Cultura

En un relámpago

  • David Trueba regresa a la narrativa con una adictiva novela, cargada de preguntas, sobre el paso del tiempo y la naturaleza voluble del amor.

Blitz. David Trueba. Anagrama. Barcelona, 2015. 176 páginas. 16,90 euros.

Dicen los críticos que las novelas de David Trueba funcionan porque los lectores se identifican plenamente con sus personajes. Y ante tal afirmación uno se pregunta qué tiene que ver su vida con la del futbolista de elite que protagonizaba Saber Perder. O con la del paisajista que acude con su novia a un congreso en Munich que narra esta novela corta titulada Blitz que acaba de publicar Anagrama. Y cuando el tipo va contando su historia, resulta que uno se va dando cuenta de que igual es cierto, de que lo que le está pasando al paisajista le podría pasar a cualquiera. Y la novela le atrapa tanto que se la tiene que leer en un rato, seguida, de un tirón. En un relámpago, que es precisamente lo que significa Blitz en alemán.

Las 170 páginas de Blitz se degustan en poco más de hora y media. El libro tiene una estructura rara. Está dividido en doce capítulos, uno por cada mes del año. El de enero ocupa casi toda la novela y los demás son de una o dos páginas en los que el protagonista cuenta cómo evoluciona tras lo que le sucedió el primer mes del año. Lo que le pasó no lo vamos a desvelar aquí, pero valga como pista la primera frase del libro: "aún no le he dicho nada. me cuesta tanto. uff. tq." Este texto, acompañado de un corazoncito, es el mensaje que recibe en su teléfono móvil el paisajista que va con su novia a un congreso en Múnich. El problema es que el mensaje lo envía, por error, su novia. El destinatario era otro.

 

Y así, al tipo le cambia la vida en el tiempo que tarda en leer el mensaje. Justamente en un relámpago. Y a medida que va leyendo el relato de aquella jornadas en Alemania, el lector va sufriendo empatía, va solidarizándose con el narrador, como si el mensaje se lo hubieran mandado a él y ya empezara a pensar en cómo ha de dar el siguiente paso. Porque igual a quien lee nunca le han dejado vía SMS o mensaje de Whatsapp equivocados, pero seguro que alguna vez le han dejado. O a alguien muy cercano, aunque no sea paisajista, ni futbolista, ni haya pisado Alemania en su vida. Trueba capta al lector, lo engancha y no lo suelta hasta el final. Y, sí, Blitz se lee en hora y media porque tiene 170 páginas con letra gorda, pero su anterior novela tenía más de 400 y era igual de atractiva. 

 

Esa habilidad es oro para un escritor. O para un creador en general, porque Trueba hace casi de todo. Y todo bien. Dirige buenas películas, escribe buenos guiones, buenos artículos en prensa y mejores libros. Eso sí, se toma su tiempo. Que Blitz será y se leerá en un relámpago, pero su autor ha tardado siete años en publicarla desde que su anterior obra, Saber perder, lo consagrara como uno de los escritores más interesantes de la narrativa española contemporánea.

 

Antes de Saber perder y de Blitz hubo otras dos novelas, Abierto toda la noche y Cuatro amigos. La primera es de 1995 y la segunda de 1999. Cuatro en veinte años. Todas cargadas de aire fresco. En ese tiempo hizo más cosas, claro. Escribió los guiones de Perdita Durango (1997), La niña de tus ojos (1998), dirigida por su hermano Fernando, y del documental Balseros (2003); y dirigió siete películas, entre las que destacan Soldados de Salamina (2002); Madrid, 1987 (2011) y Vivir es fácil con los ojos cerrados (2013). Por esta última se llevó tres premios Goya: mejor película, mejor dirección y mejor guión original. También dirigió la serie de televisión ¿Qué fue de Jorge Sanz? y publicó centenares de artículos en prensa.

 

Trueba dice que combinar cine y literatura le permite volver a ésta siempre con la ilusión de la primera vez. Desde luego el resultado final le da la razón. Blitz es precisamente una reflexión sobre el paso del tiempo, sobre lo que puede cambiar la vida en un relámpago y, por tanto, la de vueltas que puede dar en los veinte años que separan la primera y la última de sus novelas. Y sobre el amor, claro. Sobre la diferencia de edad, sobre la mezcla, sobre el sexo, sobre lo poquito que se ha de llorar a un amor perdido. "La gente ha de mezclarse", ha dicho el autor en sus entrevistas promocionales. La novelita da para muchas reflexiones y preguntas personales. Decenas o cientos por cada uno de los lectores. Bienvenidas sean todas. 

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