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Un modelo readaptado

  • El cambio de sistema y, sobre todo, los ajustes tácticos introducidos por Carrión resultaron fundamentales para la reacción del Córdoba, rubricada con la primera victoria del curso en casa

Alejandro Alfaro protege el balón ante Carlos Ruiz.

Alejandro Alfaro protege el balón ante Carlos Ruiz. / josé martínez

"Hemos entendido que tenemos que cambiar algunas cosas", advirtió Luis Carrión en la previa del compromiso ante el Tenerife, en ese afán por reencontrar la buena dinámica del verano y conseguir, por fin, la primera victoria de la temporada en casa. Y el plan salió a la perfección para espantar, al menos por una semana, los pájaros de mal agüero que empezaban a merodear en torno al proyecto. El técnico varió piezas, ajustó conceptos, tanto ofensivos como defensivos, y el Córdoba firmó su actuación más completa en meses -"ha sido el mejor partido desde que estoy aquí", llegó a decir el catalán en la sala de prensa"- para superar con notable claridad a un rival al que minimizó en todo momento para satisfacción de una afición que salió orgullosa de la conjunción resultado-esfuerzo.

Pero, ¿qué cambió en el Córdoba? ¿Qué pasó para que la imagen fuera tan diametralmente opuesta a la ofrecida en Barcelona sólo ocho días antes? Las primeras y más evidentes variantes fueron en cuanto a jugadores. Carrión introdujo hasta cuatro modificaciones en el once, repartidas en las cuatro líneas del equipo: Pawel en la portería, Joao Afonso en el centro de la zaga, Alfaro en la medular y Sergi Guardiola en ataque. Y todas tuvieron su cuota de culpa en la reacción del equipo, que encaraba el partido en zona de descenso tras dos derrotas consecutivas en Liga -entre ambas ganó en la Copa del Rey para ganarse el derecho a volver a competir mañana con el propio Tenerife enfrente- y salió fortalecido en la clasificación y, sobre todo, en lo anímico.

Las cuatro novedades en el once dotaron al CCF de equilibrio y mayor contundenciaLas dos victorias ligueras han tenido un patrón idéntico: dejar la portería a cero

En ambas cosas resulta clave el hecho de que volvió a dejar la portería a cero, como ya había hecho para sumar sus primeros tres puntos en Albacete. Buena culpa de ello debe recaer en Pawel, pues si bien apenas tuvo que intervenir un par de ocasiones con esfuerzo real, ambas fueron determinantes: a los 35 segundos para detener un zurdazo de Malbasic y en el minuto 71, con el 1-0 todavía, para despejar un disparo raso de Víctor Casadesús. Pero no fue exclusividad del polaco ni mucho menos que el marcador visitante se quedara a cero por vez primera en El Arcángel. Joao Afonso, en su vuelta al once tras el banquillazo del Mini Estadi, estuvo más contundente ante un punta de raza como es Samuele Longo.

Pero más allá de nombres propios, pues habría que hacer un aparte para el partidazo de Edu Ramos y Sergio Aguza en la medular, el cambio en la actitud y la organización fueron los aspectos básicos en la transformación del CCF. Esas variaciones a las que en la previa hacía referencia Carrión iban un punto más lejos que las simples modificaciones en la alineación, que ya habían llegado de forma más o menos forzada en las cuatro jornadas anteriores del campeonato.

El equipo estuvo más unido, con las líneas más juntas, mucho más intenso en la presión y solidario en el esfuerzo, convencido de que el camino más corto para evitar sufrimientos cerca del arco propio es apretar y robar cerca de la meta contraria. Apenas hubo un par de lagunas de continuidad que permitieron la salida a la carrera de los chicharreros, ambas con Malbasic de protagonista, si bien fueron las menos. La nota común fue el trabajo para recuperar posición por detrás de la línea del balón, los auxilios al compañero a la hora de cubrir espacios, las coberturas por fuera y por dentro, las idas al suelo para el robo -en el último tramo una de Jona y sobre todo la de Caballero que terminó en el 2-0 reflejan el compromiso hasta el pitido final- o la falta, la única vía conocida para impedir la transición siempre que la pelota esté inalcanzable.

Una readaptación del modelo que tuvo su origen también en un cambio de sistema. Porque Carrión dibujó por primera vez de salida un 4-4-2 al uso, algo que apenas había probado unos minutos en la pretemporada y que ya se vio obligado a disponer ante la adversidad tanto en el estreno liguero ante el Cádiz como en Barcelona. La presencia de Sergi Guardiola sirvió para mantener elevada la línea de presión y hacer mejor, con balón y sin él, a Jona, que dejó de ser un islote para encontrar vías de escape con más continuidad. Y la entrada de Alfaro en el costado diestro en lugar de Jaime Romero aportó mucho más equilibrio a unos costados en los que los laterales, sobre todo Fernández, pasaron a medir mucho mejor sus incorporaciones ofensivas, dando prioridad al mantenimiento del orden defensivo.

En definitiva, ajustes en lo táctico y lo humano que hicieron del Córdoba un equipo mejor ante uno de los claros aspirantes al ascenso. Sólo cabe esperar que, más allá de lo que ocurra mañana en esa batalla entre los mismos enemigos tan diferente en todo que será la Copa del Rey, esta buena cara y el afán competitivo tengan continuidad el sábado en Los Cármenes. Allí espera el Granada de Oltra, un entrenador que ya tuvo que readaptar su modelo hace un par de temporadas tras un inicio igual de dubitativo. El final del camino ya saben cuál fue. ¿Quién no lo firmaría ahora?

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