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Campanero: "No tengo ningún miedo"

  • El presidente blanquiverde asegura que se encuentra "bien" tras el percance del pasado domingo y "con fe en el equipo" por la última victoria · El presidente volvió ayer a su domicilio, aunque sigue en tratamiento

"Si somos capaces de ganarle al Albacete, podemos con el Numancia, el Sporting, el Ferrol... y con cualquier equipo del mundo que se nos ponga por delante". Con ese talante abandonó Rafael Campanero el hospital de la Cruz Roja, donde permaneció ingresado desde la noche del domingo por un ataque isquémico transitorio -una breve falta de aporte sanguíneo al cerebro- que le sobrevino el pasado domingo cuando, en el minuto 61 del partido ante el Xerez, el lateral Rubén marcó el gol que significaría la victoria del Córdoba.

Lo impactante de los síntomas, la edad del mandatario -próximo a cumplir los 82 años- y los precedentes en su historial médico despertaron la alarma en el palco de El Arcángel, donde se vivieron momentos de extraordinaria tensión. Los directivos del Xerez, varios consejeros del club y la alcaldesa de la ciudad, Rosa Aguilar, fueron testigos de un episodio de alta tensión e incertidumbre. La intervención de los doctores Javier Bejarano y Ramón Ribes resultó crucial. Se le practicó una vía en la femoral, ante la posibilidad de que se tratara de un ictus -ya lo sufrió en ocasiones anteriores-, si bien, posteriormente, se descartó la hipótesis. Todos esos sucesos los recuerda vagamente, aunque asegura que entonces su principal preocupación "no era por mí, sino por mi familia". "Estaba inquieto por las noticias que pudieran llegarles y que sufrieran por si pensaban que era otra cosa", relata el veterano dirigente, quien, ya en su domicilio tras recibir el alta y comprobar que todos los análisis "han dado un buen resultado, como esperaba", confiesa que tiene una peculiar lucha contra sí mismo. Pese a las voces -médicos, familiares y allegados- que le aconsejan, sin duda desde el cariño, que se aleje de la primera escena futbolística, Campanero se muestra tajante: "No dejaré de ir al fútbol". La mayor concesión que, hoy por hoy, realiza el presidente más emblemático de la historia del club es un cambio de ubicación. "No me pondré en la primera fila del palco, sino más atrás. Ahí podré moverme si lo necesito y estar menos expuesto, más tranquilo", indica. ¿Y no le queda el temor de que se repita el suceso? "Miedo no tengo ninguno. Yo me controlo mucho, me cuido y sé lo que tengo que hacer", manifestaba ayer Campanero, quien achaca el estado de ansiedad que vivió el domingo en El Arcángel "a todo lo que venimos pasando en los últimos meses, con una situación deportiva que nadie se esperaba. Me pasó después del gol como pudo ser en otro momento. Pero ahora sólo quiero mirar hacia adelante".

Delante está el próximo partido, en Albacete. "Ahí va a estar la clave", reitera Campanero, ya en su casa. Y, próximamente, en el estadio. Es su vida.

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