Córdoba

"He sido de todo en la vida y ahora toca esto"

Francisco José Pulido, de 45 años de edad y natural de Villaviciosa, es una de las 25 personas contratadas para la ejecución del plan de reforestación de la zona militar que quedó devastada en el incendio de 2007. Estaba en paro y hace ya algunos meses que lo llamaron desde Tragsa, la empresa pública que se ha hecho cargo de la actuación, para informarle de que iba a formar parte de su cuadrilla en Cerro Muriano. No es el trabajo de sus sueños, "pero a estas alturas no estamos en condiciones de negarnos", asegura este villavicioseño. De hecho, antes de dedicarse al desbroce, la poda y la limpieza de los espacios que quedaron afectados por el fuego, Pulido fue camionero, albañil y hasta pastor de ovejas. "He sido casi de todo en la vida y ahora toca esto", explica al repasar sus más de 30 años de vida laboral.

Detrás de cada uno de los peones y motoserristas que componen la cuadrilla de 25 empleados del plan del Muriano se esconde una historia de idas y venidas en diversos trabajos. "Hemos picado en un lado y en otro y así hemos vivido todos estos años, pero ahora la crisis nos aprieta", manifiesta otro de estos trabajadores. Gabriel Barrios, de Obejo y con 51 años de edad, es un claro ejemplo de estas situaciones. Aunque "hace algunos años" que estuvo empleado "en algo similar", destaca que su trabajo siempre ha estado vinculado a la agricultura. Él tiene una parcela en el término de Obejo y allí cuenta con diferentes cultivos. Esta ocupación y los trabajos que le han ido saliendo a lo largo de todos estos años han sido "suficientes para tirar". La situación, al menos en su caso, se ha agravado ahora "y no ha habido más remedio" que optar por la reforestación, un trabajo que le mantendrá empleado cerca de un año, ya que comenzó en torno al pasado mayo y acabará el próximo diciembre.

Pulido, como Barrios y tantos otros trabajadores que se pasan el día preparando el terreno para la plantación de las nuevas especies y actuando para la prevención de nuevos incendios, señala asimismo que "lo peor" de este empleo son las elevadas temperaturas a las que se enfrentan cada día. Rara vez bajan de los 35 grados.

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