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Las lecciones del 'Menachogate'

  • Huida. El PSOE cordobés se desentiende de los asuntos del expresidente de Juventudes Socialistas y nadie quiere ver los síntomas de un partido que cada día va perdiendo identidad

Las lecciones del 'Menachogate'

Las lecciones del 'Menachogate'

L style="text-transform:uppercase"> a semana se anunciaba más o menos tranquila, con ese aire postvacacional del arranque del año, pero al final llegó el señor Cristian Menacho dispuesto a convertir la puerta de los juzgados en un circo y a sí mismo en nuestra Pantoja, una Pantoja, por cierto, que nadie necesitaba ni a la que nadie llamó. O sea, que la tranquilidad se fue a tomar viento, primero con Menacho, en una primera comparecencia, en estado de crisis nerviosa y luego, ya el viernes, con una visita a los juzgados en la que se hizo acompañar por un grupillo de fieles que increparon y acosaron a la prensa. Tal mal acabó el asunto que una reportera del diario digital Cordopolis tuvo que ser atendida por una agresión, hecho impresentable e injustificable que da clara cuenta de cómo se las gastan algunos y del estilazo con el que se han manejado y se manejan. La presunta culpabilidad de Menacho en las supuestas mordidas del colectivo Jóvenes para el futuro que él presidía está por ver y queda ahora en manos de un juez, como debe ser, pero lo que no se puede discutir es que su reacción ante el proceso judicial ha sido simplemente lamentable, un fiel retrato de un modo circense de estar en la vida y también de meterse en la política.

Porque esto era política, cutrepolítica, pero por supuesto que lo era, y eso por mucho que el Partido Socialista haya intentado sacar este asunto del ámbito. Explicaron para ello los socialistas que el señor Menacho ni siquiera estaba afiliado al PSOE y dijeron que el hecho de que fuese hasta esta misma semana el presidente de las Juventudes Socialistas nada significa porque éste en un colectivo sin ningún lazo estatutario que lo una al partido. Los socialistas se lavaron las manos, pero el movimiento resultó feo, inexplicable, soez. Más que nada porque ni el más cándido y lila de la ciudad piensa que el señor Menacho y su señora madre han llegado a donde han llegado sin tener la bendición de quienes mandan en un PSOE cordobés que no vive desde luego su mejor etapa. Es decir, que si este joven de escaso currículum entró en las listas de las últimas elecciones municipales fue porque contaba con la confianza del secretario provincial, que de un modo u otro debería haber comparecido o bien para defender su inocencia si en eso cree o bien para dar explicaciones, para dejar el asunto en manos de la justicia o para pedir disculpas. Cualquier opción resultaba más valiente que negar evidencias y meter la cabeza en el hoyo, pero eso fue lo que en la avenida del Aeropuerto se decidió dando pie a las situaciones ya sabidas.

El problema del PSOE va sin embargo mucho más allá del capítulo del propio Menacho porque lo que se huele es que en la formación se han implantado en los últimos años una forma de hacer las cosas que parece conducir a la agonía y hacia la derrota electoral. El valor que prima allí es la lealtad hacia los líderes, el apoyo inquebrantable, ovejuno, y eso ha propiciado que personas sin brillo se hayan colado en concejalías y hayan accedido a puestos de responsabilidad. Los méritos, en fin, hace tiempo que dejaron de importar y eso va provocando que el PSOE deje de ser lo que fue, el partido que mejor representaba las diferente sensibilidades cordobesas, para convertirse como mucho en un grupo de convenientes amigos que se representan a sí mismos y a sus intereses. El caso de Menacho, ahora en el ventisquero, quizá sea único por las singularidades que lo rodean, pero es sintomático tanto por lo sucedido esta semana en los juzgados como por la oscura reacción del PSOE. Y tampoco es baladí el hecho de que de los muchos intelectuales que hace unos años estaban cerca del partido hoy apenas quede alguno, pues no es fácil defender la libertad de pensamiento y la creencia en los méritos sin sentirse incómodo en la dinámica que se ha implantado en la sede socialista. Allí lo que se escucha es el prosaico aviso de que el que se mueve no sale en la foto y poquita cosa más.

El caso resulta en fin de los más curioso, porque con estas mimbres y con alguna de esas listas grisáceas que el PSOE cordobés estila desde hace algún tiempo comparecerán a las próximas autonómicas, en las que el socialismo tendrá que jugarse la joya de su corona, que no es otra que la Junta, quizá ya sin Susana Díaz al frente. Confían ellos en que en esta tierra al final, por más que las encuestas apunten, siempre les alcanza, pero los tiempos están cambiando y los errores antes o después se van a pagar. El caso Menacho tiene pues sus lecciones, lecciones que, por supuesto, nadie en este PSOE actual va a querer aprender. Mirarán para otro lado. Al final chocarán.

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