Córdoba

Una mañana para reivindicar la diversidad

  • Cientos de niños se aproximan a otras culturas a través de talleres de malabares o máscaras del mundo

Comer en un restaurante chino, bailar música latina o comprar en un bazar marroquí. La ciudad ha acogido en los últimos años a cientos de personas procedentes de cualquier punto del globo con formas de ser distintas. "Pertenecemos a culturas muy diferentes, pero debemos de convivir con esos puntos de vistas, esas costumbres y esos hábitos", sostiene Rosario Gómez, una estudiante venezolana que ayer coordinó los talleres realizados en la Ciudad de lo Niños para conmemorar el Día Mundial de la Interculturalidad y la Diversidad para el Diálogo y el Desarrollo.

"Es una jornada muy importante para reivindicar los valores de la inclusión y de la unión de los núcleos familiares", explicó Gómez, que participa como becaria en la Catédra sobre Interculturalidad que imparte la Universidad de Córdoba. Los resultados de las actividades, en las que participaron cientos de niños, se recogerán en una bitácora que analizará la confluencia de las culturas dentro de la misma Córdoba.

Los pequeños participaron en talleres de malabares, marionetas, atrapa sueños o máscaras del mundo y dejaron su impronta en varios murales participativos que se distribuyeron por el parque. "Los niños son receptores por excelencia, así que la infancia es el mejor momento para que las personas se abran a lo diferente. En Córdoba hay mucha gente de diferentes partes del mundo, pero la integración entre unos y otros es complicada, ya que a veces intervienen los prejuicios", advirtió Gómez, quien resaltó que su llegada a Córdoba "ha sido una de las experiencias más difíciles" que ha tenido que afrontar.

Así que las culturas de todos los extremos del globo se reunieron ayer en el Parque Cruz Conde. La de los indígenas americanos llamó especialmente la atención de los pequeños, que aprendieron a confeccionar atrapa sueños: "Este objeto para atraer las buenas energías tiene asociadas varias leyendas, pero la más popular es la que narra cómo el jefe de una tribu se transformó en araña para dar una lección sobre los caminos de la vida, enredados como la tela de un arácnido", narró la monitora Esperanza Rodríguez.

En otro lugar del parque, los niños aprendieron a realizar marionetas o malabares, con materiales reciclables y fáciles de encontrar en casa. "Con una espoja y cartulina de colores se puede hacer fácilmente una marioneta. Sólo hay que estimular la imaginación", reivindicó la monitora Ana Carbonero mientras sus pupilos inventaban ranas o roedores.

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