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Toca ser un mal anfitrión

  • Tras ceder sus dos primeros partidos en casa y dolido por la mala imagen de Barcelona, el CCF se conjura para reaccionar ante un firme candidato al ascenso

  • Carrión prepara cambios

En el mundo del deporte, las deferencias con el rival se acaban cuando empieza la batalla. Regalos, parabienes y demás parafernalia quedan para el pre y el post, para la grada y el palco. En la cancha hay que ganar, por uno y por los hinchas. Porque a fin de cuentas, de eso se trata en la competición, sobre todo cuando las dificultades apremian, cuando la necesidad comienza a ser imperiosa. Es lo que le ocurre a este Córdoba que ha dilapidado en apenas un mes gran parte de la confianza que se había ganado en las semanas previas, cuando el calor apretaba de lo lindo para borrar de golpe y porrazo los últimos sinsabores. Una serie de tres derrotas, dos de ellas en casa, en sólo cuatro jornadas han dejado a los blanquiverdes ya en la zona de descenso, devolviendo a la escena principal el nerviosismo del pasado más reciente que, con capítulos como el de hace una semana, se llega a tornar en temor. Por todo eso la visita del Tenerife es el momento idóneo para empezar a ser un mal anfitrión, para sacar los dientes y morder, para transformar en gallardía el pique interno por las cosas mal hechas hasta la fecha. En definitiva, para regalar la primera alegría del curso al cordobesismo, que ya va siendo hora.

Porque los disgustos con los que el CCF ha iniciado la temporada han sido una patada en el trasero al nuevo proyecto, necesitado de un ancla en forma de resultados para estabilizarse. El voto en blanco de la afición tiene que tener un sostén, algo a lo que agarrarse para poder confiar. Y por ahora, la doble derrota ante el Cádiz y el Zaragoza en El Arcángel, con esa rabiosa sensación de haber colaborado activamente en que los puntos volaran, sólo han servido para tapar aún más esa ilusión. Si a eso se le añade una imagen malísima en el último viaje a Barcelona, el cóctel sólo puede saber a rayos y guardar ese extraño recuerdo del último mal trago. ¿Tiene arreglo? Por supuesto que sí porque el torneo apenas si ha consumido una décima parte de su recorrido, pero hay que atajar el problema de inmediato con el único ingrediente válido en este tipo de casos: el triunfo.

Por ahora, y dejando a un lado la Copa del Rey que volverá el miércoles -también con el Tenerife como rival en casa-, el Córdoba sólo ha saboreado la sensación de ganar una vez en este inicio de curso. Ocurrió en Albacete y con un boceto que hay que recuperar cuanto antes, pues es el mejor atajo para alcanzar el éxito: la portería a cero. A eso han ido encaminados gran parte de los esfuerzos del equipo durante esta dura semana tras la debacle del Mini Estadi. Porque con una media de dos tantos encajados por partido es poco menos que imposible reconducir el caos. Y no sólo en cuanto a lo numérico, sino en cuanto a sensaciones, confianza, autoestima...

Por todo eso, hoy se esperan cambios ante un conjunto chicharrero que quiere oler la sangre para de una vez por todas sumar su primer triunfo en suelo cordobés, tras 24 visitas oficiales con un balance positivo de apenas siete empates y tras no haber celebrado un gol en sus tres últimas apariciones. Carrión se ha guardado las cartas, pero no sería de extrañar una variante táctica, en sistema o al menos en cuanto a posicionamiento y actuación, para minimizar riesgos sobre el arco propio, donde se dirigirán todas las miradas de salida. ¿Stefanovic o Pawel? Todo hace indicar que ha llegado la hora del polaco. De todas formas, no sería el único cambio en el once inicial, pues la lesión de Javi Lara ya obliga a una modificación en el centro del campo que también podría tener continuidad más arriba. Movimientos en busca del equilibrio defensa-ataque y, fundamentalmente, de la fórmula para batir al Tenerife y lograr los primeros tres puntos de la temporada en El Arcángel. Ese es el fin, porque ya está bien de ser buen anfitrión y regalar victorias a todos los visitantes.

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