Mirandés - Córdoba · la crónica

Hace falta biodramina ya (3-1)

  • El CCF vuelve a ofrecer su mala imagen fuera de casa y pierde un partido que mereció en la primera parte. La derrota manda a los de Villa a la octava plaza, fuera de la zona de 'play off'.

¿Quién no recuerda esos viajes de antaño a Málaga por la Nacional antigua, atravesando todos los pueblos en esos coches cargados hasta las trancas y sin aire acondicionado? ¿Quién no recuerda a un padre refunfuñando por el exceso de equipaje y a la abuela en el asiento de atrás? ¿Quién no ha tenido que parar a la altura de Antequera por un inoportuno mareo? ¿Quién no ha echado mano de la biodramina para hacer más fácil el viaje? Durante muchos años esa pastilla fue la mejor aliada para los desplazamientos cuando no eran tan cómodos como ahora. Pues alguien en El Arcángel debería ir pensando muy seriamente en comprar biodramina a saco para que al CCF deje de entrarle ese vértigo que sufre cada vez que sale fuera de su feudo. Ayer volvió a perder, esta vez en Miranda, en un partido que empezó ganando y que mereció encarrilar en la primera parte, pero en el que acabó pagando su falta de definición. 

El Córdoba perdonó y acabó comido por no comer, superado por un Mirandés que explotó al máximo sus virtudes y las facilidades que le ofreció el conjunto de Villa. Cuando el león tiene cogida a su presa no la deja escapar y acaba con ella antes de que pueda volver a la vida. Eso lo sabe cualquiera que haya visto los reportajes de La 2, pero los blanquiverdes no se han aprendido la lección. Con el rival aturdido tras el tanto de Armando, Uli Dávila falló lo que no puede fallar un equipo que quiere pelear por el ascenso a Primera. Ese error hizo que el choque pasara del 0-2 al empate y al segundo tanto local al filo del descanso. Ahí cambió el sino del encuentro, ahí se desenchufó un Córdoba que acabó superado y lamentando su mala fortuna. 

El caso es que el mejor equipo en casa de la categoría sigue naufragando a domicilio. El Córdoba cumplió ayer tres meses sin ganar fuera de casa, desde aquel 0-1 en Riazor ante el Deportivo de La Coruña. Eso fue el 24 de agosto, aún en pleno verano, tan lejano que pocos se acuerdan. Fue la primera y única alegría a domicilio de un equipo que sólo ha sumado seis de los 24 puntos que ha disputado fuera de casa. Con esos números los de Villa se aferraban a su fortaleza en casa para seguir metidos en la pelea del play off, pero para aspirar a algo más hace falta sumar fuera. Para que sirva de aviso, la clasificación se lo está dejando claro. Hoy, tras perder nuevamente en la carretera, el CCF es octavo, fuera de la pelea por el ascenso. Sólo está a un punto del sexto y es un dato poco menos que anecdótico, pero habrá que empezar a tenerlo en cuenta. 

  

La baja de Xisco puede servirle a Villa como excusa en el choque de ayer, pero el madrileño ya ha dejado claro que la queja no va con él. Por eso despejó pronto la duda de quién sustituiría al balear. Pelayo fue el elegido para formar en la mediapunta mientras que Uli Dávila se colocaba como referencia ofensiva y Caballero retrasaba su posición para acompañar a Abel en el doble pivote. 

Con ese esquema, manteniendo inalterable su 4-2-3-1, el primer aviso corrió a cargo del conjunto blanquiverde. César Caneda rompió el fuera de juego y López Silva colocó un centro envenenado al interior del área. El lateral Ríos, en su intento de despejar, contactó mal con el esférico y Dani Jiménez tuvo que intervenir de forma providencial para no encajar el primer tanto del encuentro. La ocasión afectó anímicamente a los rojillos, que comenzaron a sufrir en labores defensivas. El CCF quiso sacar provecho del desbarajuste local y Abel probó fortuna desde 30 metros, pero su lanzamiento se marchó desviado a la derecha de la portería mirandesista. 

El gol no se hizo esperar y Armando adelantó a los blanquiverdes antes del cuarto de hora. Con el 0-1 el desconcierto se apoderó de los pupilos de Arconada, que se vieron muy pronto con el marcador en contra. El Córdoba pudo sacar tajada cuando Uli Dávila se plantó solo delante de la portería. El mexicano regateó al meta sevillano en su salida, pero César Caneda evitó el segundo lanzándose a ras de césped. Del posible 0-2 se pasó al empate y cuando más sufrían los rojillos, un tanto que a la postre fue determinante. 

Y eso que el infortunio obligó al técnico local a efectuar dos cambios antes de llegar al descanso. El cordobés Gaspar y el propio Pablo Infante, autor del gol mirandesista tuvieron que abandonar el césped por lesión. Flaño ocupó el puesto de central y Juan Muñiz asumió las tareas de creación del conjunto rojillo. Pese a los contratiempos, el Mirandés encerró a los blanquiverdes en su campo y, en la última acción de la primera parte, le dio la vuelta al marcador. Quizás ése fue el golpe definitivo para el Córdoba, un gol psicológico justo al borde del descanso que dio al traste con su trabajo en el primer tiempo y que permitió a su rival marcharse a vestuarios con ventaja en el marcador. 

Tras el paso por los vestuarios, el equipo mirandesista dominó el ritmo del partido ante un CCF que no inquietaba el área rojilla. La contienda transcurría sin ocasiones de peligro, pero Saizar tuvo que despejar por bajo un disparo de Igor Martínez que llevaba mucha intención. Pablo Villa quemó sus naves dando entrada a Pedro por Fran Cruz para buscar con insistencia el tanto del empate y el equipo entendió el mensaje. El Córdoba estiró líneas y empezó a generar inquietud con sus llegadas entre la grada, pero entonces llegó otro momento clave. 

Armando vio dos tarjetas amarillas en menos de cinco minutos y dejó al Córdoba con uno menos sobre el terreno de juego. Aún así, el conjunto de Villa llegó a solicitar una posible pena máxima sobre Germán Pacheco que el colegiado no pitó. Poco después, sí que señaló penalti de Samu que Juan Muñiz no desaprovechó para sentenciar el encuentro con el tercero. Lo dicho, que alguien vaya comprando biodramina.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios