Mayo festivo

Los otros tesoros de la Judería

  • El barrio turístico por excelencia de la capital guarda exquisitos patios que participan en el concurso, como el de Encarnación 11, y también recintos de instituciones públicas.

Callejuelas estrechas que rebosan mil y una historias y que estos días están atestadas de turistas atraídos por la luz de las flores de mayo. La Judería también celebra el mes grande de Córdoba y aumenta, con creces, su encanto y desvela los otros tesoros que conserva. Son los patios de la Judería que se encuentran en casas con también un elevado peso de historia y de años y que se abren al visitante durante este mes de fiesta en la capital cordobesa.

De los ocho enclaves que hay ubicados en este genial barrio, sólo tres de ellos entran en el Concurso de Patios. Uno de ellos es el de Rosario Torrealba, situado en el número 10 de la calle Céspedes y al que ayer, como ocurrió en el resto de patios, no dejaban de entrar y entrar turistas. Rosario nació en esa misma casa, que es de 1786. Éste es el año, según cuenta, "en el que encontramos la primera escritura oficial de la casa en el Registro de la Propiedad". Explica que en un primer momento, la que es ahora su vivienda perteneció a la Iglesia, aunque "luego pasó a manos privadas" hasta que llegó a su familia. Sus padres fueron los primeros en presentar a concurso el patio, allá por los años 70 del pasado siglo y lo hicieron durante mucho tiempo, aunque Rosario ahora no recuerda hasta cuando. Eso sí, tras algunos años de parón, fue en 2009 cuando el patio del número 6 de la calle Céspedes volvió al certamen.

Son más de 200 las macetas que colorean el patio de Rosario, quien se encarga de su cuidado cada día. Gitanillas, begonias, hortensias o jazmín son sólo algunas de las plantas que adoran este particular recinto de la Judería. "Su cuidado es muy costoso y hay pocas ayudas", reconoce la mujer mientras no quita ojo a los turistas que acceden a su casa para evitar cualquier tipo de incidente. A pesar de lo paradójico del hecho, Rosario considera que entrar en su patio es "entrar en otro mundo". Asegura, además, que el recinto que preside su casa tiene propiedades beneficiosas para ella misma, puesto que "te relaja y te da tranquilidad". A pesar de que es en mayo cuando los patios viven su máximo esplendor, asegura que en invierno "también es bonito, aunque falta colorido".

La casa de Rosario Fernández, ubicada en número 11 de la estrecha calle Encarnación, es del siglo XVI y también guarda un coqueto patio, que ayer fue retratado cientos y cientos de veces. Pero ayer era su pareja, José María Sánchez, quien atendía al mediodía a los cientos de turistas que se acercaron hasta el inmueble. "El patio se ha presentado diez años al concurso", relata y añade que fue la tía de su mujer la primera de la familia en tomar la decisión allá por los años 60 del siglo XX. El patio, detalla, "tiene embrujo y magia". Margaritas, petunias, helechos o gitanillas forman parte de este patio, que incluye una composición con tiestos sobre la pared principal del patio que hace la forma de un abanico. Para Sánchez, se trata de un elemento "muy original".

Hace ocho años que Basi Bolaños presenta al concurso su patio, situado en el número 6 de la calle Judíos. Este año también lo ha hecho y espera obtener algún reconocimiento, por el momento ya ha conseguido un accésit. La historia de la casa es bastante curiosa. Según explica a El Día, ella ha vivido siempre en esta casa de alquiler y el patio se encontraba en mal estado. Sin embargo, todo cambió cuando decidió adquirir el inmueble y uno de los retos que se puso fue el de embellecer y mejorar el patio. El resultado es bastante contundente, puesto que el recinto cuenta con alrededor de 300 macetas, una fuente central con forma estrellada y, además, en él viven tres tortugas. Eso sí, también reconoce que mantener el espacio en óptimas condiciones "cuesta mucho trabajo y esfuerzo". Bolaños, no obstante, matiza que en las tareas de mantenimiento cuenta con la ayuda de su hija. La mujer no tiene reparos en asegurar que a todo el que pasa por el patio "le llama la atención ver tanta flor y que esté cuidado".

En la Judería también hay hueco para otros recintos de carácter oficial -fuera del concurso-, y que este año ofrecen la posibilidad de conocer su interior y las plantas que los adornan. Uno de ellos es el gran patio que esconde el Zoco Municipal, que ayer era un trajín de idas y venidas por parte de los turistas, que fotografiaban una y otra vez cualquier detalle, como las macetas azules colgadas de las paredes blancas o al gran ciprés escorado en una esquina. En este zoco tiene su espacio el artesano Blas Pérez, quien hace un repaso por la historia de esta casa señorial del siglo XV, que en su vida ha pasado por distintas manos, desde particulares, pasando por la Iglesia, hasta que el Ayuntamiento se hizo con ella allá por 1954. "El que viene al patio es un público masivo y ya sabemos lo que conlleva", anota. Sea como sea el perfil del turista que acude, el patio del Zoco Municipal es, sin duda, uno de los más grandes de la capital.

El acuartelamiento de San Felipe Neri, ubicado en la plaza Ramón y Cajal, abre por segundo año consecutivo las puertas de su patio. Según explican, la apertura de puertas tiene como principal objetivo "contribuir a un mayor conocimiento y acercamiento de la Subdelegación de Defensa a la sociedad cordobesa a través su patrimonio y dentro del marco de la difusión de la cultura". Realmente, se trata de un espacio que llama la atención debido al lugar en el que se encuentra y en el que ayer había hueco para el flamenco. El año pasado fueron 2.274 las personas que visitaron este patio, sólo en horario de mañana durante el concurso. Jazmín de estrella, naranjos, un magnolio o naranjos son algunas de las plantas que decoran el patio, que también este año sólo se puede visitar en horario de mañana.

Todos estos espacios, sin duda, aumentan la belleza de la Judería, barrio por el que cada día pasan miles de turistas.

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