Fiesta de los Patios 2017

Una ruta de armonía y magia por Regina y Realejo

  • Estos barrios guardan algunos de los recintos más interesantes del concurso por sus particularidades y en los que el visitante se puede recrear

Patio de Pedro Fernández, 6.

Patio de Pedro Fernández, 6. / reportaje gráfico: José Martínez

Entre sus estrechas calles y pequeñas fachadas, las casas de los barrios de Regina y Realejo esconden en su interior algunos de los patios más interesantes del concurso. Albercas, fuentes, pozos y grandes buganvillas adornan recintos llenos de magia. Siete de ellos componen esta ruta que, al no ser de las que tienen mayor afluencia de público, posibilita que el visitante se pueda recrear en más detalles.

Aunque cada patio tiene identidad propia, el de la plaza de las Tazas, 11, debido a su estructura y amplitud, es uno de los que más particularidades presentan. Tanto que su propietaria, Cristina Bendala, asegura que más allá de las puntuaciones que pueda darle el jurado, "el premio es tener este patio". Este recinto "transmite paz, magia y armonía", añade la cuidadora, mientras que una amiga apunta que "aquí hay mucha energía". Las lluvias del pasado fin de semana la hicieron temer por llegar al 100% al festival, "pero creo que hasta le ha venido bien porque su base es la buganvilla -una inmensa que asciende hasta fundirse con un árbol- y el arbolado". El recinto cuenta con una alberca que este año ha sufrido algunos cambios y ha incorporado un arriate, mientras que el elemento exótico lo aportan unas cañas de bambú.

Hace tres años que Diego Méndez, 11 no participa en el Concurso de Patios. La última vez que lo hizo se le estropearon las planta al acabar el festival y además algunos vecinos de la calle se quejaron por el trasiego de visitantes, indica Rosario Ojeda, cuidadora y vecina. Las gitanillas son la estrella de este recinto que también exhibe algunos geranios y petunias y que ha incorporado como novedad una maceta de flor de la gamba, que "me recuerda mucho a mi madre", señala.

Como detalle, en uno de los laterales del patio han colocado una silla de enea con una guitarra y un mantón que era de la madre de Rosario. "Todo el mundo dice que hemos vuelto con fuerza, las plantas se ven más bonitas y el patio está recién pintado", resalta.

La tercera parada de esta ruta pasa por el número tres de la calle Duque de la Victoria, una casa del siglo XVIII construida en madera en la que llegaron a vivir hasta 19 familias, según relata Manuel Morales, que este año tiene "buenas sensaciones" respecto al concurso. Este año ha incorporado en su patio un olivo, varias macetas de cineraria marítima y plantas aromáticas (yerbabuena, menta y una mezcla de menta con tomillo). Precisamente la cineraria y un árbol de lima son, según Morales, las estrellas de este recinto.

Este patio -que tiene una escultura de una hormiga de gran tamaño en una de sus paredes- se ha presentado de forma continuada al certamen desde 2009 aunque ya en 1933 aparecía como uno de los recintos concursantes, tal y como refleja un cartel que este cuidador tiene a la entrada de su casa.

Gitanillas, gitanillas blancas dobles, flor de lis, hoja de parra, amor de hombre, begonias y una cala que ha florecido por primera vez en cinco años: "Le dije que la iba a tirar y parece que me escuchó", destaca Morales.

Otro de los recintos más particulares es el de Gutiérrez de los Ríos, 33, que concursa por sexto año consecutivo. Su propietario, Benito Raya, explica que empezó con muy pocas macetas pero poco a poco, y ahora que tiene más tiempo, ha ido acumulando hasta conseguir un llamativo patio cuyo elemento más característico es una piscina que se sitúa al fondo del recinto. Precisamente algunos de los cambios que ha hecho este cuidador para esta edición se centran en la piscina: ha quitado la escalerilla de acceso y ha incorporado unos chorros que la acercan más a la imagen de una alberca. También ha arreglado un pozo que estaba abandonado y ha pintado sobre una alta pared que cierra su patio unas tejas y un gato caminando sobre ellas. Todo esto encaminado a que el jurado reconozca el valor de este patio: "Llevo seis años haciendo un esfuerzo para ver si alguna vez consigo algo", asevera Raya, y añade que "la casa está abierta a los amigos, hay mucha convivencia".

Todo es alegría, paz y color en el patio de Pedro Fernández, 6, el de Ana Valbuena, un espacio con una gran variedad de flores que van de los pendientes de la reina a la begonia siempre florida pasando por una colección de 12 amarilis, un limonero, aquilea, begonias, azaleas o clivias. También destaca una silla con un mantón y un ejemplar de La feria de los discretos, de Pío Baroja.

"Esto es un gusanillo que te entra y cada vez quieres más flores", destaca Valbuena, una malagueña que se vino a Córdoba por amor y que ya lleva, con este, cinco años concursando en los que ha conseguido cuatro premios. "Las plantas te evaden de todo, me dan vida y ayudan al alma", apostilla.

La penúltima parada de la ruta pasa por Pedro Verdugo, 8, un patio pequeño y coqueto que María de los Ángeles Flores lleva presentando al certamen unos seis años. Durante todo el año mantiene las flores para que estén bonitas en mayo, y entre ellas hay muchas gitanillas, surfinias, esparragueras, claveles centenarios, cintas, un limonero o cóleos. También una buganvilla que no crecía: "La avisé, le dije que la iba a tirar y floreció", apunta.

Por último, la Asociación Cordobesa de Amigos de los Niños Saharauis tiene como sede el patio de la calle Escañuela, 3, un espacio amplio protagonizado por una gran buganvilla y en el que suena de fondo el flamenco. El presidente de la asociación, Tomás Pedregal, explica que su fuente y el pozo son dos elementos característicos de este recinto en el que este año han hecho "una inversión en flores" para que luzca aún más hermoso. "Entendemos que por ahí hay maravillas, aunque siempre queda la esperanza de que caiga algún reconocimiento" del jurado, concluye Pedregal.

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