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El obispo invita a vivir la Cuaresma con oración, ayuno y limosna

  • Fernández señala que "los países más desarrollados se han creído autosuficientes y se han alejado de Dios, planteando la propia vida y la ordenación social"

La Cuaresma arrancó ayer en la Diócesis con la misa de imposición de la ceniza presidida por el obispo, Demetrio Fernández, en la que invitó a los católicos cordobeses a vivir este tiempo de preparación para la Pascua "volcados en la oración, el ayuno y la limosna". El prelado basó su homilía en la segunda lectura, en la que se marcan las pautas para el mayor aprovechamiento de la Cuaresma. Por tanto, Fernández explicó que este tiempo litúrgico no es algo abstracto, como el dominio del color morado en las celebraciones, sino que es también la oportunidad para volver a Dios, porque "es donde está la solución a todos nuestros problemas" y donde a lo largo del tiempo "el pueblo de Dios ha encontrado la salvación".

Esta situación no se encuentra hoy día. El obispo prosiguió con que "los países más desarrollados se han creído autónomos y autosuficientes y se han alejado de Dios planteando la propia vida y la ordenación social sin Dios; es más, en contra de Dios, y el resultado no estamos comprobando en nuestros días".

Para alcanzar esta situación, Fernández invitó a los fieles a despojarse de aquellas cuestiones accesorias, porque "ayunar no es sólo prescindir de la comida o la bebida, sino también se refiere a todo lo que resulta inconveniente para caminar ligero". En su opinión, "ayunar no está pasado de moda" porque "hoy se ayuna más que hace 50 años al haber más posibilidades y medios".

Dijo que esta actitud es muy actual y que se reduce la dieta alimentaria, por ejemplo, tanto por razones estéticas como deportivas, pero que "lo que ha perdido sentido es el ayuno religioso". La práctica debe ser penitencial, "con el sentido de volver a Dios".

El obispo de Córdoba señaló que la limosna es "la caridad entre nosotros y con los más necesitados". Para que esta circunstancia se dé es necesaria "la oración bien hecha y el ayuno aplicado a nuestra vida", entonces "la caridad brotará cuando el corazón esté olvidado de sí".

La homilía terminó con la idea inicial, que la Cuaresma "sea un tiempo de verdadera renovación", para la que recomendó paciencia para esperar la gracia de Dios. De este modo, la comunidad cristiana se puede preparar la vivir la Pascua "con una alegría nueva".

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