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Un aplauso de 40 años

  • El mítico Daniel Onega, acompañado de algunos de sus excompañeros en el CCF, recibe el cariño de todo el cordobesismo en El Arcángel como colofón a una semana de homenajes

Daniel Onega es leyenda del cordobesismo. Sobre él cuentan historias aquellos que hace 40 años lo vieron jugar con la blanquiverde, elevándolo a la categoría de uno de los mejores futbolistas que se ha puesto la elástica cordobesista. Su recuerdo se mantuvo en un lugar preferente dentro del imaginario colectivo blanquiverde desde entonces. 127 partidos disputó con el Córdoba Onega, para luego regresar a su Argentina natal, dejando en el cordobesismo un regusto inolvidable de futbolista fino y diferente al resto.

De aquel magnífico jugador poco más se supo. Durante 40 años, a pesar de su confesado deseo de regresar para ver a compañeros y amigos que dejó en la ciudad, Onega observó al CCF con un océano de distancia de por medio. Tuvieron que pasar 40 años para que El Fantasma -así le apodaban en su país- pisara de nuevo suelo cordobés. Y, como ya dejó claro con sus palabras durante la semana, Onega se sintió abrumado por el cariño que los cordobeses le brindaron. Los primeros, sus excompañeros, que no le han dejado de arropar durante su estancia de vuelta y ayer no iba a ser menos. Con ellos se vio al genio argentino charlar animadamente antes de que se llevara a cabo el saque de honor del encuentro.

A sus años, a Onega se le veía expectante, emocionado y hasta nervioso en los prolegómenos de un acto sencillo pero bonito, que viene a cerrar una semana en la que uno de los futbolistas más recordados de la historia del Córdoba ha tenido el lugar que le correspondía, tanto por parte de la afición, como de los veteranos, y también del club, que desgraciadamente ha maltratado a otras leyendas del cordobeismo. En esta ocasión, la directiva estuvo acertada y brindó a Daniel Onega el caluroso recibimiento que merece un hombre que luchó por la blanquiverde en una época gloriosa del club.

La mayoría de los aficionados que ayer presenciaron el choque ante el Tenerife desde las gradas de El Arcángel -jóvenes que en gran parte apenas superaban los 30 años- sólo conocían al futbolista argentino de oídas. Apenas existen documentos gráficos y visuales de su estancia en el conjunto blanquiverde, algo que alimenta la épica con la que los mayores narran las andanzas de un jugador que dejó huella en el aficionado y en la ciudad.

Por eso, ayer no fue de extrañar la emoción en el rostro de aquellos hinchas que, con dificultad por los achaques de la edad, se levantaron para rendirse en palmas al recordado Onega. A más de uno se le escaparon las lágrimas con el homenaje al argentino. Esos aficionados mayores son los privilegiados que guardan en su retina la imagen del Onega futbolista correteando por el Viejo Arcángel. Un hombre que ayer recibió un emocionante homenaje que compensa 40 años de distancia con una ciudad que le marcó y en la que no le olvidan.

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