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La milonga del capitán

  • Por sexta salida consecutiva el Córdoba regresó de vacío de Sevilla víctima de un autogol de Pawel y sus ya reconocidos problemas en la definición

  • El descenso se queda a un punto

Sergio Aguza dispara a portería desde la frontal ante la presencia de Borja Lasso.

Sergio Aguza dispara a portería desde la frontal ante la presencia de Borja Lasso. / reportaje gráfico: juan carlos vázquez

El Córdoba es un barco a la deriva cuyo capitán hace tiempo que da las órdenes desde tierra, pues lo que ocurra a su tripulación en medio de la marejada poco importa si el oleaje a él no se lo lleva por delante. Sin embargo, llama la atención que esta situación a contramano, con desmanes continuos y presentaciones que suenan a broma de mal gusto (por el momento, por la forma, por el fondo...), no impide que todos sigan a pies juntillas el discurso unitario a pesar de ser conscientes de que es poner una piedra más en el camino. Y precisamente buscarse enemigos no es lo más conveniente con la que está cayendo. El equipo está cogido con alfileres, no termina de competir bien y arrastra unos problemas enormes en la definición que no son nuevos, aunque nadie quisiera verlos cuando hubo tiempo para taponar agujeros. Porque habrá quien señale a Pawel por ese autogol que acabó decidiendo el duelo regional en el Pizjuán del lado de un Sevilla Atlético que ya acaricia la permanencia, aunque mirando para otro lado se pueden encontrar muchos más motivos para explicar este esperpento de temporada a la que aún le quedan once capítulos por escribir que amenazan con estar repletos de sufrimiento. No es para menos, dado que la zona de descenso está a un punto, aunque viendo cómo afrontó el conjunto cordobesista el partido pudiera parecer que la situación es bastante más placentera...

Como si tratara de la fase embrionaria de la pretemporada, Carrión volvió a agitar el once. Esta vez la excusa era buenísima, pues la actuación del pasado fin de semana invitaba a una catarsis que por exigencias del guión se quedó en apenas tres cambios, todos en la parcela ancha, y una vuelta al sistema con un único punta. Sin embargo, a estas alturas poco importan ya los nombres o el dibujo si la actitud sobre el verde no iguala la que expone el rival de turno. Y el filial hispalense, liberado tras su última victoria, fue mejor de salida con balón y sin balón, pese a que un primer envío largo a la carrera de Rodri dibujó una ocasión pintiparada que el soriano mandó al limbo ante la salida a la desesperada de Caro. Pero el partido empezó a torcerse pronto con la lesión de Cisma, a la que siguió poco después una concatenación de errores que terminaron en el único gol del encuentro. Aguza perdió ante la presión de Yan Brice y Marc Gual encontró la colaboración de Pawel a su tiro desde la frontal para poner en ventaja a los nervionenses.

Habrá quien mire a la portería para explicar la derrota, pero el equipo tiene más agujeros

El decorado hacia el que había tornado el partido obligaba al Córdoba a dar un paso al frente. Pero el equipo blanquiverde se lo tomó con calma, como si esperara la orden oportuna de ese capitán en tierra del que ya parece imposible esperar una respuesta a la crisis. Pese a tener algo más el balón, pese a que Bíttolo pisó campo contrario sin ser capaz de poner un centro en condiciones, pese a las carreras hacia ningún lado de Pedro Ríos y pese a las apariciones sin avance de Javi Lara, el filial estaba súper cómodo, sin sufrir lo más mínimo. Entre otras cosas porque cuando recuperaba superaba bien las líneas de presión, y cuando se acercaba al área, lo intentaba: Curro probó primero por un perfil y luego por el otro con idéntico resultado antes de que el CCF por fin asustara con una media chilena de Rodri que acarició el poste. La última de un primer periodo preocupante cuanto menos fue para Ivi, con un libre directo sin dirección, exactamente igual que el camino hacia el que hasta entonces caminaba el cuadro cordobesista.

Pese al paso por vestuarios, el Córdoba prefirió mantener su reacción a fuego lento, sin sobresaltos. Así, fue Curro el que de nuevo lo intentó con un zurdazo desviado desde la frontal a la que Pedro Ríos dio respuesta con final similar. Sin embargo, poco a poco los blanquiverdes pasaron a jugar en campo contrario, ayudados también por el miedo de los cachorros hispalenses a perder su botín. El paso adelante llegó en esta ocasión con oportunidades de gol. Ríos volvió a intentarlo desde la esquina del área para encontrar respuesta en un Caro que a partir de ese momento se convirtió en el héroe local, pues en el saque de esquina consecuente, atajó también la semivolea de Alfaro, en casi su única aparición peligrosa en su vuelta a casa. Al Sevilla Atlético ya le costaba más salir y sólo el aire que Yan Brice le daba en la medular le permitía aprovechar los momentos de presión alta para robar y asustar. Fue el argumento, en una acción similar a la de gol, que originó la última llegada local del partido, al paso por la hora de juego: Marc Gual recibió del mediocentro y, tras burlar con el control a Rodas, se precipitó en un zurdazo que no encontró siquiera portería.

Los 30 minutos finales fueron visitantes. Con orgullo y bastante más fútbol que hasta ese momento, el Córdoba pasó a someter a su enemigo. Ni siquiera el contratiempo de la lesión de Luso jugó esta vez en contra, pues permitió a Carrión meter a Piovaccari para jugar con dos puntas y apretar más las clavijas a la zaga local. Era la hora del todo o nada, y Rodri cogió la voz cantante. El pichichi blanquiverde tuvo hasta tres en apenas dos minutos: un derechazo tras hacerse hueco ante Bernardo Cruz que repelió Caro, un mano a mano tras pase interior de Alfaro que sacó bajo palos Álex Muñoz con su compañero ya batido y un latigazo de izquierdas que entre el poste y el meta evitaron que el balón besara las redes. Bíttolo se sumó a la fiesta al cazar un envío de Pedro Ríos justito de fuerzas y sin dirección antes de que el acoso final se cobrara una última y clarísima llegada, ya en el descuento. Pero Markovic, el salvador hace dos semanas ante el Zaragoza, no pudo obrar el milagro en esta ocasión al remachar pésimamente un pase de la muerte de Piovaccari. Fue el epílogo de una muestra más de lo mucho que aún queda por sufrir esta temporada, pese a que el capitán ya haya empezado de nuevo con sus habituales milongas.

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