Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

S IN remedio ni anestesia que ayude a mitigar su penuria, la Facultad de Medicina de la Universidad de Cádiz, la más antigua y una de las más respetadas de España en su día, ha caído a la cola del ranking español tras los recortes sin que los gaditanos hayamos movido un músculo de la cara. Aquí nos encanta crear plataformas contra las ninfas y los hoteles que no existan más que en la imaginación. El día menos pensado lanzaremos una a favor de la gusana americana. Cuanto menor sea el asunto, más gaditanos aparecerán con entusiasmo. Pero cuando a estos mismos les pregunten por el fracaso escolar, la alta velocidad, el futuro del puerto, el paro o la sanidad, la gran mayoría pasará. Lo mismo ocurre con el triste destino de Medicina. Sus años dorados pasaron hace años y hoy sólo compite con las facultades vecinas de Andalucía y la de Extremadura por ver si con suerte este año no ocupa el farolillo rojo. Todos sus aspirantes a futuros médicos se presentaron ayer al examen del MIR (Médico Interno Residente) y, salvo sorpresa, casi todos superarán la nota de corte en la prueba. Lo preocupante es que, salvo que se invierta la tendencia, la mayoría no obtendrá la calificación que da derecho a ocupar los lugares de excelencia para elegir hospital y especialidad.

Si alguien cae en la tentación de pensar que la culpa es de los alumnos, quizá por ser menos aplicados que antaño, se equivoca de plano, puesto que la nota para ingresar en la facultad sigue siento tan elevada como siempre. Si Medicina ya no es lo que era, principalmente, se debe al ajuste presupuestario. Pero también, y quizá esto es más importante, por esa desidia tan nuestra a la hora de luchar por las ideas elementales, esperando que los problemas se resuelvan por sí solos.

Hace apenas 20 años, cuando la institución aún era de las más punteras y miraba al resto desde el retrovisor, en la facultad había casi el doble de profesores que ahora sin que se hayan buscado mimbres para corregir esta sangría. Poco a poco, Medicina dejó de ser un escaparate de referencia donde los mejores médicos de Madrid, Barcelona o de América Latina obtenían su cátedra y dejaban su impronta, para ser una más del montón sin que a nadie le rechinasen los dientes. Las cosas cambiaron tanto a finales del siglo pasado que de existir tortas por impartir clases se ha pasado por último a una falta notable de vocación entre los facultativos para volver a la Universidad. Y no sólo por razones económicas. Para empeorar las cosas, se comenzaron a ofertar más plazas de las normales y las aulas se saturaron coincidiendo con una rebaja considerable del nivel de exigencia.

Medicina sabe dónde residen los achaques que hoy la sitúan como la última facultad que se recomienda porque por no tener, no tiene ni un plan de estudios bien estructurado. Para colmo los centros sanitarios están tan colapsados que hacen imposible que los profesores saquen tiempo para que sus alumnos se empapen de la profesión. Así no es difícil explicarse por qué sólo el 15% de los alumnos gaditanos que aprobaron el último MIR -el porcentaje más bajo de todos- logró rozar la excelencia y decidir su futuro. Si Cádiz supiera lo que le conviene y gozara de un poco más de autoestima, exigiría a la administración más recursos en apoyo de su Universidad. Claro que a lo mejor está pensando en otra plataforma en favor de la reproducción de las lisas y los gusanos de seda en cautividad.

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