Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

La enésima apelación al topicazo dolió esta vez un pelín más, porque salió de la boca de un empresario cordobés, pero vino bien para la autocrítica. Lo de llamarnos graciosos nos lo ganamos a pulso porque nos encanta sacarle punta a todo lo que se mueva. No seamos especialmente sensibles. Pero etiquetarnos de flojos, sin anestesia, es inaceptable y sólo puede partir de la ignorancia y la osadía. Casi peor que perpetuarse en el furgón de cola de la economía es que encima nos digan que Cádiz lo tiene merecido, que es como sugerir que África pasa hambre porque le da la gana. Hay quien atribuye este sambenito al carácter gaditano; otros apuntan a la dejación política y algunos señalan al clima y sus condiciones geográficas como causas de su decadencia.

Muchas de nuestras etiquetas también se las achacamos a los románticos que retrataban al andaluz como ese personaje sembrao que le daba a la guitarra a cualquier hora del día. La realidad de finales del XIX era bien distinta y cruda. Las multitudes de jornaleros se apiñaban a las puertas de los ayuntamientos andaluces a la espera del mismo jornal que un siglo después sería conocido como el PER. Han pasado cien años y la Administración no ha encontrado para Andalucía alternativa a esa paguita para llenar la despensa de sus parados. Y lo más sangrante es su fama de flojos porque fuera creen que prefieren este jornal miserable, antes que un salario digno, porque el esfuerzo es análogo al sueldo. ¿Insinúan que a los parados no les gustaría que llegaran nuevas fábricas? Ya le habría gustado a los gaditanos una reconversión de su industria como la que se impulsó en el Norte tras el declive de la minería. Mucho se podría cargar contra los políticos en este sentido, pero buscando culpables no se halla remedio a ninguna clase de males.

Vaya por delante que Cádiz es la primera en alimentar sus clichés porque le gusta reírse de sí misma. Si un chirigotero ahonda en el estereotipo con un buen cuplé nos partimos el pecho de la risa. Ahora bien, si el vecino se atreve a llamarnos vagos, se nos tuerce el gesto. Si nos pasáramos mes y medio al año recordando a todo el país que somos líderes en el sector aeronáutico -con el mismo afán con el que vendemos el Carnaval- la imagen de Cádiz sería de orgullo para todos. Esta provincia es ingeniosa por naturaleza, pero también destaca en exportación de talento y capacidad. Son nuestros ingenieros los que enseñan en países como Australia a construir barcos con nuestra tecnología y conocimiento. Tenemos defectos, pero parten de errores de bulto que tienen enmienda. Basta fijarse en que Cádiz es la provincia con mayor fracaso escolar, pese a que hay más universitarios que nunca. Aún pagamos caro que, hasta no hace mucho, a los jóvenes les atraía más ganar dinero fácil. Los economistas colegiados de Cádiz ya no saben cómo pedir un sistema educativo estable, que fomente la formación y valores como el esfuerzo, el mérito y el compromiso. También es fundamental que la Administración no estorbe y se vuelque en proyectos de desarrollo económico y en la coordinación de planes de estudio con el mercado laboral. El diagnóstico está claro. Sólo falta aplicar el tratamiento para derribar los tópicos.

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