sergio vila-sanjuán. escritor

"Somos un país de pícaros. Aquí se favorecen las irregularidades"

  • El barcelonés publica 'El informe Casabona', una "fábula sobre la ética empresarial" y retrato de un millonario muerto en extrañas circunstancias.

Sergio Vila-Sanjuán presentó su libro con el Centro Andaluz de las Letras.

Sergio Vila-Sanjuán presentó su libro con el Centro Andaluz de las Letras. / José Ángel García

"Un asesor fiscal que no haya sido imputado alguna vez es que no es un buen asesor fiscal", declara uno de los personajes de El informe Casabona (Destino), de Sergio Vila-Sanjuán, retrato de un empresario, político y coleccionista de arte con el que el escritor catalán, ganador del Nadal en 2013, se pregunta si aún es posible la ética en las altas esferas o el poder siempre mancha las manos del que lo posee. En una recepción real, Alejandro Casabona muere de improviso. Más tarde se descubrirá que la causa parece un envenenamiento, pero a Vila-Sanjuán no le preocupa tanto la intriga como la exploración de un personaje carismático y escurridizo, y de un tiempo donde a veces es difícil seguir el camino recto.

-Uno de los puntos de partida de la novela es la donación de diez millones de euros que hace el protagonista al Instituto de Estudios Éticos. Desde esta entidad quieren investigar si esa cantidad puede proceder o no de negocios turbios, pero el trasfondo es un panorama donde ha triunfado el pragmatismo y en el que nadie se resiste al dinero.

-Yo quería hacer una especie de fábula sobre el tema de la ética empresarial, una combinación de palabras que parece a veces un oxímoron. No me interesaba la figura del empresario corrupto, sino el empresario que quiere ser una persona decente y al que la práctica, el día a día, enfrenta a casos muy resbaladizos desde el punto de vista ético. Quería ponerme en la cabeza de este hombre. ¿Cómo resuelve esta situación? ¿Dónde traza la raya que separa lo que se puede hacer de lo que no?

-Y ese hombre es Alejandro Casabona: un tipo altruista, pero también con muchas sombras.

-Me atraía coger la figura de un empresario de éxito porque, en la literatura española, es un personaje muy caricaturizado, muy denostado. Pero yo, en la vida, me he encontrado a empresarios muy activos, con sensibilidad cultural, brillantes, con cierta riqueza humana, independientemente de sus contradicciones y sus puntos oscuros. Me parecía que describiendo a uno de ellos entraba en un territorio virgen en la literatura española, no en la norteamericana donde están más habituados a retratar el mundo del trabajo, del dinero.

-El periodista que investiga el caso afirma que "ni Diógenes con su lámpara encontraría a alguien con dinero, con verdadero dinero, de esa generación que no haya tenido que hacer equilibrios sobre el filo de la Ley". El libro habla de irregularidades fiscales, de sobornos, de todas las tentaciones en las que puede caer alguien que se mueva en ese ámbito.

-Todos esos casos han sido el pan de cada día en los últimos años, el sistema montado a partir de la Transición ha mostrado sus grietas. El problema es que, en España, se favorecen mucho las irregularidades. Seguimos siendo un país de picaresca, e incluso un empresario que quiere hacer lo correcto se encuentra con algunas situaciones que lo empujan hacia el lado contrario. En otros países, todo está concebido para que todo el mundo sea legal, y el que se salte la norma se atenga a las consecuencias.

-Ha hablado de la Transición. La larga vida del personaje, que fallece con casi 90 años, le sirve para repasar la Historia de España en las últimas décadas.

-El coger como protagonista a un hombre de poder que ha tenido una vida muy larga me permitía tratarlo como si fueran varias personas distintas. Este personaje, Casabona, ha sido en su juventud uno de esos antifranquistas liberales, monárquicos; después es un empresario de éxito, que gana mucho dinero; vuelve a la política como uno de esos hombres centristas que apuestan por el europeísmo, y, luego, al final de su vida, dirige su mirada al arte y se convierte en un mecenas, algo muy característico en Cataluña. Hay un punto en el que el mundo del dinero y la cultura se juntan, por las fundaciones, por el mecenazgo, y me parecía sustancioso entrar por ahí.

-Melba Danois, la última esposa de Casabona, que ayuda al empresario a poner en marcha su museo, lamenta que en la creación contemporánea falte la alegría. ¿Está de acuerdo?

-Sí. A mí me gusta mucho el arte, he hecho de comisario en alguna exposición, y a Casabona le he puesto la colección que a mí me gustaría tener si tuviera dinero. Es una reflexión que me he hecho muchas veces: en general, el arte del siglo XX, el arte más valorado, es un arte dramático, que en cierto modo responde a las cosas trágicas que han pasado en el siglo pasado. Pero junto a ese arte también hay otro paralelo, más amable, más de celebración de la vida, con gente comiendo o paseando junto al río. Yo reivindico esa tradición. Lo trágico tiene mejor prensa cultural, pero eso no quiere decir que lo grato no exista.

-El libro empieza como una novela policiaca, con el personaje muriendo en extrañas circunstancias, pero luego la narración se mueve por otros géneros como la crónica periodística o el relato autobiográfico.

-Yo quería hacer una estructura original que le diera al relato un poco de dinamismo, de vida. A mí me gusta mucho la novela policiaca, pero suele tener un problema, que los planteamientos siempre son más sugerentes que los finales, cuando se resuelve el crimen te quedas desencantado. He tomado cosas de la novela policiaca, como algunas muertes confusas, pero he transformado la narración en una investigación biográfica, acumulando versiones contrastadas, con testimonios contradictorios, porque la verdad sobre la vida de alguien nunca es absoluta.

-"Cataluña", mantiene Casabona en un pasaje de la novela, "es el ejemplo al que España debe parecerse" y "su motor de desarrollo económico, social y cultural".-Esa era una idea de los años de la Transición, algunos empresarios catalanes pensaban que había que catalanizar España. Obviamente, hoy estamos en un momento de fuerte replanteamiento de las relaciones entre Cataluña y España. Yo no soy independentista, pero hay más de dos millones de personas en Cataluña que no están de acuerdo con la situación que viven. La manera de arreglar este desencuentro sería perfeccionar el federalismo español. Yo creo que éste es el reto.

-La novela comienza con una recepción de Felipe VI en la que el narrador destaca la "atención que el jefe de Estado quiere dedicar al mundo cultural". ¿Usted suscribe esta afirmación?

-Creo que Felipe y Letizia son sensibles a estos temas, y funcionan como un tándem para el mundo cultural. Han demostrado que el ámbito les interesa y que son unos buenos interlocutores.

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