Córdoba

La responsabilidad de los ciudadanos en las redes sociales

  • Aprendamos del 17-A: el sentido común, la prudencia y la educación son los mejores aliados para que nadie vulnere la libertad o la dignidad de nadie en internet

La responsabilidad de los ciudadanos en las redes sociales

La responsabilidad de los ciudadanos en las redes sociales

Los atentados de Barcelona han reabierto el debate sobre las consecuencias de las imágenes que millones de ciudadanos volcamos en las redes sociales cada segundo. Ha vuelto a quedar de manifiesto el dicho de que "no se pueden poner puertas al campo". Y lo que pasó en las redes la tarde del pasado 17 de agosto ha demostrado que las consecuencias de que el campo internauta no tenga puertas son, en mi opinión, inasumibles, y sólo las combate la responsabilidad de cada uno de nosotros.

No voy a entrar en las consideraciones sobre la propaganda que consiguen o no los desalmados que perpetran atentados terroristas en aras de no sé qué idea o creencia. Qué más me dan a mí creencias que no respetan la vida. Y no voy a imaginarme a los inhumanos que promueven este tipo de barbaries regodeándose ante sus móviles o sus tabletas -que de todo tendrán- siguiendo el hashtag#Barcelona, porque me dan ganas de vomitar.

No voy a hablar del miedo que me producen los cientos de miles de comentarios xenófobos o radicales que los hechos suscitan, ni tampoco del desafortunado uso político de los mismos.

Y no voy a hacer juicios sobre las personas que grabaron y compartieron la tragedia en los primeros minutos, porque estoy segura de que la mayoría pecó de no saber medir las consecuencias de lo que hacían. Otra cosa distinta fueron algunos medios de comunicación que descargaban o compartían los vídeos; esos medían otro tipo de consecuencias, pero tampoco quiero hoy centrarme en el uso del sensacionalismo para luchar por la audiencia.

En lo que sí me gustaría centrarme una vez más es en la importancia de la habilidad para responder de cada uno de nosotros, en este tipo de desgracias especialmente.

La responsabilidad de las personas es lo primero

En situaciones como la vivida en Barcelona, no hay inhibidor o medida de seguridad que no sea cortar internet al más puro estilo norcoreano, que pueda contener la avalancha de imágenes en las redes. Por eso, lo primero y primordial es que cada uno de los usuarios de dispositivos móviles con cámara y acceso a la Red de Redes sea consciente de lo que tiene entre las manos. Menudo reto si se considera que el móvil es el regalo estrella de las primeras comuniones…

Para ser conscientes del poder que se tiene hay que ser capaz de medir las consecuencias de lo que se hace, y esto es algo que no se puede conseguir fácilmente sin los nervios templados o sin el sentido común.

Instintos básicos

Las redes nos excitan sentimientos y necesidades muy básicas como son el reconocimiento o la singularidad, con la particularidad de que además son capaces de cubrir esas necesidades humanas muy rápidamente, algo que nos engancha todavía más. Un like, un retuit, un comentario a tu publicación, y ya está. Así que seguramente la mayor parte de las personas que tomaron y compartieron imágenes en Las Ramblas o en Cambrils tuvieron motivaciones muy humanas, sí, pero esa humanidad no tuvo en cuenta nada más.

No tuvo en cuenta la necesidad inmediata ni la dignidad de los heridos, o el impacto emocional de sus familiares y amigos al verles. No consideró la seguridad de los profesionales sanitarios o de orden público. No se preguntó si eso entorpecería o no la labor policial. No pensó si podría ser delito. No evaluó el tiempo que esas imágenes seguirán dando vueltas en forma de fenómeno viral en el que, por cierto, participamos todos y consigue revictimizar a las víctimas una y otra vez.

Lo peor es que ninguna de estas consideraciones es instintiva, mientras que sí lo es la búsqueda de reconocimiento o singularidad. Así que la única forma de introducirlas en nuestra forma de reaccionar al nivel de instinto básico es la educación.

La educación en el uso de las redes y el pensamiento en plural desde el colegio, para empezar. La misma labor sensibilizadora y educativa en los medios de comunicación para seguir, y en algunos comenzando con el ejemplo, por favor. Y el mismo objetivo educativo en las redes sociales en las que se pueden generar igual grandes milagros que perversos infiernos. Es lo que tienen los grandes inventos. En manos de personas con buena voluntad son geniales, pero en manos inconscientes pueden ser mortales.

La responsabilidad social y el pensamiento en plural de cada uno de nosotros es lo único que puede marcar la diferencia. Seamos responshábiles. Para los que no, ya están las fuerzas de seguridad y las unidades especiales de policía en internet.

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