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Un intento fallido

  • Primarias. El amago de Rafaela Crespín fue neutralizado en unas horas tras la promesa de un cargo, lo que demuestra que al final todo resultan ser estrategias para mantenerse en el poder

Rafaela Crespín y Antonio Ruiz, presentando su candidatura conjunta en el PSOE.

Rafaela Crespín y Antonio Ruiz, presentando su candidatura conjunta en el PSOE. / el día

La noticia política de la semana apenas duró 24 horas, el mismo tiempo que necesitó el aparato del PSOE para neutralizar las aspiraciones de la delegada del Gobierno, Rafaela Crespín, de presentarse a las primarias a la secretaría general del PSOE y disputarle el puesto al actual secretario de Organización, Antonio Ruiz, y a la pedrista Teba Roldán. Ni un día transcurrió entre que trascendió el amago y se llegó a un acuerdo, con reparto de cargos incluidos. Lo cierto es que la lucha interna entre susanistas y pedristas que centra ahora todos los debates en el socialismo había dejado al margen otro conflicto que permanece latente en el PSOE y que aparece cada cierto tiempo y es el enfrentamiento entre el aparato y los críticos, que siempre se ha librado con la derrota de los segundos. En la última década, por mucho que haya habido intentos, el aparato ha ejercido su hegemonía en el PSOE cordobés, desde José Mellado hasta Ruiz Almenara, pasando por Juan Pablo Durán. La cuestión -como ocurrió igualmente en el PP con José Antonio Nieto y Adolfo Molina- estaba ahora atada al dejar señalado a Antonio Ruiz. Se trata de una forma de hacer las cosas que está ya bastante asumida en el partido y en el que la escalada en los puestos de dirección o mando se produce en función de la lealtad hacia los líderes, una manera de hacer las cosas en la que los méritos pasan a un segundo plano y en el que hay pocos que se atrevan a decir algo fuera del argumentario del partido.

En el PSOE -o mejor, en cierto sector del PSOE- había cierta esperanza en este movimiento que, todo sea dicho, debería haberse jugado de otra manera. A nadie se le escapa que la estrategia venía directamente diseñada desde Capitulares, más concretamente por la alcaldesa, Isabel Ambrosio, que sabe que ella no podía hacerlo. La regidora nunca se ha llevado bien con el ala oficial en la provincia y desde que ostenta el bastón de mando de la Alcaldía ha ganado posiciones en el partido. De hecho, su discurso tranquilo parece que empieza a surtir efecto en el ecuador del mandato y el PSOE empieza a sentirse cómodo en el Ayuntamiento, una vez que la regidora se ha dejado asesorar por quien de verdad sabe cómo funciona esto y ha dejado atrás complejos y ataduras a la hora de tomar decisiones. Hubo quien pensó en un principio que el amago de Crespín era una estrategia para neutralizar las opciones de Teba Roldán, pero lo cierto es que la intención era firme, aunque durara una llamada y la promesa de un cargo.

En los últimos años, el modo de hacer del PSOE se centra en la lealtad más que en los méritos

La política, al fin y al cabo, es esto. No es de extrañar que haya quien salga corriendo de la política y de la vida pública cuando se da cuenta de los entresijos y las complicaciones de este arte. En Córdoba ha habido algunos ejemplos en los últimos meses, el del exedil de Ganemos Alberto de los Ríos o el de IU Rafael del Castillo. Quizá pecaron de idealismo, quizá no estaban preparados para lo duro que es prestar un servicio público, incluso cuando las cosas no salen como uno quiere o quizá prefirieron seguir viviendo cómodamente desde sus puestos de trabajo y quedarse al margen de las complicaciones que conllevan dedicarse a la política.

Hay quien mantiene su compromiso firme, a pesar de que viviría mejor volviendo a su oficio, porque también la política cuenta con ejemplos así, la mayoría. El problema viene cuando aparece el caramelo del poder, al que no todos pueden resistirse. Del interés general, mejor ni hablar, porque al final lo que importa es no perder el sillón.

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