Córdoba

La poeta que nunca se olvidó del Sur

  • Concha Lagos, además de creadora, promovió revistas literarias, premios y tertulias, de manera que reunía en su casa a las más destacadas personalidades de la cultura española

La poeta que nunca se olvidó del Sur

La poeta que nunca se olvidó del Sur

María de la Concepción Gutiérrez de los Ríos y Muñoz Torrero, conocida con el seudónimo de Concha Lagos, nació en la Plaza del Escudo el 23 de enero de 1907. Bautizada en la parroquia de San Nicolás, cursó sus primeros estudios como interna en el colegio de la Sagrada Familia, las Francesas. Marchó a Madrid con su familia a los 13 años y, este alejamiento de su tierra dejará una profunda huella tanto en su vida personal como en su obra literaria.

A los pocos meses de establecerse, enfermaron la madre y las hermanas y el padre decide un nuevo traslado de la familia a El Escorial. Durante el período 1924-1925, la familia dejó temporalmente El Escorial en los veranos para trasladarse a un lugar más propicio en la sierra de Guadarrama, concretamente a San Rafael (Segovia). Con 16 años, es allí donde conoció a Mario Lagos, de nacionalidad argentina y de profesión marino mercante, proveniente de una familia afincada en Vigo; su padre era cónsul de Argentina en Vigo.

En 1925 se casaron en la capilla de los Actores de la iglesia de San Sebastián de Madrid y fijaron allí su residencia. Alrededor de 1928, gracias a compartir una misma afición, la fotografía, decidieron montar un negocio con muchos esfuerzos: Estudio Lagos. Se trataba de un estudio de fotografía por el que pasaron numerosas personalidades, escritores y artistas, entre ellos, su gran amigo y pintor vallisoletano Anselmo Miguel Nieto, convirtiéndose en su musa. El archivo fotográfico con más de 300 imágenes constituye un excepcional fondo documental que se puede consultar en la Biblioteca Nacional, al igual que su extenso y único archivo epistolar. Al estallar la Guerra Civil en 1936 y ser evacuados a la embajada de Argentina, se trasladaron a París y, tras un corto periodo a Vigo, ciudad donde estuvieron residiendo hasta que finalizó la guerra en 1939, concretamente en la finca familiar La Seara. Fue la época más triste de la vida de Concha Lagos, al verse despojada del sur y de la luz. Concha adoptó entonces definitivamente el apellido con el que será conocida durante toda su vida al no poder tener hijos y escribió también sus primeros poemas y obras, como, El pantano: Diario de una Mujer y El Balcón, que verán la luz años después (1954).

En 1944, ya definitivamente en Madrid, el matrimonio reanudó con éxito el estudio fotográfico. Pese a carecer de experiencia editorial, fundó la revista Cuadernos de Ágora (1956-1964), que se convirtió en una de las más sobresaliente de las décadas 50 y 60, acogiendo incluso traducciones e introduciéndose también en universidades americanas. Además, tendió puentes hacia otras revistas, tanto en Europa como en Latinoamérica. Es a partir de entonces cuando mantuvo una lucha por el poder de la palabra contra la censura, todo un pulso literario para la cordobesa.

Mantuvo a su vez Las tertulias de Ágora los viernes en su casa, donde acudían escritores, pintores, artistas, fotógrafos y cineastas, autores teatrales o personalidades del mundo del cine. Se relacionó con poetas y escritores de distintas corrientes y épocas, como la Generación del 98, la del 36, la del 27 y la de los 50. Prueba de ello fue la amistad que mantuvo con Ramón María del Valle Inclán (1866-1936), Jorge Campos (1936-1983), José Hierro (1922-2002), Alfredo Gómez Gil (1936), Carranque de Ríos (1902-1936 generación de la República). Como editora realizó entre otros la colección de libros de poesía con el nombre de Colección Ágora. La biblioteca de Lagos, con más de 2.000 ejemplares, fue donada a la Universidad de Valladolid. En 1961 fue nombrada académica correspondiente en la Real Academia de Córdoba y, a su vez, lo fue de honor en la de Valladolid. En 1963 fundó el Premio Ágora de poesía a raíz del cierre de la revista Cuadernos de Ágora por falta de medios económicos. A partir de 1964 y hasta 1973, fecha en que traspasó el estudio fotográfico, es cuando llegaron los años de menor actividad y dedicó más tiempo a la escritura.

En 1994, cuando contaba con 85 años, Concha y su marido Mario ingresaron en una residencia para la tercera edad: Río Salud, situada en Las Rozas, en Madrid. Allí pasó los últimos 15 años de su vida, afrontó la enfermedad de su pareja y la suya propia, alejada de los círculos literarios.

Pese a sus facultades mermadas, siguió escribiendo poesía hasta seis o siete años antes de su muerte y solía leer sus poemas a los trabajadores del centro. Entre otros reconocimientos, en 2002 la Junta le concedió la Medalla de Andalucía y también fue nombrada Hija Predilecta de Andalucía. Falleció a los cien años, el 6 de septiembre de 2007. En Málaga, Lucena, Priego de Córdoba y Córdoba existe la calle Concha Lagos, en su honor. Aunque tardía, está considerada como una escritora completa, con más de 40 libros de poesía, teatro y relatos, múltiples ensayos y artículos en prensa.

En sus narraciones las referencias a su tierra son una constante. En ellas el paisaje perdido y añorado del sur se recupera y se reescribe. Lagos prestó su voz a los temas del Sur, de ese Sur del que nunca se llegó a alejar definitivamente. Enamoradamente he vuelto la cabeza, allí, por la mañana de luz y de claveles, con la viva alegría, del viajero que vuelve al lugar deseado.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios