Este nuevo libro de ensayos de asuntos literarios de Juan Villoro (Ciudad de México, 1956) viene a sumarse a Efectos personales y De eso se trata, dos recopilaciones previas igualmente brillantes y agudas. Villoro pertenece al selecto grupo de los narradores que son además finísimos lectores y saben descubrir las claves de los libros ajenos con la perspicacia y el fervor de quienes, por más que sean consagrados autores, nunca han olvidado al lector que llevan dentro. Un grupo que en Hispanoamérica está bien nutrido (desde Borges, pasando por Cortázar o Vargas Llosa, hasta Juan Gabriel Vásquez o Patricio Pron) y también en otros lares (baste citar a Coetzee).

La utilidad del deseose divide en tres grandes bloques. El más atractivo, para los lectores de Villoro, es el último, donde aborda, desde la experiencia personal, su trato con la literatura infantil, la traducción (lo ha sido, del alemán) y la enfermedad como fuente de inspiración literaria. Los otros dos bloques agrupan ensayos sobre autores europeos (Defoe, Gógol, Kraus, etcétera) y sobre autores iberoamericanos (Ibargüengoitia, Usigli, García Márquez, Onetti, Puig, etcétera). Juan Villoro, que fue alumno del canónico Harold Bloom, analiza, con una cultura desbordante pero que no apabulla, las obras de éstos y otros escritores con una visión de conjunto, en textos largos que saben desmenuzarlos e iluminar sus obras, fijando su mirada en ese detalle sugestivo que sabe revelarnos el alma de estos autores. Así, pone el acento en la formación de ingeniero de Ibargüengoitia para explicar su estilo claro, o subraya la gestualidad de Karl Kraus en un vídeo que ve en París para entender su prosa afilada, seca, o no se extraña de que grandes nombres de la literatura infantil, como Tolkien o los hermanos Grimm, fueran filólogos de formación y profesión. En cualquier página de este libro, que aúna densidad y diversión, surge un apunte que enriquece a su lector con la mirada sabia de ese gran lector que es Juan Villoro.