Numancia | córdoba · el otro partido

Congelados en un día de sol

  • Soria ofreció un día azul, en el césped de Los Pajaritos no se encontró el temido manto de nieve y Javi Moreno, en el retorno a una de las plazas en las que fue indiscutible ídolo, se hartó de repartir abrazos

¿Nieve? Sólo fue una falsa alarma. No deja de resultar curioso que, un 23 de diciembre, Soria regalara un cielo raso para disfrutar del fútbol. A pesar del apacible clima, el público llegó con cuentagotas, seguramente condicionado por la retransmisión del partido por televisión y la coincidencia con el Barça-Madrid, que empezó pocos minutos después de que el último pitido de Hernández Hernández diera paso a las vacaciones navideñas. Será una semana para recargar las pilas, porque el Córdoba se ha visto afectado por un cortocircuito general en los dos últimos meses.

Daban ganas de comerse el césped, húmedo en su justo medida, uniforme, cortito. Que se lo digan a Javi Moreno -"Ahí me gustaría estar a mí", apuntó-, quien a pesar de quedarse fuera de la convocatoria por unas molestias musculares se desplazó a Castilla y León por su cuenta. El sábado presenció el Zaragoza-Valencia en La Romareda y ayer se presentó en Los Pajaritos, donde dejó muchos y buenos amigos (en la temporada 98-99 subió a Primera División con el Numancia y fue el máximo goleador). Antes del duelo se hartó a dar abrazos a viejos conocidos. Es un tío cercano y sus carantoñas más efusivas tuvieron como destinatarios los empleados del club rojillo. También se le vio encantado de reencontrarse con Nagore o Pacheta, en la actualidad director deportivo numantino.

Frente a la extensa nómina de cordobesistas con pasado en el cuadro soriano, Boris fue el ex blanquiverde en el bando contrario. El asturiano defraudó en su periplo en El Arcángel, limitado a aquella nefasta temporada del cincuentenario. Llegó como internacional sub 21 y con experiencia acumulada en Primera con el Oviedo y la Real Sociedad, y se fue tras quedar marginado por obra y gracia de Juan Carlos Rodríguez. Ahora vuelve a ser un central fiable. Las vueltas que suele dar el fútbol.

El balompié vive de héroes y villanos y ayer el árbitro volvió a tener una influencia evidente en el resultado. Por supuesto, en Los Pajaritos no hubo lluvia de botellas ni nada por el estilo, al contrario de lo sucedido en El Arcángel ocho días atrás. Eso sí, en las afueras del estadio -un recinto coqueto donde los despejes más contundentes se van a la calle- había una pintada hiriente contra el colectivo del silbato: "Árbitros corructos (sic)". Pero esa queja expresada en un muro es excepcional, porque la afición del Numancia está gozando. Su equipo gana y gana. De hecho, cierra el año en lo más alto de la clasificación de la Liga BBVA. Luis Arconada, mítico portero de la Real y la selección española, puede estar orgulloso de su hermano Gonzalo.

Por detrás del combinado castellano hay 21 equipos. Entre ellos, claro, un Córdoba herido. Paco Jémez tomó nota desde la grada -Juan Luna Eslava ejerció desde el área técnica- y seguro que ya tiene al Sporting entre ceja y ceja. El turrón no le va a saber nada dulce.

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