La Sal de los días

Un proyecto que no madura

  • La nómina de adhesiones y de apoyos públicos a la candidatura de Córdoba como Ciudad Europea de la Cultura está muy bien, pero es necesario dar un paso adelante · La ciudad debe presentar ya una oferta firme de infraestructuras y de actuaciones · No caben más dilaciones ni más falta de miras de futuro

La psicología evolutiva establece diferentes etapas en el ciclo vital del ser humano que, a grandes rasgos, irían desde el desarrollo psíquico y motor hasta la identidad personal. Dicen los expertos que en todo ese camino, hay una etapa en la que se produce un avance muy importante hacia la madurez intelectual del individuo, un proceso que se alarga hasta los siete años aproximadamente. Siete años. A un niño -o niña, se me olvidaba- le da tiempo en ese periodo a formarse en aspectos esenciales como el desarrollo del lenguaje, la búsqueda del orden y la constancia o la capacidad para discernir entre lo bueno y lo malo. Sin embargo, entre nosotros tenemos a una niña, de nombre Capitalidad Cultural, que ya ha cumplido esa edad y que no acaba de dar pasos por ella misma. Ya han pasado siete años, aunque parezca mentira, desde que se presentó en sociedad, y sigue perdida en condicionantes internos que no hacen sino mermar las capacidades y potencialidades de la criatura, que aún no ha entrado por esa puerta hacia la madurez que le impone su edad. Tanto es así que desde ciertos sectores, entre ellos el empresarial, se ha llegado a dudar de que la aspiración tenga viabilidad. Este pensamiento es lo peor que nos puede pasar.

Aún quedan cuatro años para la decisión final de qué ciudad será la que lleve el sello de Capital Europea de la Cultura 2016 -aunque en 2010 ya podrá vislumbrarse- y Córdoba no puede sentarse a verlas venir, algo que ya empieza a repetirse en demasiadas ocasiones para desgracia de proyectos e iniciativas que acaban durmiendo el sueño de los justos o que tienen que someterse a un proceso de cirugía total para poder salir adelante.

¿Cuántas veces han escuchado eso de que esta ciudad es la cuna del diálogo intercultural? ¿Y aquello otro de que a patrimonio e historia pocos nos ganan? Miles, imagino, pero los que tanto lo dicen olvidan que Córdoba tiene que salir de la estampa, de la bella postal y de los libros de texto para situarse en un nivel en el que, de verdad, pueda competir en igualdad de condiciones con las ciudades de su entorno y con las que optan a sus mismas pretensiones. Para ello no basta con vivir de las rentas, que sin duda Córdoba tiene una buena nómina, sino que hay que presentar proyectos de futuro sólidos, consistentes y con verdadera vocación de supervivencia.

Las adhesiones en forma de firmas de apoyo o las declaraciones públicas a favor de la candidatura cordobesa están muy bien, pero ya es vital que el proyecto madure y alimente las actividades, infraestructuras y actuaciones con las que pretende vender que es la mejor posicionada en el reto de 2016. Se trata de construir una candidatura y para ello no se pueden estar lanzando mensajes subliminales de que todo está parado. Un ejemplo claro es la Fundación Córdoba Ciudad Cultural, creada en junio de 2006 para gestionar las distintas medidas a adoptar. ¿Saben qué ha hecho desde entonces? Nada. Se ha reunido en dos ocasiones y no se ha nombrado ni siquiera un responsable ni se ha aprobado plan de actuaciones alguno. Un avance en este sentido es fundamental, primero, para que se impulsen las iniciativas que se consideren prioritarias y, segundo, para que se visualice que algo avanza después de mucho tiempo parado en lo que es fundamental. Aguilar dijo que se reuniría cuando estuvieran constituidas las cámaras. Ya lo están.

Ahora son 12 ciudades españolas, además de Córdoba, las que pretenden alcanzar el reto. Málaga, la otra andaluza que ha presentado candidatura, no se da por vencida y, aunque sea más a modo de ruido que de otra cosa, esta semana ha salido a la calle -con escaso seguimiento- para defender su opción. Lo cierto es que el tufillo político no abandona a la propuesta malagueña, algo que, es cierto, nunca le ha ocurrido a esta tierra. Córdoba ha errado en otras cosas, como la dejadez, la falta de previsión o la escasez de miras de futuro, pero no se le puede achacar que quiera usar su candidatura para la batalla política, a pesar de que el apoyo de Chaves y Zapatero en campaña, que luego matizaron para evitar males mayores, la pusieron en el disparadero de las críticas venidas desde la Costa del Sol. Por si acaso, el presidente andaluz no ha dicho ni una sola palabra al respecto en el discurso de investidura. Sea como sea, los gestos de apoyo vienen de perlas, como siempre ocurre con el respaldo sin fisuras de Moratinos, pero lo que nos va a dar de comer es que Córdoba, con sus instituciones a la cabeza y con el apoyo de los colectivos empresariales, sociales y ciudadanos detrás, perfile y haga fuerte su oferta. Ya no caben más dilaciones.

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