Viernes Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Viernes Santo en la Semana Santa de Cádiz 2024

La idea de celebrar el Carnaval siempre en la misma fecha, alrededor del Día de Andalucía, está perdiendo fuerza en favor de seguir como hasta ahora. Los colectivos han analizado ventajas e inconvenientes y al final la tradición pesa más que cualquier otro elemento. Parece que la fiesta se mantendrá fiel al calendario litúrgico, entre otras razones, porque es la única fórmula que asegura celebrarla en la misma fecha que el resto de los mortales. Lo contrario, vivirlo cuando a los ojos del resto del planeta no toca, haría peligrar su sentido y pondría en riesgo su repercusión, justo cuando se persigue que sea declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Para el Concurso, la fecha fija del 28F garantiza una fase clasificatoria larga y rentable, como la última, gracias a la taquilla y a los derechos televisivos. También invita a más visitantes si el 28-F permite hacer puente. Y sus defensores recuerdan que cuando se adelanta la Semana Santa, muchas veces las primeras sesiones se celebran justo después de los Reyes Magos, de ahí que en su día naciera la Pestiñá. Pero todos estos argumentos juntos parecen rendirse a la tradición porque el debate de fondo, al que realmente no se sabe cómo meterle mano desde hace 30 años, es el de la preselección. Aquí es donde surgen las dudas, ya que cuando se alarga en exceso se corre el riesgo de empachar al punto de perder la esencia. No cabe duda de que la fiesta del Carnaval en la calle, la genuina, no debería estar supeditada al Concurso, sería un error absurdo.

Muchos autores reconocen abiertamente que es demasiado larga la preselección. Una fase clasificatoria que se vaya por encima de las 10 ó 15 sesiones podrá servir para hacer caja, pero es un disparate a la hora de sostener el mismo interés por la fiesta con cierto nivel. Cualquier día se presentarán más de 200 agrupaciones y entonces, ¿cuándo empezarían las sesiones? Al Teatro de Verano de Montevideo, por ejemplo, no puede entrar cualquiera que pretenda concursar. Incluso las agrupaciones ganadoras de la anterior edición han de pasar el corte previsto por la organización. Así ocurre con cualquier certamen o concurso oficial serio. Hay que admitir que este país perdió hace tiempo el sentido del ridículo y por lo general nadie dice 'tú no estás para ir al Falla'. Ni una fecha fija garantizaría el orden y el concierto. Los autores lo saben y han de elegir entre más ingresos o un mayor nivel. Sólo por ir al Falla en preliminares los derechos televisivos garantizan algo más de mil euros, tres mil si pasas a cuartos y el doble si llegas a semifinales, sin contar la propina de la Batalla de Coplas y la publicidad estática. Los finalistas son punto y aparte: algunos pueden vivir del oficio de cantar todo el año. Una propuesta que exponen algunos autores apuesta por fijar una cantidad de no más de cien participantes. Para evitar sesiones tediosas, los que pasen a cuartos se ganarían su presencia al año siguiente, y el resto se sortería o bien el jurado podría elegir a los participantes previo visionado de un video. Cualquier fórmula que sirva para aquilatar el Concurso será bienvenida porque, como sostiene algún autor de sobrada experiencia, el éxito está siendo tan aplastante en las últimas ediciones que puede acabar por aplastar al Concurso.

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