Córdoba CF

Hoy nada es como entonces

  • El Córdoba regresa a uno de sus lugares fetiche en su peor momento de la última década, sumido en una crisis que amenaza con finiquitar el proyecto

  • Ante el líder, otra vuelta de tuerca

El Alcoraz es un estadio fetiche para el cordobesismo. Allí firmó su penúltimo ascenso, último al fútbol profesional, en junio de 2007. Aquel proyecto, no sin dificultades, hizo real el reto para el que fue confeccionado con la unidad por bandera: en el vestuario y con una afición que jugó un papel determinante en las semanas que condujeron al éxito. La entidad entonces no era una simple empresa, pues estaba bañada de cordobesismo por los cuatro costados y eso se reflejaba en cada decisión, en el día a día. Quizás por eso el final fue el que fue, un ascenso de plata que ojalá tarde mucho en repetirse. Sería, en gran parte, señal de que no se ha tocado el bronce, que se adivina cercano por la dramática situación que hoy vive el club cordobesista y obliga a dar un vuelco de 180 grados. Es a lo que cabe apelar, a un cambio radical cuyo primer paso sólo puede darlo una victoria que va camino de dos meses que no se celebra en la caseta de un Córdoba que ya se ha malacostumbrado a vivir colista y que tiene la permanencia a dos partidos. Eso antes de jugar contra el mejor de los 21 rivales, un líder confeccionado por Emilio Vega y en el que tienen sitio otros dos ex como Luso Delgado y Antonio Valera, con escaso protagonismo.

Por mucho que se hable de la igualdad que impregna esta Segunda División, lo cierto es que ver al peor enfrentarse con el mejor no puede levantar mucho el ánimo. Sobre todo si el más malo, con los números en la mano, es el tuyo. Más si cabe si llega caminando con firmeza hacia récord históricos negativos. Ocho jornadas sin ganar, a sólo una de la cifra que estableció hace dos cursos aquel equipo de Oltra que tenía tanto colchón que hasta le dio para meterse luego en el play off, ay el play off... Sólo hablar de él da grima hoy viendo al CCF último, incapaz de ganar ni con ventaja ni ante diez, desangrado por una vulnerabilidad defensiva que le lleva a tener la portería más dañada de la categoría. Y con esa ecuación, pensar en salvarse es cuestión de fe, de mucha fe. Porque tras sumar 12 puntos de 48, un cuarto, el objetivo ahora es lograr 38 de 78, lo que viene a ser la mitad. Va a ser cuestión de doblar el rendimiento, o eso dicen los números, que luego no entran en acción de manera tan clara.

Porque cuando toca actuar, ahora sobre el verde y antes y casi ya en los despachos, la inacción es un punto que conduce a la preocupación. Se ha demostrado que no era problema de entrenador, pues ni con un estilo atrevido ni con otro amarrategui llegan los resultados. Se ha demostrado que no era problema de jugadores -o realmente sí-, pues tanto Carrión como Merino han tocado casi todas las piezas. Y se ha demostrado que quizás todo el problema esté en las decisiones tomadas en el sofá, atendiendo el teléfono de amiguetes, dando más importancia a otro tipo de intereses que los que marca el deporte. La evaluación, continua, da suspenso. Ojalá haya lugar a una mejora importante, casi de sobresaliente, pero transformaciones así no son fáciles, nada fáciles.

Sobre todo si aparecen obstáculos añadidos a la ya de por sí delicada situación clasificatoria y moral del grupo. El último empate cedido en casa ante la Cultural dejó la baja por sanción de Joao Afonso; el transcurso de la semana ha ido sumando contratiempos. Las molestias de Jaime y Josema, sustituidos, han conducido a unas lesiones musculares que les impiden estar; Fernández y Caro han llegado, pero mermados. Habrá que ver qué giro táctico o qué agitación del once se inventa Merino, al que los bandazos continuos no acaban de darle resultado. Y eso, más allá de dibujos o alineaciones, es lo que necesita un Córdoba que hoy vuelve al lugar donde vivió una de sus explosiones de felicidad más puras. Fue hace una década. Desde aquel día, la historia ha cambiado mucho, demasiado, perdiendo por el camino parte de la esencia de la que ha hecho gala siempre el cordobesismo. Hay tiempo para recuperarla. Y eso es cosa de todos.

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