de libros

Nostalgia de lo sagrado

Recientemente galardonada con el Princesa de Asturias de las Ciencias Sociales, Karen Armstrong aborda aquí un tema ya tratado por Mircea Eliade y muchos otros (el tema de la modernidad y la fractura, la volatilización, la crisis de lo sagrado), pero aplicado al nacimiento de los fundamentalismos. Un asunto, por otra parte, que ya había visitado muy brevemente Enzensberger en El perdedor radical, pero que Armstrong despliega en su completa magnitud histórica. Es decir, que si Eliade -o Jung, o Bataille- se limitan a consignar un cambio de perspectiva o de parámetros, Armastrong nos ofrece la completa arboladura de un proceso cuyo origen es, en rigor, netamente moderno.

Su modernidad, no obstante, es de naturaleza reactiva: vale decir, los fundamentalismos que Armstron analiza en los tres grandes monoteísmos, desde los Reyes Católicos a nuestros días, son la reacción natural de un mundo en crisis ante una formidable novedad, que venía a derruir los sillares del viejo hogar humano. Un hogar fundamentado en el mito, en la fe, en un concepto estático de la sociedad, que se verá profundamente alterado por avances de todo orden que se darán en Europa a partir del XV. De esta nueva concepción científica del orbe, que podríamos recoger bajo un membrete tan vario y complejo como el de Renacimiento, se derivaría una nueva soledad y un miedo nuevo que, a la vuelta, traerán tanto el rigorismo de Lutero y Calvino como las sectas judías y musulmanas que buscaron un -imposible y nececesario- regreso a la pureza. El siglo XIX, con Chateaubriand a la cabeza, será consciente de esta paradójica necesidad, postergada al infinito. Y en no menor medida, las grandes turbulencias del XX volverán a la actualidad un fenómeno que los tres últimos siglos habían habían orillado, quizá en exceso: la religión como refugio del hombre -a veces violento y desesperado- ante lo incierto. En esa doble perspectiva, histórica y conceptual, es donde Karen Armstrong ha situado correctamente este vector iracundo y medroso, el fundamentalismo, que hoy nos aflige.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios