Córdoba

Los juzgados reciben más de 500 partes médicos por sospecha de malos tratos

  • El personal sanitario de la provincia suele denunciar cada año medio millar de casos de agresiones a mujeres detectados en las consultas de Atención Primaria y en los hospitales

Concentración de la Plataforma Cordobesa contra la Violencia a las Mujeres.

Concentración de la Plataforma Cordobesa contra la Violencia a las Mujeres. / jordi vidal

La Delegación de Salud derivó a los juzgados el pasado año 552 partes por sospechas de violencia de género detectadas en los centros de Atención Primaria y en los hospitales de la provincia. Por tipologías, 481 casos fueron por maltrato físico, 171 por psicológico y 13 por violencia sexual. La suma de estas cifras es superior a 552 porque una mujer puede estar sufriendo a la vez varios tipos de maltrato.

Estos números reflejan el "concepto erróneo que tiene la mujer porque es muy difícil que haya un maltrato físico si no hay uno psicológico", señala el responsable de Violencia de Género de la Delegación de Salud, Rafael Espino. Y lo explica así: "Si un hombre le da un guantazo a su mujer de repente, tiene una denuncia puesta en media hora. Por lo tanto, el que se atreve a hacerlo es porque la tiene controlada psicológicamente". Es decir, ese sometimiento provoca una desigualdad y un poder del maltratador sobre la mujer. Por lo tanto, la gran mayoría de las mujeres que sufren violencia física también padecen la psicológica "pero no lo reconocen como tal y lo justifican". En ese sentido, algunas de las excusas que dan es que sus parejas "son celosos, que tienen un pensamiento antiguo o que se comportan así para protegerlas".

Para localizar estos casos de violencia de género es fundamental la formación y sensibilización del personal sanitario. La labor de detección implica a médicos, enfermeros, psicólogos, auxiliares, trabajadores sociales y administrativos. Para ello, en 2008 la Consejería de Salud creó la Red Andaluza de Formación Contra el Maltrato a las Mujeres (Red Formma), constituida por un grupo de profesionales que se encargan de impartir la formación en todo el territorio andaluz. Uno de ellos es Rafael Espino, coordinador en Córdoba de esta iniciativa.

Cada año, desde Salud se envía a los juzgados alrededor de medio millar de expedientes, pero el objetivo final "no es el parte sino el acompañamiento de la mujer en su proceso de identificación del maltrato", incide Espino, que también es facultativo de Atención Primaria. Según la macroencuesta de violencia de género de 2011, sólo el 30% de las mujeres pone denuncia, el 70% quiere salir ellas solas, "y ahí está el médico de familia para ayudarlas", manifiesta.

Los indicadores que alertan de un posible caso de maltrato pueden ser físicos y psicológicos. Entre ellos destaca, por ejemplo, si la mujer abusa de forma frecuente del alcohol o medicamentos, si hay un componente de depresión, insomnio, crisis de pánico, fobias, irritabilidad, trastornos de conducta alimentaria, agotamiento psíquico o intentos de suicidio, que son muy frecuentes. De hecho, Espino señala que, según los datos de la macroencuesta, en España el 81% de las mujeres que están en situación de maltrato han pensado alguna vez en suicidarse y el 63% lo intentó y necesitó ayuda médica (es decir, lo hizo con intenciones reales). Además, se estima que entre el 30% y el 40% de los suicidios de mujeres tiene un trasfondo de violencia de género. Por otra parte, Espino indica que también hay una serie de indicadores gineco-obstétricos como vaginismo, anorgasmia, infecciones ginecológicas, hemorragias vaginales, abortos de repetición o un mal control de la fecundidad. A esto hay que añadir partos prematuros y bajo peso de los bebés al nacer. En lo físico, el maltrato puede dar la cara a través de cefaleas, cervicalgia, mareos, angustia, trastornos gastrointestinales y los típicos síntomas como hematomas, lesiones de defensa o fracturas.

La evolución de las visitas de la mujer a la consulta también es un indicador para los facultativos. Por ejemplo, si la frecuentación se rompe y deja de acudir al empezar a controlarla la pareja, o si pide asistencia médica con retraso. "Una fractura que veas a las 48 horas es síntoma de que ha querido camuflarla", asevera el responsable de Red Formma en Córdoba.

La actitud de la mujer en la consulta puede ser reflejo de su situación: se ve temerosa, baja de autoestima, con sentimiento de culpa y vergüenza, puntos de ansiedad o incluso lleva una vestimenta inadecuada para intentar ocultar los golpes. "Si llegan con manga larga en verano en Córdoba, lo más normal es que quieran camuflar un hematoma de protección", añade. Y el médico de familia debe valorar también a los hijos porque, según los estudios, se estima que el 53% de ellos sufre maltrato directo.

Por otro lado, cuando van al hospital -lo que quiere decir que la lesión ha sido importante- llegan acompañadas por el maltratador y con una crisis de ansiedad porque la escala de violencia ha subido de forma considerable. En ese sentido, Espino aclara que la pareja quiere estar siempre presente, tiene una actitud hostil con ella y con el personal sanitario si hace preguntas que él no ve oportunas y quiere contestar por ella. O bien todo lo contrario, "banaliza tanto los hechos que lo único que hace es cortar a la mujer para quitarle importancia".

El parte al juzgado se hace cuando hay un riesgo vital. Cuando el personal sanitario cree que la mujer está en una situación de maltrato estable "hay que negociar con ella qué pasos vamos a ir dando para que esté preparada si quiere judicializar el caso".

Cuando los médicos observan indicadores que pueden estar relacionados con una relación conflictiva o de violencia de género, empiezan a trabajar con ella en coordinación con el Instituto Andaluz de la Mujer (IAM). Cuando ella tiene claro que está en una situación de maltrato y riesgo vital y quiere denunciarlo, se da parte al juzgado para que la Policía y el juez tengan conocimiento. Entre las 48 y 62 horas siguientes se deben tomar declaraciones a la mujer y al sospechoso y en 72 horas debe haber unas medidas premilinares hasta que llegue el juicio (tarda entre 18 y 24 meses).

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