La calzada de Ronda de los Tejares fue durante buena parte de la tarde de ayer una vía fantasma. Tan sólo había coches parados y agentes de la Policía Local la recorrían de arriba abajo. Ese aspecto no tenía nada que ver con que en esa vía -que a esas horas está abarrotada de tráfico- se estuviera rodando una segunda parte de la película de Alejandro Amenábar Abre los ojos, tal y como algún peatón comentó. Lo que allí estaba ocurriendo es que una treintena de parcelistas de la Federación Córdoba Extrarradio habían cortado tanto Ronda de los Tejares como el Paseo de la Victoria. Se trataba de la enésima protesta que lleva a cabo este colectivo para demandar los servicios básicos de los que carecen en sus parcelas. Y como en las demás, se acordaron de la alcaldesa y presidenta de la empresa municipal de aguas, Emacsa, a la que acusaron de no querer escucharlos, de "pasar" de su problema, "mientras se gasta miles de euros en asesores y en coches oficiales", gritaba una de las manifestantes megáfono en mano.

La rápida actuación de los agentes de la Policía Local consiguió controlar la llegada de los parcelistas que llegaron al Centro en una caravana de coches y mantener a la treintena de manifestantes en un rincón del Paseo de la Victoria mientras estos buscaban su momento de gloria ante la cámara de televisión que se acercaba a entrevistarlos. En esos momentos las protestas iban in crescendo al grito unísono de "Queremos luz y agua ya". Cuando la cámara desaparecía, las protestas flojeaban y acariciaban la tranquilidad para dejar hablar a las tres pancartas que portaban en la cabeza de la manifestación estática. "La Junta de Andalucía niega el agua potable a más de 2.000 familias", decía una. Servicios básicos en barriadas periféricas igual a desarrollo económico y creación de empleo", rezaba otra. "La Junta de Andalucía nos niega el agua potable, derecho universal reconocido por la ONU", denunciaba la otra.

Mientras, algunos vecinos del Centro se desesperaban por no poder acceder a sus domicilios o cocheras e intentaban infructuosamente convencer a los agentes de que les dejaran pasar. Fueron los grandes perjudicados.