Vivir en córdoba

Unas sinceras miradas de bondad

  • El proyecto Vacaciones en paz ha traído este año a la provincia a 130 niños procedentes del Sáhara · Dejan las jaimas, se despiden de sus familas y se alejan del desierto para comenzar un verano inolvidable en tierras cordobesas

Tiene siete años, se llama Mohamed, le encantan los parques y darse un buen remojón en la piscina, aunque la primera vez se asustara demasiado y no soltara a su madre de los brazos. Una madre española, que como las del Sáhara, lo cuida y lo mima durante los dos meses de vacaciones que pasa en casa. Este pequeño inquieto y siempre sonriente es uno de los 130 niños saharauis que pasarán sus vacaciones en algunos de los hogares cordobeses que han decidido aumentar la familia y colaborar con el proyecto Vacaciones en paz promovido por la Asociación Amigos del Pueblo Saharaui.

Ayer por la mañana, después de un divertido paseo por el zoológico, donde más de uno hizo rabiar a los chimpancés y alimentó a los pajarillos que encontraban, fueron todos al Jardín Botánico a continuar con esta visita por la ciudad, y allí la alcaldesa, Rosa Aguilar, mostró su satisfacción por el hecho de que Córdoba vuelva a acogerlos una año más y se convierta además en "un referente". Asimismo, el presidente de la asociación, Arturo Talcón; el responsable del proyecto Vacaciones en paz, Antonio Palma, y algunos otros miembros de la organización coincidieron en que se trata de un trabajo común en el que los protagonistas son los niños y sus familias, tanto las de acogida como las de su lugar de nacimiento.

Recordaron que es un programa en el que se incluyen varios aspectos destacados como el sanitario, el vacacional, el alimentario o el cultural. De hecho, se hace todo un seguimiento sanitario desde la llegada de estos jóvenes embajadores que crean fuertes lazos de unión entre dos culturas, dos tierras que acortan así distancias.

Además, aprenden pronto el castellano y disfrutan de la posibilidad de conocer nuevas costumbres. Una de las madres comentaba emocionada que era la primera vez que acogía a uno de los pequeños. Para ella, es un miembro más de su familia y una experiencia única. Y es que es cierto que en cada uno de sus rostros se esconde un gesto de bondad y agradecimiento.

Otro de esos ejemplos era el de Sidahmed, que espera con entusiasmo a que los médicos curen sus piernas y pueda así cumplir el sueño de nadar en el mar. Sin duda, con el esfuerzo, la ilusión y el trabajo de todos los que hagan posible este proyecto de Vaciones en paz habrá tiempo para que muchas de esas ilusiones se hagan realidad.

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