonces se añoraba. Con Kevin McHale, Robert Parish, James Worthy y Kareem Abdul-Jabbar como principales actores, Boston, que fue campeón en 1981, hizo honor a la tradición derrotando por 4-3 a los Lakers, campeones en 1980 y 1982. Pero un año más tarde, la tradición se trunco: los Lakers, de la mano de un Abdul-Jabbar inconmensurable a pesar de sus 38 años, derrotaron a los Celtics en la final por 2-4, 26 años después de su primer duelo en unas Finales. Lo hicieron, además, ganando el sexto partido en el Boston Garden, donde los Celtics jamás habían perdido un duelo por el título, y tras haber sucumbido en el primero de la serie por 141-117. Dos años más tarde -los Rockets de Olajuwon y Sampson impidieron una revancha en 1986- los Celtics llegaban a Los Angeles tras una durísima serie ante los Pistons. El cuarto encuentro de esa Final figura en los anales del baloncesto: el choque, igualado hasta el extremo, parecía decidido cuando los Bird encontró el espacio para clavar el triple definitivo a 20 segundos del final. El ataque de los Lakers debía concluir con un balón hacia Jabbar, que pugnaba por la posición en el poste bajo. Pero Magic Johnson rompió el guión y, ante la defensa de McHale y Parish penetró para sacar un gancho -el baby hook- que dio el encuentro a los californianos, que sentenciaron en el Forum de Inglewood.

Ese fue el último duelo legendario de la NBA. Hasta hoy, todo lo que quedó fue la nostalgia. Tras diez finales, el balance favorece a los Celtics por 36 victorias frente a 25 derrotas y ocho títulos ante dos de los Lakers. El próximo renglón de la historia comienza a escribirse esta noche. Casi medio siglo después y tras dos décadas de silencio.

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