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Con la fuerza de un ángel

  • El CCF rescata un valioso punto en Carranza que le permite tomar más de un partido de ventaja con el descenso

  • Alfaro neutralizó desde la pizarra el gol de Aketxe de libre directo

El cielo es desde el viernes un poquito más blanquiverde. Un nuevo ángel ha llegado para echar una mano en la difícil lucha por la permanencia en la que se encuentra el Córdoba, que ayer recibió la primera ayuda divina para rescatar un punto valioso en un escenario que quiere ser de Primera la próxima temporada. Un buen gol de Alfaro fabricado desde el recurso del balón parado neutralizó el tanto de Aketxe para un Cádiz que sin hacer nada del otro mundo, con un juego de poca exposición pero mucho rendimiento, había acumulado méritos para mandar en el marcador y no sólo en el partido. El conjunto blanquiverde aguantó su peor momento aún sin mostrar su mejor versión, supo jugar con el factor levante, y tras el empate se vio más entero que su enemigo, transmitiendo unas sensaciones que invitan al optimismo. Sobre todo porque también se reflejan en la tabla, que deja al CCF con tres puntos y el goal average de renta sobre la zona de descenso con sólo tres capítulos por consumir.

La temida salida en tromba del Cádiz se quedó en nada. El Córdoba, que repitió el equipo que ganó siete días antes al Reus, supo adaptarse bien a una situación anómala como es jugar con un viento de levante para poner loco al más cuerdo. Sin complicarse lo más mínimo en campo propio, sólo el abuso del juego directo en clara ventaja para los zagueros amarillos condicionó las transiciones. Aún así, Bíttolo fue el primero en probar fortuna con un disparo lejano con su pierna mala que atajó sin apuros Cifuentes. Poco después, el fallo en el control de Piovaccari tras un robo en la salida del balón de Aridane impidió otra aproximación clara de los blanquiverdes, demasiado cómodos en un primer cuarto de hora que finalizó con un centro-chut de Luis Ruiz que se envenenó con el aire y obligó a Pawel a estirarse para despejar a córner.

Carrión repitió el mismo once que derrotó la jornada anterior al Reus

Ese susto local sirvió de bisagra al choque, y el Cádiz empezó a controlar más y mejor. Un nuevo centro de Salvi desde el costado contrario que acabó cogiendo portería volvió a mostrar la mejor versión de un Pawel absolutamente determinante para abortar la primera aparición clara del pichichi amarillo; Ortuño ganó la posición a Deivid y remató a la carrera un envío raso de Salvi que el meta polaco detuvo a quemarropa sin dar opción siquiera a la segunda jugada. La aparición de los hombres de banda de la escuadra amarilla empezó a ser un quebradero de cabeza para la defensa cordobesista, que pese a todo consiguió manejar la situación con relativa solvencia.

Cada equipo había tenido ya su momento sin resultado, lo que desembocó en una fase de mayor equilibrio hasta el descanso. El temor a fallar estaba muy presente en ambos conjuntos, centrados en mantener el cero en su portería y esperar el fallo del contrario para hacer daño. Fue la fórmula que permitió conectar a Bíttolo con Galán, cuyo centro al segundo palo no pudo conectarlo Pedro Ríos por un pelo. La respuesta, ya con el descanso divisándose, del Cádiz fue un disparo raso de Aketxe que atajó rodilla en tierra Pawel, seguro también en el puñado de saques de esquina que tal y como soplaba el viento se convertían en una lotería.

Tras saber sufrir, en la segunda mitad el Córdoba jugaba a su favor la baza del viento, pero casi sin tiempo para explotar esta pequeña ventaja, una conducción por dentro de Salvi y la conexión con Ortuño la cortó Deivid con falta. Y el libre directo, en la corona del área, se convirtió en un caramelo para el mediapunta cedido por el Athletic Club, que sacó su exquisita zurda a pasear para salvar la barrera y colocar la pelota lejos del alcance de Pawel, que se quedó con el molde.

Por debajo en el marcador y 40 minutos por delante, la situación obligaba al Córdoba a dar un paso al frente, aunque primero tocaba frenar la inercia ofensiva amarilla provocada por el gol. Y entre una cosa y otra, un agujero en el carril derecho permitió la entrada hasta la cocina de Álvaro García, cuyo envío atrás lo remató manso Salvi a las manos de Pawel. Viendo que el panorama cambiaba poco, Carrión buscó una solución en el banquillo: Alfaro al campo por Edu Ramos para dibujar un trivote de perfil más ofensivo, con Aguza y Lara más atrás y el onubense tratando de ejercer de enganche por detrás de Piovaccari.

Sin embargo, para que esa nueva disposición tuviera opción para el lucimiento, el trabajo defensivo tenía que mejorar de manera considerable, y eso pasaba por no dejar pisar área con tanta comodidad (Álvaro García cogió dos rechaces para terminar disparando muy alto). Eso o aprovechar las opciones que siempre da la estrategia, por fin apareciendo ahora que el viento tumbaba ligeramente el campo hacia el portal de Cifuentes. Así, Rodri, nada más entrar, tuvo el empate al cazar un toque de Piovaccari a la salida de un córner, pero su remate a la media vuelta a dos metros de la línea de gol tocó en el larguero para irse al final a la grada.

Fue un oasis ante el aluvión de llegadas de un Cádiz un paso más atrevido que encontraba huecos por fuera para explotar la velocidad de sus extremos. Sólo la calma, la pausa en el juego, podía contrarrestar esa variante amarilla, pero con la batalla de la medular perdida y el cuadro amarillo con metros para correr, los sustos se prodigaron sobre el área blanquiverde. Se quedó en eso, en una serie de sustos, que fueron contrarrestados de la mejor manera conocida: un gol. Ante la falta de juego, un saque en banda larguísimo de Bíttolo le cayó a Alfaro y el onubense firmó las tablas para deleite del sector cordobesista presente en Carranza.

Quedaba un cuarto de hora, pero el partido había entrado en una nueva dimensión. El Cádiz ya no se iba tan alegremente hacia arriba, y el Córdoba se atrevía a conectar por abajo para intentar llevar el balón a su doble referencia. Aunque siempre con el freno de mano echado, porque si importante era ganar, tanto o más no perder y mantener el botín conseguido. Consciente de ello, Carrión retiró a Piovaccari para reforzar la medular con Luso, y el partido se consumió sin grandes sobresaltos en las áreas para otorgar un valioso punto que sirve para quedar fuera de distancia con la zona de descenso. Y eso a falta de tres jornadas para la conclusión del campeonato es vida. La que toca vivir con la vigilia de un nuevo ángel que ya transmite sus fuerzas. Y lo seguirá siendo para ver una sonrisa en el rostro de los que deja atrás.

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